Bobby Sands, la huelga de hambre que marcó un hito en Irlanda del Norte

Karinne Delorme/AFP


Jefe de unos 450 militantes republicanos encarcelados en la prisión fortaleza de Maze (Belfast), decide en una protesta en 1981, rechazar cualquier alimento hasta la muerte.


La muerte del líder republicano dio enorme fuerza al movimiento que rechazaba seguir siendo parte del Reino Unido de Gran Bretaña.

El 5 de mayo de 1981, Bobby Sands moría después de una huelga de hambre de 66 días en una prisión de Irlanda del Norte, el primero de diez detenidos republicanos que se dejaron morir para intentar obtener el estatuto de prisionero político.

Su muerte fue un punto de inflexión en el conflicto de Irlanda del Norte entre católicos republicanos, partidarios de la reunificación con Irlanda, y protestantes leales, defensores del mantenimiento bajo la corona británica.

En 1978, los detenidos republicanos iniciaron una huelga de higiene para denunciar las condiciones de detención “inhumanas” y pedir el restablecimiento de su condición de presos políticos, derogada dos años antes.

Cubiertos sólo con mantas para no llevar el uniforme reglamentario, los manifestantes se niegan a lavarse, a usar los inodoros y a abandonar sus celdas.

Considerado como el jefe de unos 450 militantes republicanos encarcelados en los “bloques H” de la prisión fortaleza de Maze (Long Kesh, Belfast), Bobby Sands decide, el primero de marzo de 1981, rechazar cualquier alimento “hasta la muerte”.

“Un crimen es un crimen”

Miembro del IRA “provisional” (Ejército Republicano Irlandés Provisional) desde los 18 años, Bobby Sands ya ha pasado ocho años tras las rejas. Condenado por primera vez en 1973 a cinco años de prisión por posesión de arma de fuego, el joven padre de familia fue detenido un año después de su puesta en libertad, en 1977, y cumple desde entonces, por el mismo motivo, una pena más severa de 14 años.

“Un crimen es un crimen, sólo un crimen”, repite la primera ministra británica, Margaret Thatcher, como respuesta a la voluntad del grupo paramilitar de hacer reconocer a sus miembros como combatientes de una “guerra de liberación nacional”.

El 9 de abril de 1981, desde su celda de Long Kesh, Bobby Sands es elegido diputado a la Cámara de los Comunes frente a un candidato protestante-unionista.

Esta victoria dio una resonancia inmediata al movimiento al que se unieron otros detenidos.

En el día 54 de su huelga de hambre, el activista del IRA “no pesa más que 44 kg. Una manta de piel de oveja fue colocada bajo su cuerpo para evitar que sus huesos perforaran su piel (…) Además, fue envuelto en una manta de textura muy suave destinada a mantener el calor de su cuerpo”, informaba la AFP.

Muerte de Bobby Sands

Los últimos días de Bobby Sands están marcados por una febril actividad política y múltiples intentos de mediación realizados principalmente por la Comisión Europea de Derechos Humanos y el enviado personal del papa que entrega un crucifijo al joven, de parte de Juan Pablo II.

Bobby Sands falleció pesando menos de 44 kilos, sordo y ciego.

El 5 de mayo, desfigurado por el hambre, sordo, ciego, Bobby Sands muere a los 27 años en la enfermería de la prisión de Maze. Margaret Thatcher, apoyada por la clase política de Westminster, se mantuvo inflexible. A su muerte en 2013, los grafitis en las paredes de Belfast Oeste desearán a la Dama de Hierro “oxidarse en el infierno”.

Multitud en los funerales

El 7 de mayo, los funerales del militante se transforma en una demostración de fuerza del movimiento republicano.

Más de 70.000 personas desbordan el cementerio de Milltown, en la ladera de la colina sobre los guetos católicos de Belfast Oeste. Una bandera con colores irlandeses verde, blanco y naranja envuelve el ataúd.

Otros nueve prisioneros se dejan morir de hambre hasta finales de agosto y los últimos huelguistas abandonan su acción el 3 de octubre, bajo la presión de las familias.

Este episodio trágico se vuelve un grito de apoyo para los militantes del IRA, que multiplican los atentados en todo el Reino Unido. El movimiento nacionalista apoyó posteriormente los Acuerdos de Paz del Viernes Santo en 1998, antes de renunciar a la violencia en julio de 2005.

Las tres décadas de disturbios dejaron más de 3.500 muertes.

(AFP)


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