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Bosques en llamas, escasos recursos y pagos de la Deuda

Redacción

Por Redacción

Los incendios forestales volvieron a generar angustia en la cordillera.


Por Rodolfo D. Sánchez


El 7 de diciembre, la caída de un rayo inició un incendio que fue tomando dimensiones catastróficas en la zona de los lagos Martin y Steffen. Recién el 22/12, cuando el incendio era incontrolable, se reunió el Comité de Emergencia, el 28/12 se declaró la Emergencia ígnea y el 31/12, el reporte oficial contabilizaba 5.935 hectáreas quemadas. Esto, claramente muestra la falta de respuesta oportuna de parte de Parques Nacionales, del Gobierno Provincial de Arabela Carreras y del Gobierno Nacional de Alberto Fernández y de sus responsables directos de Medio Ambiente, el Ministro Juan Cabandié y el secretario de Control y Monitoreo Ambiental, Sergio Federovisky.


En 2020, estando Cabandié ya en funciones, se quemaron más de un millón de hectáreas en el país. Hubo ganado desplazado, subsidios a productores, declaraciones de emergencias y se calcula que para recuperar las tierras arrasadas se deberían invertir entre 1.100 y 3.700 millones de dólares. Esto debería haber sido una alerta importante para un gobierno (y para un funcionario) que recién asumía.


Sin embargo, en febrero y marzo de 2021, se vuelve a repetir la escena en la región y se quemaron más de 50.000 hectáreas.


La zona de la Comarca Andina fue una de las más afectadas, un fuego de interfaz rural-urbana dejó cerca de 500 viviendas inutilizadas, muchas de ellas con destrucción total. En aquel momento, los vecinos y los intendentes reclamaban “más recursos” para combatir el fuego pero el Secretario Federovisky contestaba que todos los recursos disponibles de la Nación para manejo del fuego, se habían movilizado a la zona (del orden de un centenar de brigadistas 2 aviones hidrantes, 2 helicópteros y 5 autobombas). Como “logro”, del 2021, el gobierno nacional destaca en su página oficial que en 2021 se redujo un 70% la superficie quemada en 2020. Es un relato optimista, la realidad es que se quemaron 300 mil hectáreas más al millón de quemadas en 2020.


Federovisky, hace apenas unos días, volvió a poner el acento en el cambio climático y la brutal sequía como principal ingrediente de los incendios. Sabemos por las 26 Cumbres Mundiales y las noticias internacionales que el aumento y la gravedad de los incendios es una de las consecuencias de este fenómeno climático.


Es muy difícil de creer que este factor no haya sido tomado en cuenta por un especialista en medio ambiente en la “planificación” de recursos para combatir el fuego. Luego, el 24/12, el Secretario de Control y Monitoreo Ambiental afirma en forma contundente: “No es cierto que falten medios para combatir los incendios”.


Chile tiene la mitad de hectáreas de bosques que la República Argentina, nuestros vecinos también sufren el cambio climático y la sequía, a tal punto que el número de incendios aumentó 380%. Sin embargo, su CONAF y CORMA tienen dos veces más presupuesto para controlar los fuegos que nuestro Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF). Se dispone para los bosques chilenos, 4 veces más dinero por hectárea y por año que para los bosques argentinos.
Además, sus acciones contra incendios forestales cuentan con 40 aviones cisternas, 53 helicópteros y 7566 brigadistas mientras que nuestro país solo dispone de 9 aviones, 8 helicópteros y 262 brigadistas (con recurrentes reclamos salariales y seguros de vida por actividad riesgosa).


En Argentina, el dinero ejecutado para acciones del SNMF viene sistemáticamente decreciendo de 14 millones de dólares en 2017 (gestión de Macri-Bergman) a 4 millones en 2021 (gestión Fernández-Cabandié). Claramente cómo se expuso, a pesar de las reiteradas declaraciones del Secretario en sentido opuesto, los recursos argentinos son insuficientes.


No contamos con bases temporales para aeronaves y brigadistas, cámaras de detección infrarroja de focos embrionarios (como la que desarrolló Invap hace años), torres de vigilancia y vecinos o pobladores capacitados para actuar. Esto último, es constantemente expuesto por Guillermo Defossé, investigador y colega de Conicet, especialista con más de 40 años en bosques andinos patagónicos. Se necesita “un enfoque integral y preventivo”. Se sabe que el 77% de los incendios ocurren en la interfaz urbano-rural y Defossé concluye: “Se pueden evitar”.


Este último incendio no está en la categoría de interfaz. Comenzó con un rayo en una zona boscosa del Parque Nacional Nahuel Huapi. Contar con aviones hidrantes de tipo Bombardier o Canadair, hubieran permitido atacar el foco ígneo el mismo 7/12 cuando se divisó la columna de humo. La historia sería otra y no estaríamos lamentando la quema de 6.000 hectáreas en uno de los lugares más imponentes. El costo de un Bombardier ronda los 26 millones de dólares y con el presupuesto anual para acciones contra incendios forestales, alcanza para una cuarta parte del avión hidrante. Cuando el incendio avanzó de la zona del lago Martin al lago Steffen y comenzaba a reunirse el Comité de Emergencia, el gobierno argentino pagaba al FMI para facilitar el acuerdo que cerrará en los próximos días, el equivalente a 60 aviones hidrantes, exactamente 1.800 millones de dólares. Para proteger nuestros bosques, mantenerlos con vida y evitar que se sigan quemando, necesitamos “Planificación, Prevención y Presupuesto”. El actual cronograma de pagos en 2022, con 24 vencimientos por capital, intereses y sobrecargos, da un total de 19.115 millones de dólares y algo similar es para el 2023. Este cronograma, o cualquier otro que surja del acuerdo, recortará el Presupuesto Nacional y en particular, no se garantizarán los recursos suficientes para proteger los bosques Andino patagónicos. Pagar o no pagar la Deuda Externa, está directamente en conexión con la supervivencia de nuestros bosques.

* Doctor en Física, Investigador de Conicet, Director del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología (CNEA-Conicet) y referente de Ambiente en Lucha Bariloche e Izquierda Socialista en el FITU.


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