¿Buen o mal presidente? el debate continúa

De entre los muchos libros por el 50 aniversario del asesinato de John F. Kennedy, el 22 de noviembre, uno de los más originales se titula “If Kennedy lived”, algo así como “Si Kennedy hubiera sobrevivido”. En él, su autor, el periodista Jeff Greenfield, presenta un escenario emocionante: Estados Unidos se habría ahorrado el trauma de la Guerra de Vietnam, la Guerra Fría habría acabado mucho antes. En breve: la historia del siglo XX habría sido más positiva. El caso es que también académicos más serios apoyan la tesis de Greenfield. “No cabe duda de que el asesinato (de Kennedy) cambió la historia estadounidense”, zanja el historiador Allan Lichtman, de la American University. “Hoy en día hay numerosos indicios de que Kennedy quería replantearse seriamente la implicación estadounidense en Vietnam”. Kennedy, el brillante hombre joven que cargaba sobre sus hombros la esperanza de toda una generación y que fue elegido en 1960 para ocupar la Casa Blanca cuando sólo tenía 43 años, fue un proyecto “inacabado”. Sólo llevaba 1.036 días de gobierno cuando las balas acabaron con su vida en Dallas. El “Mito Kennedy”, la fascinación del héroe nacional, conocido por sus siglas “JFK”, se debe a su muerte prematura y trágica, así como al optimismo y la confianza que logró despertar durante su breve mandato entre los estadounidenses. Al lado de ello, su herencia política, aquello que este demócrata logró realmente durante su mandato, es algo casi secundario. El Estados Unidos de Kennedy era todavía “la tierra de las posibilidades ilimitadas”, la fe en el “sueño americano” no se había quebrado aún. Kennedy era el símbolo vivo de una América joven y llena de confianza en un futuro brillante. Son esas imágenes las que perduran y sus discursos siguen resonando hoy en día, sin perder su brillo pese a las vergonzosas revelaciones y correcciones históricas. Ahí está la imagen del esposo y padre de familia feliz junto a la bella y elegante Jacqueline “Jackie” Kennedy, o la foto del presidente en el Despacho Oval mientras su hijo pequeño John juega bajo la mesa. El hecho de que se acabara descubriendo que ese “JFK” era en realidad un mujeriego empedernido apenas logró dañar su imagen. Famosa es la imagen del presidente en el verano de 1963 en su gira por Alemania, donde con su frase “Ich bin ein berliner”, soy un berlinés, provocó una oleada de entusiasmo. ¿Quién se acuerda de la decepción en ese mismo Berlín cuando, dos años antes, Kennedy había permitido que se erigiera el Muro sin hacer nada en contra? Pero no todos concuerdan. “Creo que, según todos los estándares objetivos, no se le puede calificar como un gran presidente”, opina el historiador Stephen Hess, de Washington Brookings Institution. “Y creo que sería muy difícil también calificarlo como un buen presidente”, apostilla. Su análisis: en materia de derechos civiles y la lucha contra la opresión de la población negra, “JFK”, el presidente demócrata –y el primer católico en llegar a la Casa Blanca– hizo como mucho un esfuerzo a medias. Tan sólo en junio de 1963 presentó un proyecto de ley amplio contra la segregación racial ante el Congreso. Pero sería su sucesor, Lyndon B. Johnson, el que finalmente logró su aprobación. Sobre todo el primer año de mandato de Kennedy está considerado un desastre. Entre los fracasos más estrepitosos: la malograda invasión a Cuba de Bahía Cochinos en abril de 1961. Y apenas dos meses más tarde se producía la segunda metedura de pata: en un momento álgido de la Guerra Fría, Kennedy se reúne con el líder soviético Nikita Kruschev en Ginebra, donde deja una imagen de contrincante débil e inexperimentado. Las consecuencias serán graves: dos meses después comienza la construcción del Muro de Berlín. También en su primer año de mandato Kennedy envió a varios cientos de “asesores militares” a Vietnam, iniciando el lento involucramiento de Estados Unidos en una de las aventuras militares más sombrías de su historia . Para Hess, ni siquiera la actuación de Kennedy durante la “Crisis de los Misiles” del otoño boreal de 1962 en Cuba se libra de las críticas. Kennedy “hizo un trabajo excelente en ese momento”, reconoce Hess. “Pero él fue el que nos metió en esa crisis”, acota. Pero todos estos detalles no logran dañar realmente su imagen. “Pese a las revelaciones de sus engaños, sus errores políticos y su disoluta vida privada”, opina Michael Knox Beran, “JFK sigue siendo uno de nuestros nacionales favoritos”. (AFP)


Exit mobile version