El Residencial Suizo enlaza historias de familias migrantes


La fructífera tarea de los hijos de Stellina y Rubén Palavecino: Omar y Janett. El homenaje a Janett al cumplirse un año de su desaparición física.


El Residencial Suizo cumplió cincuenta y cuatro años de vida. Su historia comenzó en la casa de Lilia Angélica Bussalino y Huberto Loretto Palavecino, quienes tuvieron dos hijos Rubén y Rolando Héctor recordado basquetbolista del Club Pacífico. Rubén trabajó en el correo, treinta años en la gobernación, fue Secretario General; formó su familia con María Gracia Stellina Rusconi, nacida en el cantón suizo Grisones. La familia de Alfonso Rusconi había venido a estas tierras para realizar tareas de revestimiento en el Hotel Confluencia, emblema del Neuquén del siglo XX-hoy sede central del BPN-.

El espíritu inquieto y de trabajo hizo que Stellina y Rubén maduraran la idea de abrir un hotel en la casa familiar de los Palavecino, en Carlos H. Rodríguez 167. El proyecto se concretó el 28 de diciembre de 1969: sobre la base de la casa de doña Lilia, construyeron cinco habitaciones y baño compartido.

Luego llegarían las ampliaciones: en 1974, 1979, con nueve y dieciocho habitaciones respectivamente.

Una anécdota particular y, por suerte, poco repetida: la noche del 28 de diciembre de 1969, -fecha de inicio del hotel- no hubo huéspedes, por lo que Stellina y Rubén cerraron las puertas y regresaron al día siguiente.

Durante muchos años el antiguo residencial albergó infinidad de pasajeros, todos trabajaban afanosamente para brindar un servicio de excelencia.

En 2005 se convirtió en un hotel de tres estrellas con una estructura de siete pisos, cincuenta habitaciones, dos salas de eventos, oficina equipada, cocheras y su distintiva cafetería Mítico Sur.

El nombre Hotel Suizo tiene sus raíces en aquellas tierras lejanas en las que naciera la Gringa, Stellina, aquel pueblito que la vio partir con su familia para nunca más regresar ya que se establecieron en la Norpatagonia para colaborar a su desarrollo.

En sus comienzos se llamó Residencial y luego Hotel Suizo. Es la culminación del sueño de Rubén y Stellina.

Ella, que siempre fue una mujer inquieta, con espíritu de trabajo incansable y que en los orígenes del hotel había pensado que, como era la época de la construcción de la represa hidroeléctrica del Chocón se necesitaba alojamiento en la ciudad, y él, que la acompañó: entre ambos concretaron la idea.

Fallecida Stellina en 1989, la administración del hotel correspondió a una sociedad formada por Rubén y sus hijos Omar y Jannet.

Hace cuatro años, en la celebración de las Bodas de Oro del hotel, vimos a Jannet organizando la celebración, junto a su padre y hermano.

Hoy, esta carta toma forma de sencillo homenaje que le rendimos a ella, nacida en Neuquén en 1965. Jannet estudió en la Universidad de la Plata, madre de dos hijos Franco y Nello, y de una nietita Frann que no alcanzó a conocer. Amante de las montañas, hace un año perdió la vida viajando a Nepal, Pokhara, en el valle del río Seti, cuando el avión en el que viajaba se estrelló. Escalar los picos del Himalaya era uno de sus sueños y hacía allí viajó, sin pensar que sería el último. Apasionada del turismo aventura, había realizado varios viajes por el mundo. También tenía un negocio de productos naturales llamado Suizo Natural – Green Market, al que ella había definido como “un emprendimiento comercial pero también parte de nuestra historia de familia”.

Es doblemente difícil hablar de alguien cuando se ha ido temprano. Y así fue con Jannet. Su madre Stellina también falleció sin conocer a sus nietos, historia que se repitió en su hija.

La despidió su familia, aquella pionera trabajadora del engrandecimiento neuquino, sus amigos, sus compañeros de aventuras, su ciudad y hoy a un año de aquella última aventura la homenajeamos, está en el lugar que sus sueños la habían llevado.


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