Florencia Ochagavía y esposo, fundadores del barrio Villa Florencia


NEUQUÉN

“Historias de Villa Florencia, un barrio con nombre de mujer” es una compilación de documentos y testimonios de los vecinos. En la conmemoración del 106 aniversario de la ciudad de Neuquén, el escrito estuvo a cargo de la Sociedad Vecinal Barrio Villa Florencia y Biblioteca Popular Hugo Berbel. La recopilación de documentos y testimonios fue la primera parte, a cargo de la Sra. Ada Marquat. La segunda estuvo a cargo de profesionales de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Neuquén y Personal de la Biblioteca Popular Hugo M. Berbel, comisión directiva: las fotos fueron gentileza de Luis Lugones. Ayudaron muchas personas.

Neuquén se fue formando a partir del loteo de quintas y chacras: la división fue conformando el ejido urbano y dejando atrás, de a poco, la antigua condición de chacra. El barrio Villa Florencia se erigió en el espacio que fuera de la quinta 39 y de las 23, 24 y 40, y también de las chacras 88, 89 y 100. Estas tierras eran vendidas por la Compañía Nueva España, entonces la mayor administradora de tierras. La Quinta 39 era propiedad de don Enrique Nordenstrom. Su loteo, iniciado en la década del ’20, fue el comienzo del barrio. Los compradores de los lotes venían del interior del territorio Nacional del Neuquén y de Río Negro, de la provincia de Buenos Aires y de Chile, trabajadores de la tierra y de la construcción, edificaron sus casas con paredes de adobe. Las calles, entonces, no tenían nombre; hoy comprende las calles Fray Luis Beltrán, Daniel Gatica, Lanín y Leguizamón.

Don Enrique Nordenstrom era oriundo de Capital Federal, nació el 9 de noviembre de 1851, hijo de Eulogio Carlos, descendiente de noruegos, y de Damiana Sosa, nativa de Corrientes. Desde muy joven recorrió la provincia de Buenos Aires desempeñándose como maestro. En 1881 conoció a Florencia Ochagavía: se casaron y tuvieron catorce hijos. A comienzos del siglo XX arribaron a Neuquén, antes de que se trasladara la Capital.

Les entregaron dos solares en las quintas 24 y 39, y el gobierno nacional les dio el título de propiedad en 1912. Por su capacidad demostrada, don Enrique fue designado presidente del Consejo Municipal, cargo ad honorem que ocupó desde el 29 de mayo de 1909 hasta el 12 de abril de 1911.

Uno de sus hijos, Enrique Ignacio, fue elegido presidente del Consejo Municipal en 1928. En mayo de 1950 otro de sus hijos, Ismael, fue electo para ocupar el mismo cargo hasta 1952. Generalmente, el rol de la mujer de antaño se mantenía en la esfera de lo privado. Florencia había nacido en Tandil el 7 de noviembre de 1859, lugar donde conoció a su futuro esposo y con quien comenzó un romance que duró toda la vida. Sus nietas recordaron el amor que se tenían y cómo se trataban, lo que quedó plasmado en la carta que don Enrique le dedicara al cumplir las Bodas de Oro en 1936.

Doña Florencia participaba de una sociedad de beneficencia, formada por damas que juntaban ropa y menesteres para los más necesitados. Los vecinos la recuerdan como una mujer dedicada a su familia, muy instruida, sencilla. Tejía al crochet, hacía carpetas, recorría la quinta con la azada y el rastrillo, regaba o cosechaba los frutos de su trabajo, cuidaba de las pasturas para los animales, vacas y caballos. Lamentablemente en 1938 sufrió un ataque que la dejó hemipléjica: fue cuidada por sus hijas y por las vecinas del barrio. En 1941 enviudó y quedó al cuidado de su hija Emma y de su yerno, José Pedro Moré. En 1949 se fueron a vivir los tres a Tandil: cumplió el anhelo de volver a su pueblo. Nueve años después falleció a los 99 años de edad. Su casa, La Florencia, fue loteada. En 1949 se comenzaron a vender los terrenos, como así también los de la quinta 39. Don Enrique fue una persona muy querida por todos los vecinos de Neuquén. Estuvo cincuenta años al servicio del Estado. Falleció un 1 de mayo de 1941. Por su rectitud, solidaridad y desinterés y amor por los demás se lo llamó “El Patriarca de Neuquén”. Un monumento en homenaje a doña Florencia está erigido en calle Luis Beltrán y Gatica. Hoy homenajeamos nuevamente a esta familia porque con su trabajo contribuyeron al crecimiento de la ciudad y nos mostraron que el amor es el complemento perfecto del esfuerzo.


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