“Un siglo del arribo de Antonio Álvarez, un forjador”

La narración de la historia de pioneros afincados tempranamente en estas agrestes tierras patagónicas nos hace pensar que se avizoraba un futuro promisorio y que, con su fecunda labor, las transformaron en un vergel de oportunidades. Uno de estos aventurados habitantes fue don Antonio Segismundo Álvarez, un español que nació en Oblanca provincia de León en marzo de 1911 y se casó con María Felicia Toledo, nacida en 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, con la que tuvo seis hijos: Antonio, casado con Juana Lucero; María Esther, casada con Francisco Guardiola; Armando, casado con Elba Latrelle; Carlos Alberto, casado con Nelly Fieg; Roberto Manuel, casado con Coral Enero, y Susana, casada con Alberto Ferri. Este matrimonio Álvarez-Toledo se estableció en la ciudad neuquina en 1918, Antonio como carpintero y María como ama de casa y maestra de costura de un grupo de alumnas. La vivienda familiar se constituyó en la calle Sarmiento esquina Misiones y la carpintería estaba en calle Misiones 234, lugar en donde muchos años después funcionó el Teatro del Bajo. Los hijos mayores se fueron sumando a la actividad junto con su padre y se dedicaron a la fabricación de cajones para frutas. La vida social y comunitaria desarrollada por don Antonio fue intensa: conformó el Consejo Directivo de la Cooperativa CALF, la Asociación Española, entre otros. Por razones de salud el matrimonio Álvarez-Toledo regresó a Buenos Aires con sus hijos menores y falleció Antonio en 1954. Su prolífica familia le dio numerosos nietos y bisnietos. Sus hijos mayores continuaron con la tarea, ampliaron y diversificaron la empresa familiar en la ciudad. La carpintería se transformó en una fábrica de madera terciada en la calle San Martín y luego se trasladó al parque Industrial. Posteriormente se expandieron al rubro materiales de construcción con la firma Álvarez Hnos. y Durán, que luego será Litrán.

Por relato de uno de sus hijos a un sobrino, la historia de don Antonio se relaciona con Jarred Jones, primer poblador blanco de lago Nahuel Huapi, que fue un norteamericano que se asentó en Bariloche alrededor de 1890, propietario de una gran estancia, Tequel Malal, y del famoso Boliche Viejo, célebre almacén de ramos generales. Luego fue contratado para conducir el arreo de 2.500 cabezas de ganado desde Choele Choel hacia el sur, hacia la estancia Leleque en provincia de Chubut. Para cuando terminó el arreo se estableció en la naciente del Limay, allí puso en marcha la primera explotación ganadera del lugar. En uno de los arreos de vacunos que periódicamente realizaba hacia Chile, en 1897 conoció a Bárbara Draschler, con quien se casó en 1903 y tuvieron ocho hijos, los que fueron criados en la tosca casona primitiva levantada por el texano con sus propias manos, hasta que en 1917 hicieron construir la casa grande, una vivienda elevada sobre una base de piedra con dos plantas. Cuentan las descendientes de Jarred Jones que su abuelo recibía una revista inglesa en la que salían planos y plantas de casas. Y es aquí donde emerge Antonio Álvarez: Jones viajó a la provincia de Buenos Aires a buscar personal de la construcción para armar su casa. Así es que llegaron a Bariloche varios conocidos vecinos como García el albañil, Álvarez el carpintero, Lavalle y Ligaluppi en otras tareas. Es en su viaje a Bariloche que Antonio debió pasar unos días por Neuquén, y al gustarle el lugar decidió buscar a su esposa en 9 de Julio para establecerse aquí en 1918. Estas son historias que se comenzaron a escribir hace un siglo y las contamos en este afán de explicar el arribo de pobladores a estas tierras, hacedores de su historia.

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

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