Cazadores de emociones, el nuevo rol de los fotógrafos de bodas

Un nuevo paradigma dice que no solo se trata de captar unas pocas fotos bonitas sino de lograr imágenes que congelen recuerdos.

La foto de la novia camino al altar en la iglesia, la de los anillos, la lluvia de arroz a la salida. Durante la fiesta; la imagen de los novios en cada mesa, la de la novia poniendo las ligas, el carnaval carioca. De golpe, las fotos empezaban a salir movidas a medida que el fotógrafo brindaba y se enfiestaba más que los amigos. Por siglos, los retratos de bodas mostraron lo mismo, pero hoy, el álbum se transformó a toda luz y con él, los fotógrafos.

Ya no se trata de retratar un momento sino de cazar emociones. En los eventos transcurren, sortean las trabas de los miles de invitados con sus celulares y cuentan historias llenas de felicidad. Fotos que llegan para dignificar una especialidad que hasta hace poco era considerada el costado cursi de la fotografía.

Hoy se habla de inspiración, el arte se vuelve protagonista y se rompen las reglas con elegancia. Poco queda de aquellos álbumes repletos de tópicos y naftalina. Su lugar fue ocupado por reportajes más cercanos a la fotografía. Néstor Ponce, Pablo Dómina y Claudio Miño, entre otros, son fotógrafos de la región que desde hace una década trabajan para cambiar.

“Empecé a basar la mirada de la historia de la boda en las emociones. A darle más peso al momento y lo que se vive, que a la estética. No voy a ir a buscar un rosal bonito para ponerlos adelante, sino a buscar la foto que me muestre un momento”, dice Néstor Ponce que desde el 2011 trabaja en este sentido.

El fotógrafo Claudio Miño, posa igual para esta idea y hace siete años cubre bodas. Su nombre empezó a sonar cuando hizo una boda celta y empezó a romper con lo clásico. “Se arranca desde los preparativos, cuando se viste el novio, la novia, hasta el final de la fiesta. El resultado es un día documentado de manera artística. Una historia completa”, dice.

Para Pablo Dómina, que hace 6 años que trabaja como fotógrafo de bodas, en esta nueva visión, el cliente no pide fotos, sino que el fotógrafo se lanza en el evento con la misión de contar la historia más linda de la pareja y el gran día de su unión.

“Creo que lo importante es trabajar con libertad desde temprano con la novia, el novio y hasta el final, cuando se va el último invitado. Trato de captar emociones, las situaciones que viven los familiares. Esos momentos, que no son posados”, cuenta.

Néstor Ponce relata que lo que busca es el recuerdo casi vivo de lo que realmente sintieron, con un aspecto particular de la mirada del fotógrafo. Por eso, unos meses antes de la boda sale con los novios y hace lo que ahora llama sesión de prueba. Caminan y charlan, mientras recuerdan cuando se conocieron, su historia y el resultado son imágenes íntimas.

“Eso te da una emotividad tan grande que la foto viene sola, solo hay que esperar. Elijo mis luces, mis colores y espero que ellos me den la foto. Después me conecto con el armado del evento, desde que se visten. Soy uno más, pero que tiene la posibilidad de guardar momentos significativos”, dice Néstor Ponce.

Claudio Miño, hace lo propio. “Me reúno. Ellos me cuentan su historia y yo descubro el hilo conductor para enfocarme. Trato de retratar esa esencia. No es algo industrial, tiene que ver con el arte”, dice y Néstor Ponce agrega “Miles de momentos, como chispazos de alegría, de emoción transcurren y tengo que estar ahí, encontrando eso. No me los puedo perder, tengo que ser parte”, dice.

La historia de los novios es la materia prima.

Precio

La demanda es muy grande y algunos de los fotógrafos están cerrando contrataciones para noviembre del año que viene.

No hay bodas iguales

En las bodas no están solos. Hay otros proveedores que también trabajan en hacer una velada mágica y crecieron en el último tiempo. Los cocineros decoran sus platos como si fueran cuadros, los videos son cortometrajes de película. Las telas de los vestidos evolucionaron, hay transparencias, plumas. Todo va hacia el cine, como si se tratara de las bodas de película.

La tradición de esta parte del planeta siempre fue hacer bodas nocturnas, pero cada vez más parejas se casan a la tarde, comienzan a las 18 y hay una mejor luz para hacer las fotos. Aunque todas tienen el mismo orden: iglesia, ceremonia, civil, entrada y baile, no hay una igual a otra y proponen un escenario único para la foto.

Antes, mientras los invitados de dirigían al salón, los novios iban a un parque bonito clásico en cada ciudad y se retrataban frente a un rosal o en una carreta antigua. Pero con las nuevas tendencias, también llegaron los nuevos fondos y se especializan en hacer de lugares insospechados, escenarios atractivos.

“Muchas novias se guían por Pinterest, pero hay ideas muy europeas, y el fondo, no es el mismo. Allá se casan en entornos de castillos”, cuenta Miño y recuerda la cobertura que hizo a una pareja nacida y criada en El Cuy.

Ellos buscaban retratos originales y para Claudio, no había mejor paisaje que el de sus historias, por eso viajaron a la línea sur y, vestidos de novios, recorrieron la casa de adobe de la abuela, el monte en el que pasaron su infancia y las fotos se llenaron de belleza pero también de su ADN.

“La belleza va por otra parte. Cuando vemos fondos áridos, muchas veces lo desmerecemos, pero cuando aparecen los novios en ese fondo, todo cobra una dimensión diferente. Es usar lo ordinario, hacerlo extraordinario y generar magia”, dice.

Se vive una época en que cada persona tiene en la mano una cámara y retrata su vida a diario, pero el fotógrafo tiene cada vez más trabajo. Es que una cosa es disparar y otra es salir a cazar emociones con una mirada profesional, capurando imágenes que al ser vistas dan ganas de gritar: “viva el fotógrafo”.

Primero compran todo, pero a medida que gana experiencia el fotógrafo se da cuenta de que tanto equipo sobra, que se puede conseguir calidad con poco.

Precio

Las bodas cambian y también los pedidos.

“Lo que buscamos es tratar de transmitir algo. Se trata de reflejar una emoción, capturar un momento y no solo apretar un botón”.
Pablo Dómina, fotógrafo de bodas

“Es el recuerdo casi vivo de lo que realmente sintieron en ese momento, con un aspecto particular: la mirada del fotógrafo”.
Néstor Ponce, fotógrafo de bodas

“No hago planos generales, busco los planos detalle que me permitan contar esa historia. Encontrar la mirada que habla de ellos”.
Claudio Miño, fotógrafo de bodas

Datos

$ 18.000
puede salir una cobertura que incluye un fotolibro, con imágenes de 30×70 y hojas en papel fotográfico.
La demanda es muy grande y algunos de los fotógrafos están cerrando contrataciones para noviembre del año que viene.
Primero compran todo, pero a medida que gana experiencia el fotógrafo se da cuenta de que tanto equipo sobra, que se puede conseguir calidad con poco.
15.000
pesos puede salir una cobertura que entrega fotos grandes, tamaño redes sociales y fotos impresas.

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