Cuál es la increíble lagartija que nada bajo la arena en Neuquén

Es una especie que solo habita en las dunas del Bajo de Añelo. Científicos del Conicet y universidades públicas recomendaron medidas para su protección.

Cuando los investigadores descubrieron la lagartija de arena en la zona de Bajo de Añelo, notaron que algunas características la distinguían de otras de su grupo. Tras un estudio, llegaron a la conclusión de que se trata de una especie endémica, es decir exclusiva de la región central de Neuquén.

Poco después, en 2014, al considerarse que su población era baja, la nueva especie, que lleva el nombre Liolaemus cuyumhue, fue clasificada «en peligro crítico» de acuerdo a las categorías de la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (UICN). Significaba que podría extinguirse, y había que generar un proyecto de conservación.

Recientemente, el equipo de científicos del Conicet, la Universidad Nacional de Río Negro y la Universidad Nacional del Comahue publicó resultados de la investigación en la reconocida revista Scientific Reports, y aportaron recomendaciones claves para resguardar a la lagartija que nada en las dunas. Dos de los investigadores son de Cipolletti: Victoria Brizio y Facundo Cabezas Cartes. También colaboraron Luciano Avila y Jorgelina Boretto.

Cómo la encontraron

La historia se remonta al año 2000 cuando el doctor en Ciencias Biológicas, Luciano Avila, actual director del Instituto Patagónico para el Estudio de Ecosistemas Continentales (IPEEC) en Puerto Madryn, realizaba un relevamiento de reptiles en Neuquén y el sur de Mendoza.

«De manera fortuita, en una parada que hicimos en el Bajo de Añelo encontramos una lagartija muy rara que nunca había sido nombrada. Fue la primera vez que la vimos», comentó el doctor Ávila, investigador principal del Conicet, al ser entrevistado por Diario RIO NEGRO.

Poco después, otro investigador local colectó ejemplares de lagartijas a 30 kilómetros de Añelo para avanzar en una descripción formal de la especie.

Crear zonas protegidas podría salvaguardar a la lagartija y a otros organismos vulnerables del área. Foto: gentileza Cabezas Cartes

«Se capturan vivas, se sacrifican con un anestésico especial y se fijan en formol. De esa forma, se pueden describir morfológicamente y después, son depositadas en algunos museos o colecciones», explicó.

Con esos pocos ejemplares, se avanzó en la realización de estudios genéticos. Al comparar los datos con otras lagartijas similares de Argentina, Uruguay, Brasil y parte de Paraguay se concluyó que la especie de Bajo de Añelo es única. La descripción formal fue publicada en la revista Zootaxa en 2009.

«En ese momento, empezaba el desarrollo de la explotación petrolera y gasífera en el Bajo de Añelo. De modo que la especie despertó un fuerte interés y empezamos a estudiarla en forma más metódica y regular. Una becaria de Conicet, María Victoria Brizio, desarrolló su tesis en torno a este animal. Lamentablemente, se queda sin su beca posdoctoral en agosto y sin perspectiva laboral en Argentina», lamentó.

El valor de la especie

El doctor Ávila insistió en que no solo se trata de cuidar a la lagartija «por una cuestión romántica» ya que se puede extinguir. «Es una especie que pertenece a un ecosistema importante que prácticamente no se conoce. Son remanentes de algún antiguo médano que ocupó la parte central de Argentina», detalló, al
tiempo que hizo hincapié en que «ese ecosistema en Neuquén es único».

Hay un humedal, restos paleontológicos y arqueológicos y otras especies «especializadas» en vivir en ambientes arenosos muy móviles.

Según algunos estudios recientes, ese antiguo médano en el centro del país estaba habitado por una única especie de lagartija arenícola. Poco a poco, esa duna fue desapareciendo, aunque quedaron remanentes en las dunas marítimas que se extienden desde la zona costera de Cabo Frío en Río de
Janeiro hasta Uruguay, a lo largo de la costa de Buenos Aires y Rio Negro, así como también «todo un sistema de dunas mediterráneas aisladas que van desde Neuquén hasta el sur de Salta».

Ávila señaló que “ese antecesor se fragmentó en un montón de otras especies de lagartijas actuales, entre las cuales está la que habita en Neuquén: Liolaemus cuyumhue. Desde el punto de vista evolutivo, es algo
muy interesante».

La lagartija exhibe una coloración camuflada en ambientes arenosos. Foto: gentileza Cabezas Cartes

Adaptación al ambiente

Hay lagartijas que se adaptan a los suelos más duros Otras viven en los pastizales o en afloramientos de rocas. Sea donde sea, todo esto conlleva adaptaciones fisiológicas y morfológicas particulares. En el caso de la lagartija del Bajo de Añelo, tiene un sistema de regulación fisiológica y comportamental muy eficiente para vivir en ambientes de dunas que alcanzan temperaturas de 70 grados en verano.

Además, cuenta con una serie de adaptaciones morfológicas, como escamas que protegen sus ojos de la arena, escamas agrandadas en los dedos de sus patas traseras y aberturas nasales dorsales. De esta forma, logran sobrevivir en estos ambientes. A la vez, tienen una coloración dorsal que las hace pasar
desapercibidas en el sustrato arenoso donde viven.

«Son conocidas como nadadoras de arena: corren por las dunas y se sumergen como un pez en el agua. Van nadando debajo y la cabeza apenas sobresale. Lo hacen para escapar de los predadores», subrayó Ávila.

Sin embargo, las poblaciones de lagartijas enfrentan problemas. Uno de los factores que las afecta es el calentamiento global tal como lo demuestran algunos estudios recientes. Al igual que los demás reptiles, dependen de la temperatura ambiente.

«Con tan altas temperaturas, no pueden realizar actividades vinculadas a la reproducción, particularmente en los ambientes más comunes donde viven, que usualmente son muy calientes. En realidad, esto ya no es solo una presunción teórica: ya se ha observado en varias especies de México y otros lugares del mundo, por ejemplo», advirtió Ávila.

En el caso de Bajo de Añelo, manifestó, se combinan otros impactos, directamente vinculados a la principal actividad económica actual que podrían evitarse, con tan solo determinar «zonas de no explotación o alteración», quizá sectores intangibles protegidos.

Qué medidas servirían para proteger a la lagartija

«Las autoridades de aplicación en Neuquén podrían tomar medidas de conservación basadas en estudios científicos que, hasta ahora, son laxas. Si bien la lagartija está en varios sectores, la superficie que ocupan las dunas son pequeñas y hay zonas de ellas donde hay mayor densidad poblacional y quizá es donde se las debería proteger», mencionó.

La especie fue clasificada «en peligro crítico» en 2014 en base a los datos de ese momento. Ahora, planteó Ávila, la presión sobre la población de lagartijas es mayor por el desarrollo de Vaca Muerta. «Si bien no se puede saber cuántos ejemplares hay, fácilmente podrían extinguirse», concluyó.

Aclaró que la necesidad de crear zonas de conservación no es «algo propio de esta zona»: «En muchos lugares del mundo, cuando avanzan las obras de infraestructura de muy alto impacto, se mantienen áreas de conservación como compensación periférica. Cuando se determinan lugares importantes para conservar, se definen áreas intangibles”, dijo.

El experto consideró que la medida de protección podría servir para proteger a esta particular lagartija que “es una especie bandera, es decir una especie bajo la cual podrían conservarse otros muchos grupos de organismos, desde plantas hasta anfibios, reptiles y mamíferos».

En esa zona, señaló, hay remanentes de poblaciones de tortugas terrestres y lagartos colorados, que también se encuentran en estado vulnerable desde el punto de vista de su conservación.


Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Comentarios