El futuro de los monos carayá: ¿pueden adaptarse al cambio?

Científicos del Conicet y universidades públicas de la Argentina estudiaron cómo los animales enfrentan la transformación de su hábitat en el Chaco húmedo. Por qué señalan la urgencia de proteger a los bosques primarios.

Un equipo de científicos del Conicet y universidades públicas puso al descubierto cómo la forma y cantidad de bosque en el Chaco húmedo de la Argentina influye en la vida de los monos carayá.

El hallazgo reveló que no solo importa cuántos árboles quedan, sino cómo se distribuyen los fragmentos de bosque en una región cada vez más modificada por la agricultura y la ganadería.

El trabajo fue publicado en la revista American Journal of Primatology y aportó datos clave: cuando los parches de bosque se vuelven pequeños y están aislados, los monos carayá cambian su forma de agruparse y enfrentan nuevos retos.

“Muchas veces los animales se ven forzados a concentrarse en pocas islas verdes, lo que puede cambiar la cantidad de adultos y crías, y hasta la relación entre machos y hembras, dentro de cada grupo”, comentó a Diario RÍO NEGRO el doctor Ricardo Gurtler, investigador del Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

La investigación fue llevada adelante también por Hernán Darío Argibay, María Marcela Orozco y Lucía Inés Rodríguez-Planes. Para hacer el trabajo contaron con subsidios del Conicet y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que fueron recibidos antes de 2023.

El estudio se propuso entender cómo la fragmentación del ambiente impacta en el día a día y el futuro de los monos aulladores, como los carayá. Fragmentar significa romper el bosque en pedazos más chicos, separados entre sí, casi como un rompecabezas en donde varias piezas faltan.

Los científicos usaron un método sencillo y efectivo: aprovecharon que los monos aulladores hacen llamados tan fuertes que pueden oírse a varios kilómetros. Los llamados vocales son audibles a uno o dos kilómetros y, a veces, hasta cuatro, dependiendo de las condiciones ambientales. Así detectaron la presencia de grupos en 113 lugares distintos, dentro de diferentes tipos de bosque en caminos rurales.

Luego observaron en detalle a 31 grupos, sin acercarse ni modificar su rutina. Así contaron cuántos adultos y cuántas crías había.

El futuro de los monos carayá depende de conservar los parches de bosque y unirlos mejor/ Carlos Schmidtutz.

El resultado más llamativo surgió al investigar la cantidad de grupos según la calidad del hábitat: “la cantidad de grupos disminuyó cuando aumentó la disponibilidad de hábitat óptimo”. En otras palabras, donde queda menos bosque bueno, los grupos se concentran y se distribuyen distinto.

El análisis incluyó cómo influyen la cantidad y la separación entre los fragmentos de bosque. Se observó que los grupos eran más grandes en lugares con más parches, pero si estaban muy separados, disminuía el tamaño promedio.

Otro dato importante fue que la proporción de hembras respecto a machos bajó en los sitios con mayor cantidad de bosque maduro. Esto ocurre posiblemente porque los machos tienden a dispersarse hacia otros grupos. Además, el número de crías subió en invierno y bajó en las áreas más fragmentadas.

Los investigadores sugieren que para asegurar el futuro de esos animales en el Chaco, se necesita mejorar la conexión entre los fragmentos de bosque y no dejar que queden aislados. “Unir conservación de la naturaleza y actividades rurales puede servir para que estos animales sigan encontrando alimento y formando grupos estables”, afirmó el científico.


Un equipo de científicos del Conicet y universidades públicas puso al descubierto cómo la forma y cantidad de bosque en el Chaco húmedo de la Argentina influye en la vida de los monos carayá.

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