Cobos quiere construir una concertación en 2009

El vicepresidente, "aislado y limitado institucionalmente", según su propia definición, vaticinó que "se abre una nueva etapa, de cambios" en la Argentina. Y anticipó que aspira a "una alternativa" con la UCR como "columna vertebral" y otras fuerzas, impulsando en 2009 una concertación democrática, tras la que él integró y que fracasó porque el ex presidente Kirchner "entorpeció al Poder Legislativo". Afinidades con Lavagna y Solá. Críticas a Carrió.

Redacción

Por Redacción

– Hace un año llegó al gobierno con expectativas. La Concertación estaba vivita y coleando. ¿Cuál es su balance de un año de gestión?

– La concertación no se dio en la medida en que nosotros la interpretábamos. El anhelo era fuerzas políticas de distinta pertenencia partidaria juntadas alrededor del liderazgo de la presidenta para establecer y discutir grandes políticas. No el día a día.

– ¿Y qué pasó?

– Si iba a haber un nuevo sistema jubilatorio, un nuevo sistema de retenciones, por lo menos teníamos que haber opinado para encontrar mejoras a la decisión de la presidenta. No se dio esa circunstancia. Concertación fue «te doy una obra, me firmás…». Eso no es concertación. Concertación es enriquecer un proyecto para dar una mirada de largo plazo al país. Más calidad institucional, para retomar el camino del federalismo.

– Sigue siendo vicepresidente. ¿Está a tiempo de reconstruir la alianza o es hora de pensar en otra alternativa?

– De abajo hacia arriba, yo no puedo convocar. Tendría que ser al revés. Mi función institucional y de compromiso con la gente que me ha votado, está. No depende de mí. Ayer (por el lunes), la presidenta convocó al diálogo y al consenso que reclamábamos y después sale el ex presidente con otro discurso.

– …Pero la presidenta es ella…

– …Bueno, ya lo sé. Pero es el presidente del partido Justicialista que está convocando a relanzar la concertación…

– ¿Cambió de alguna manera esa alianza de Kirchner por su apoyo en el peronismo?

– La idea era que Néstor Kirchner debía liderar un movimiento más amplio. Es lo que habíamos hablado, no del PJ. Ahora lo que se hizo es un adhesión de todos al PJ. Si el PJ dice una cosa, tenemos que salir todos atrás.

– El golpe financiero internacional hizo surgir el plan «B» del gobierno. ¿Quiere decir que está recapacitando?

– Al principio se dijo que estaba todo bien, pero después nosotros sabíamos que iba a haber efectos secundarios, que van a llegar el año que viene. Hay un conjunto de medidas que están bien y otras que, con algunas correcciones, se podían haber hecho con mejores resultados. Es el caso de la moratoria. Hay que saber el origen de los fondos repatriados, es lo mínimo. Y después todas las medidas extraeconómicas… Si vamos a hacer un plan de obras de 111 mil millones de pesos, ¿qué hubiera costado distribuir el impuesto al cheque y dárselo a los municipios? Bajar las obras, porque los municipios y las provincias deben ser artífices de su propio destino.

– Los gobernadores son dóciles. No plantean lo mismo que usted, ¿por qué?

– Sería lo bueno de una concertación futura.

– Hay nuevas medidas del gobierno, el impuesto a las Ganancias en favor de la clase media y un aumento para los jubilados. ¿Qué opina?

– No puedo ir en contra de lo que beneficia a la gente. Si están los recursos, hay que distinguir las medidas populares de las populistas. Yo quiero un gobierno popular, cuando las medidas son sustentables y se da lo que se tiene. Las populistas, dan más de lo que se tiene.

– La desconfianza hacia la Argentina ya existía ¿Ahora, nos creen más o menos?

– Ha habido señales no muy buenas, como el tema de las AFJP, que si bien todos sabíamos que había que solucionar y nosotros apoyamos, pero dijimos que también habría que mantener en adelante la libre opción. No avanzar en la recuperación de las funciones de cada uno de los poderes, nos ubica no muy favorablemente en el sistema internacional. El haber anunciado (el pago a los) los holdouts y después no haber hecho nada, deja todo pendiente. Habrá que seguir. Una cosa es decir «no le vamos a pagar» y otra «le vamos a pagar». Tenemos la justificación de la crisis internacional. Se verá si hacemos el esfuerzo que lo que iba a ser al contado, sea de otra forma.

– ¿Qué relevancia le otorga a la partida de Roberto Lavagna del gobierno K?

– Después de que se fue, el gobierno no fue el mismo. Fue un ministro con peso específico y una visión clara de lo que es la economía. Después no hemos tenido otro de ese perfil.

– ¿Se juntaría con Lavagna?

– Tuve muy buena relación con él mientras fui gobernador, a pesar de que tuve dos encontronazos fuertes. Es un hombre con el que se puede dialogar. Participó de un gobierno radical.

– ¿Podría, entonces, pensar en alguna concertación hacia delante?

– No tendría ningún problema.

– Sus colegas radicales, sin embargo, le reprochan a Lavagna haber querido volver al PJ…

– No le pueden reprochar que quiera tener intervención partidaria. ¿Qué quieren? ¿Qué se afilie al radicalismo? A mí me pidan que me defina. ¡Si yo nunca me fui del radicalismo! He sido siempre radical. No me fui como otros. Me echaron, me suspendieron… ¿Cuál es el tema que quiera dar la pelea interna? ¿No queremos institucionalidad política para los partidos?

– El radicalismo está en punto crítico ¿Hay que recrearlo?

– Es una necesidad. Pero antes de firmar acuerdos, primero el radicalismo se tiene que hacer fuerte devolviéndole la institucionalidad a cada uno de los distritos. Hay que elegir autoridades y encontrar procesos internos. De ahí, quizá, la UCR puede convertirse en la columna vertebral, con otras fuerzas, de una alternativa.

– La confrontación permanente que se le atribuye a Kirchner, también se da entre otros dirigentes… Carrió tiene una postura…

– …Lo de (Elisa) Carrió no lo comparto. No me gusta agraviar a nadie. Si alguien cree que hay un ilícito tiene que ir a la Justicia, pero la descalificación social y moral permanente, no ayuda en nada. El país es como una gran familia. Imagine si los hijos más chicos ven a los padres y hermanos que se están peleando, Eso no ayuda a la tranquilidad.

– Carrió no, pero dirigentes cobistas hablan con hombres de «Lilita». ¿Por qué?

– Sí, lo hacen porque tienen otro perfil. Comparten la idea de que hay que dialogar, por más que están bajo distintos paraguas. Si dos personas son iguales, hay una que no piensa.

– ¿Entre usted y ella no hay un choque de liderazgos?

– Hay que encontrar la forma de definir democráticamente. En comicios o internas abiertas. Hemos tenido un claro ejemplo en Estados Unidos.

– ¿Cómo avanzar en otra concertación si desde el vamos Carrió plantea que (Mauricio) Macri es el límite?

– Al diálogo no se le pueden poner límites. Quiero creer que estamos en una etapa de diálogo. Si no, empezamos mal. En el diálogo hay que trazar los puntos, conocer las visiones (educación, inseguridad, etc.) y después si compartimos, se verá. Esté país necesita de la derecha, la izquierda, centro, socialistas, liberales. En la medida en que haya moderación…

– …No parece un país de moderados…

– …No ¡Parece un país de locos! (risas). El comportamiento pendular ha sido uno de los problemas que ha tenido la Argentina. Se sabe hacia donde va un país, como Chile, que viene con una economía en crecimiento sostenido pero tiene un rumbo definido. Nosotros pasamos de un extremo, donde el Estado no debe hacer nada, a otro, donde todo lo puede hacer el Estado. No encontramos el equilibrio. Hay cosas buenas de los dos.

– Son muchos los dirigentes que consideran que entramos en una etapa postkirchnerista. ¿Comparte?

– Sé que ese una etapa nueva. Lo presiento, lo percibo. No sé si será kirchnerismo cambiado u otra cosa. Pero hay que hacer cambios. ¿Qué cambió de los Kirchner para que no tengan la misma relación con la sociedad? Justamente, no cambiaron nada. Había que avanzar cuando la gente veía que había que recuperar la autoridad presidencial y existía una gran pobreza. Cuando eso ya está y la mirada es hacia un país a largo plazo, requerimos instituciones. La seriedad la da el Congreso, no la delegación de poderes. Hay que encontrar las nuevas respuestas que la sociedad reclama. Se verá cuál será la alternativa.

– A usted le va costar manejarse. Se vienen las parlamentarias y Kirchner reclama más alineamiento…

– …hay que distinguir cómo llegamos. Lo hicimos con una fórmula compartida en todas las provincias. En Río Negro y Mendoza fueron distintos candidatos. No me pueden pedir a mí, al vicepresidente, que sea el único que no pueda hacer política. Voy a seguir bregando por lo mismo: no ser oposición, sino alternativa. Lo que está bien, bien y lo que está mal, diremos nuestro parecer. No tengo la posibilidad de discutir porque al vicepresidente no lo convocan: ¿qué les digo a los intendentes? ¿qué no tenemos que hacer nada?

– Más allá de su decisión de terminar su mandato en 2011, algunos de su seguidores, como Daniel Katz, lo ubican como vicepresidente a plazo fijo.

– No sé qué podrá ocurrir hasta el 10 de diciembre de 2011. No le hace bien al país que especule.

– ¿No está rondando el fantasma de (Chacho) Alvarez?

– No se puede comparar. Son épocas y circunstancias distintas. La gente me dice «no vaya a aflojar», «no se vaya», «quédese». Me quedaré, por más que sepa que estoy aislado, limitado institucionalmente en mis responsabilidades.

– Para el cambio que usted percibe, ¿qué importancia tienen las legislativas de 2009?

– Son muy importantes. Por primera vez, se mirarán con lupa. Se verá si la sociedad de alguna manera reclama una visión distinta. Una alternativa, más moderada, federal e institucional. Queremos recuperar la coparticipación para las provincias y el correcto ejercicio de cada uno de los poderes.

– ¿Cómo es su convivencia con Felipe Solá?

– Muy buena. El viernes estaremos juntos en Mendoza. Va porque se generó un partido que busca la concertación.

– Kirchner dijo que si se lo cruza, usted no le podría sostener la mirada ¿Lo miraría fijamente?

– Claro que sí. Sí. Además de mirarlo a él, puedo mirar a la gente también. No he cambiado, ni decepcionado, ni traicionado nada.

– De sus palabras se desprende que hay coincidencias de fondo entre usted y Kirchner. ¿La forma es la que tiró la estantería?

– El cambio de formas es lo que requiere esta etapa. Es lo que no ha entendido. Se puede llegar a las mismas cosas y mejoradas, con mayor consenso. ¿Qué se pierde con introducir modificaciones? ¿Qué temor hay? Los legisladores iban a hablar y luego volvían diciendo «no tengo margen, no tengo margen». Sé que la postura de muchos es encontrar consensos y lo que está haciendo (Kirchner) es entorpecer al Poder Legislativo. Si mando un producto y veo que lo pueden mejorar, ¿para qué insistir? ¿para decir «yo siempre gano y tengo razón»? El poder hay que ejercerlo convenciendo, no imponiendo.

– ¿No se le animan los dirigentes a Kirchner?

– No se le animan los ministros a dar sugerencias por temor a cualquier cosa. Es así. Hay que gobernar democráticamente, sino ¿de qué concertación vamos a hablar?

 

ARNALDO PAGANETTI

CLAUDIO RABINOVITCH


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