Bordeando la cornisa

El gobierno continúa con la política y la creencia de que la solución económica al tremendo embrollo en que se encuentra nuevamente la hallará en el accionar del Banco Central a través de la colocación de títulos que pagan elevadísimas tasas de interés con el propósito de que sean utilizados como instrumento definitorio en la política por control de la inflación, esto es lo correcto para evitar brotes inflacionarios donde la economía está funcionando adecuadamente, si bien con algunos sobresaltos.

Pero en una economía como la nuestra que hace agua por todos lados sólo consigue incentivar las dudas y temores en todos los agentes del mercado, si bien al absorber el dinero evita y logra dos propósitos: controlar el valor del dólar y limitar el consumo y la compra de bienes, así logra controlar la inflación. Pero cuidado que si a esto sumamos la correcta decisión de lograr un déficit 0 que conlleva no emitir y también elevar las tasas de interés a niveles astronómicos la conjunción de ambas decisiones nos lleva al consiguiente estrangulamiento financiero y económico o de las empresas. Y si a ello agregamos la abrumadora carga impositiva que soportan comprendemos el por qué de la cantidad de grandes empresas que suspenden personal, de pymes que están terminando en la quiebra y de economías regionales en crisis.

Pero en este acertijo por controlar la inflación independiente de las adversas consecuencias arriba mencionadas están los intereses que se pagan por las Leliq, que son títulos en pesos a siete días y que sólo pueden adquirir los bancos. El monto que por día el Banco Central paga de intereses por estos títulos el último viernes fue de $ 1.200 millones diarios, equivalente a alrededor de 30 millones de dólares al día. Desde luego que a esta cifra debemos sumar los intereses que se pagan por la deuda ya contraída y desde luego la que va a contraer con el FMI.

Estas escalofriantes cifras del pago de intereses por nuestro endeudamiento tanto interno como externo son una sangría insostenible en el tiempo. La gran pregunta es hasta cuándo continuaremos endeudándonos tan irresponsablemente. Si a este desolador panorama sumamos eventuales problemas externos como pueden resultar una suba de la tasa de interés en EE. UU. o una aceleración en la incipiente guerra comercial entre EE. UU. y China, o un deterioro en las relaciones comerciales con Brasil por la elección de Bolsonaro, o un aumento en el precio del petróleo por una eventual crisis con Arabia Saudita, el panorama podría resultarnos por demás complicado.

Estas cifras de pagos de intereses reitero son escalofriantes, cada uno puede sacar la cuenta que quiera en cuanto a todo lo que se puede hacer con la magnitud que diariamente cobran de intereses los bancos. Antes fueron las Lebac, hoy son las Leliq; ahí, entre otros muchos motivos, pueden encontrar el por qué de las extraordinarias ganancias que muestran los bancos en sus balances.

Ahora bien, ¿qué es lo que tanto preocupa al mercado? El hecho de que el gobierno no hace las correcciones necesarias para realizar la verdadera reestructuración del Estado, para su correcto funcionamiento y accionar, y así hacer menos onerosa la carga impositiva, en especial para las empresas pymes que son las mayores dadoras de trabajo y el verdadero motor de las economías regionales.

A no dudar de que estamos ante una crisis de impredecibles consecuencias, que cada uno saque sus propias conclusiones, y verá que quienes parecen ser agoreros de males mayores sólo son quienes comprenden la magnitud de la encerrona a la que nos está llevando este desgobierno económico.

Hoy Nación tiene puestas todas sus fichas en que la inflación disminuya y que en marzo con el ingreso de divisas provenientes de la cosecha pueda comenzar a remontar la cuesta, siempre y cuando lo social no haga eclosión antes. En el mientras tanto todos esperamos, unos con fe, otros escépticos, el resultado; el tiempo y los acontecimientos nos darán la respuesta. Pero no dudemos de que estamos bordeando una cornisa que sólo tiene a ambos lados el abismo.

* Presidente del Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (Iader)


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