Cómo estudiar con la adversidad como compañera

Varvarco está a 113 kilómetros de Chos Malal, al pie de la cordillera. Hasta este lejano lugar llegan chicos con ganas de aprender, quienes que para poder estudiar enfrentan el frío y la distancia.

VARVARCO (Enviado especial, Adriano Calalesina).- La adversidad no es otra cosa que el costado de una sencilla vida que los chicos de escuelas de los parajes de la Patagonia deben enfrentar todos los días.

La luz del alba es la esperada señal para que a la hora exacta la mano de un niño abra la tranquera del corral y deje escapar a sus animales para no verlos más hasta el atardecer. Satisfecho con esto, se prepara para ir a la escuela. No importa cómo lo haga. Lo importante es llegar al aula.

Entre los cerros, en uno de los intrincados caminos que conduce al norte de Neuquén, se encuentra la pequeña localidad de Varvarco, a 113 kilómetros al norte de Chos Malal. Allí, nadie sale impune de las bajas temperaturas que en pleno invierno llegan hasta los 22 grados bajo cero. Una geografía teñida de matices marrones, vientos que hacen volar rocas de lo alto de los cerros y nubarrones que amenazan todo el tiempo.

Ramón Atilio Vázquez, con sólo 14 años, sabe que para llegar a tiempo a las clases de su maestra Alejandra tiene que partir de su casa una hora antes de que suene la campana de entrada. Por estos días a las 7 de mañana está muy oscuro, pero Atilio asegura «no tener miedo» cuando desafía diariamente a pie el largo recorrido sinuoso de 7 kilómetros (catorce ida y vuelta) acompañado de abruptos precipicios. Antes de cada partida, su madre le acomoda el cabello, le arregla la ropa y lo despide con dos besos en el acceso al camino que va a la escuela de Varvarco.

Sin lamentos, Atilio asegura que no seguirá estudiando cuando termine la escuela primaria el año que viene. A él sólo le apasiona cuidar a los animales, y faldear los «piños», como le llaman en el norte al rebaño de chivos, que apostados en los cerros se ven a los lejos como pequeños puntos blancos moviéndose desde las laderas hacia las cumbres de los cerros y viceversa.

Pero Atilio no es el único chico que sexto grado que tiene que enfrentar las duras condiciones climáticas adversas que muchas veces no le permiten llegar a la escuela. A lo largo y ancho de la provincia de Neuquén existen 64 escuelas que se encuentran en zonas poco accesibles. Es por esta razón que el ciclo lectivo -a la inversa de los demás- comienza en los primeros días de setiembre, cuando asoma la primavera y culmina en mayo, con el invierno en la puerta.

Ayer en Varvarco, los chicos de la escuela 206 festejaron por tres. Primero, el aniversario del 25 de mayo, después la despedida de los flamantes egresados de jardín y séptimo grado, y por último, la culminación del ciclo lectivo 2000-2001 donde asistieron autoridades del gobierno.

Enseñar en los parajes

La ríspida geografía de Varvarco, fue el lugar elegido por 8 maestras sin otra pasión que la de enseñar en cualquier rincón de la provincia donde haya un niño.

Según Nora Mantero, directora de la escuela, «los contenidos educativos que se dan en la provincia en este lugar los vamos adaptando a la geografía y a las costumbres de los chicos, aunque sean los mismos».

Los eternos silencios que esconden las montañas y la quietud de una vida con menos impulso que la de las grandes ciudades, hacen que los niños de Varvarco y zonas cercanas posean otras cualidades en sus sentidos.

No es casual que en ese lugar los alumnos tengan preferencia por disfrutar plenamente las clases de música. Sandra Pino, maestra de música, dice que «muchos piensan que ellos no tienen otras posibilidades de contacto, pero la verdad es que son los chicos más creativos que conocí. Tienen la capacidad de percibir y diferenciar diferentes sonidos. En las clases les gusta mucho la música de la zona, como las cuecas, las rancheras y hasta música mexicana. Ellos tienen mucho respeto por escuchar algo diferente, son chicos muy alegres».

Y en verdad que lo son.

Los ocho egresados

VARVARCO (ACHM). – Un día inusual se vivió ayer en al norteña localidad de Varvarco, donde finalizó el ciclo escolar de las escuelas del período setiembre-mayo en Neuquén.

Enmarcado en un paisaje cordillerano, rodeado por el río Neuquén y las majestuosidad de las cerros, Varvarco fue el lugar elegido para realizar el acto de cierre del ciclo lectivo en 64 establecimientos educativos de toda la provincia.

La ceremonia se llevó a cabo en el salón comunitario, ubicado a escasos metros de la Escuela Primaria 206, de donde egresaron 8 estudiantes de nivel primario y 7 de preescolar.

José Wálter Guerrero, Víctor Eusebio Méndez, Aníbal Antonio Valdez, Angel Gabriel Valdéz, Eliana Vanesa Guerrero, Yolanda Hernández, Fabiana Hernández y Etelvina Fuentes fueron los egresados de esta escuela.

Todos los chicos comenzaron con las actividades escolares en septiembre del año pasado, pero cuatro finalizaron en febrero y los tres restantes recién lo hicieron ahora.

Esto se debe a que debieron reacomodarse los contenidos para que los niños que habían manifestado su intención de continuar estudiando pudieran ingresar al secundario en marzo.

José Guerreo, Víctor Méndez y Aníbal Valdez fueron quienes decidieron no continuar, al menos por este año y prosiguieron hasta ayer, en que recibieron junto a los otros cuatro estudiantes diplomas y medallas recordatorias.

La escuela 206, de donde egresaron los 8 estudiantes, comenzó a funcionar como el colegio nacional 147 y posteriormente por decreto del gobernador Felipe Sapag el 24 de enero de 1964 fue creada como la primaria 206.

Su primer maestro fue Jorge Augusto Cruceño, quien tres años más tarde asumió como director interino.

Nuevo plan de educación

VARVARCO (ACHM)-El vicegobernador Jorge Sapag anunció que el gobierno pondrá en marcha un programa de educación a distancia que permitirá a muchos neuquinos acceder al conocimiento.»Es una política de gobierno que pronto la vamos a llevar a la práctica», indicó.

Sapag recordó que hace 40 años, la provincia tenía los índices más altos de analfabetismo. «Ocupábamos el cuarto puesto en la Argentina y el más alto de la Patagonia», recordó.

En la ceremonia, el funcionario volvió a reiterar la inversión de 35 millones de pesos que ha hecho la provincia para concretar 250 nuevas aulas, refacciones en el 30% de los edificios y la ejecución de 14 establecimientos educativos.

VARVARCO (ACHM).- Ramón Atilio Vázquez es uno de los tantos niños que habita este rincón de la provincia del Neuquén, donde la vida no es apacible y donde el sacrificio es habitual en sus vidas.

Su casa está ubicada camino hacia Colo Michicó, a la margen izquierda del río Neuquén y debe recorrer caminando 12 kilómetros -ida y vuelta- de la escarpada geografía para llegar a la escuela. La 7 de la mañana es el horario que se ha fijado Ramón para poder llegar a las 8,15 a la Escuela 206, donde a partir de septiembre cursará séptimo grado. El chico vive junto a sus padres Ramona López y Luis Vázquez, y los que quedan en la casa de sus ocho hermanos.

Aunque tiene un caballo, al que cariñosamente llama «Petiso», prefiere que él se quede en casa porque «lo tengo que dejar a atado sin comer muchas horas», dice.

El cuidado de los animales es una de sus tareas principales, pero también se ocupa de los arreos.

«Los animales están en Huantraico», dice Ramón, refiriéndose a chivos, ovejas, vacas y algunos yeguarizos. Permanecerán allí hasta noviembre, cuando comenzarán el camino a la veranada. Para esa época Ramón estará en la escuela, pero los últimos días del año y los primeros del que viene el pequeño aprovechará el receso para ir a Los Chenques y ayudar a su padre en las tareas de campo. A pesar de su corta edad sabe del sacrificio. No es trabajo fácil arrear los «piños» desde un lugar a otro en busca de alimento. Son noches de soledad, recorriendo la mayor parte de las veces una inhóspita geografía.


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