Cómo “gambetearle” al frío

El microclima de un jardín depende de su ubicación y los reparos del viento.

Los que habitamos en este angosto y extenso valle a la vera del caudaloso río Negro, somos “de cada pueblo un paisano”, o sea que en su mayoría es una población oriunda de otras regiones del país, climáticamente más favorecida que la nuestra. Y ese origen es el que da la fisonomía a nuestros jardines porque, quien más, quien menos, todos queremos tener en ellos plantas que muchas veces asociamos a nuestros recuerdos juveniles. Ejemplo típico son los limoneros… o los naranjos, con su exquisito aroma a azahar. Podemos incluir muchas otras especies y sería largo ennumerarlas. Este afán legítimo de remembranza, choca con una realidad de fierro… las heladas de otoño e invierno, que nos vuelven a la realidad de que vivimos en el norte de la Patagonia, sitio de transición entre un clima templado cálido y otro templado frío. La pregunta es si podemos de alguna manera “gambetear” esta realidad y la respuesta es… se puede, pero hasta cierto punto. Veamos qué es lo que podemos hacer. ISLAS DE CALOR En primer lugar, tener en claro las condiciones microclimáticas de nuestro jardín. Las ciudades son “islas de calor”, pero no será lo mismo un jardín ubicado en el centro de una ciudad de cierta densidad como Neuquén (foto), Cipolletti, Regina o Roca, que otra más pequeña como Mainqué, Fernández Oro o Cordero. La diferencia está dada por las construcciones y pavimento que almacenan calor y la cantidad de calefactores que permanecen encendidos de noche. Tener un termómetro de consulta permanente es una buena medida para tener una idea en ese sentido y compararlo con las temperaturas que se anuncian de las estaciones meteorológicas cercanas, todas ubicadas a pleno campo. Puede haber desde 7 a 10 grados a favor en otoño y menos en invierno. En segundo lugar tener en cuenta el factor viento del sudoeste, que en nuestra región es el dominante y hace descender bruscamente la temperatura. Una ubicación encerrada por edificios altos, arbolado denso o cercos protectores, amortiguarán su incidencia. MEDIDAS ADICIONALES Podemos reforzar esa condición de microclima en el jardín mismo, si tenemos paredes que reciban el sol y almacenen el calor. Las de ladrillos a la vista serán la mejor “pila” calórica. Un estanque en un lugar estratégico, como el de la lectora Marién Fernández (foto), puede agregar algún grado más y muchas veces esos pocos grados hacen la gran diferencia… tenemos la experiencia de 2007, de heladas de hasta -18ºC a campo. En tercer lugar, valernos de las experiencias de otros jardineros. Recorriendo sus alrededores, seguramente encontrará referencias útiles … por supuesto que podrá consultar libros, pero esos antecedentes serán de suma utilidad y lo ayudarán a tomar decisiones acertadas. Hasta aquí, someramente, los consejos desde el punto de vista práctico y previo a la elección y plantación. En la próxima nota, le daré algunos datos de cómo aumentar la resistencia natural de las plantas sensibles a heladas.

TEODORICO HILDEBRANDT ELJARDIN@RIONEGRO.COM.AR


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