Cómo hizo para crear esta bodega con perfil turístico en Río Colorado

La nueva ruralidad patagónica. Ezequiel Naumiec, uno de los personajes necesarios en la economía rionegrina.

Ezequiel Naumiec (48) es el propietario de una pequeña porción del planeta increíblemente bella por su naturaleza e intervención de la mano del hombre en la colonia Juliá y Echarren, a la vera del río Colorado, en Río Colorado.

Es allí donde tiene viñedos y una de las bodegas boutiques más nuevas y lindas de la región, Trina. Acercarse a este lugar, conocer a Ezequiel y su familia, recorrer los cultivos, probar los vinos y comer en el restaurante de la bodega es una experiencia inolvidable. Y hacerlo desde la media tarde hasta el anochecer, todo en más glorioso todavía.

Ezequiel Naumiec, un hacedor nato que confía en el potencial económico, productivo, turístico y gastronómico de Río Colorado.

“Mi inserción en el mundo del vino fue causal de la vida misma, la misma que te lleva cuando te movés con pasión. Comencé en la vitivinicultura desde el sector comercial, como licenciado en Comercio Exterior. Entre los varios productos que promocionaba en los mercados exteriores, varias bodegas de Mendoza y San Juan eran parte de mi porfolio. Rondaban los comienzos del 2000 y al servir cada copa de vino en las degustaciones en las distintas ferias internacionales supe en ese momento que no era sólo una bebida, que era mucho más. Fue entonces que entendí su complejidad y las apasionantes historias de sus productores me atraparon para nunca más salir de ellas”, comenta el protagonista a “Río Negro”.

Como un ala de un pájaro en la tierra cultivada, la primera impresión que se tiene al llegar a la bodega Trina, en Río Colorado.

“Siempre tuve en mente tener mi propia bodega para plasmar el 100% mis ideas. Durante tantos años en la industria soñé cada detalle del proyecto. Recuerdo de las críticas con cariño que familiares y amigos me decían sobre lo “acumulador” de objetos antiguos y atípicos que era, y yo prefería reír antes que tener que explicar la gran cantidad de ideas que daban vueltas en mi cabeza”, agrega.

Hasta que un día encontró este lugar acá en Río Negro, un paraíso de viñas detenido en el tiempo, un polo vitivinícola olvidado en el pasado. Un lugar con más de 17 bodegas abandonadas le permitió aunar tres palabras que siempre le sonaban como un mantra: Patagonia, historia y Malbec. “Era un tridente que no podía fallar. A eso le sumé lo orgánico; vivimos del medioambiente, entonces, cómo no cuidarlo, ¿no?”.

Así fue concibiendo esta nueva bodega rionegrina con un perfil turístico en paralelo con la cuestión productiva. Acá se planificó la bodega en función de la actividad turística, elemento que le da una característica especial a este emprendimiento. Tiene un restaurante abierto al público con un menú estable con productos regionales y de estación.

Atardecer en la bodega, un plan para un fin de semana de paz. Foto: Bodega Trina.

Nace el proyecto

Tenía claro que el proyecto arquitectónico debía basarse en tres pilares importantes: los pájaros y su trinar (no hay buenas uvas sin ellos) y su estrecha relación con la vid; las atrae su color para que llevar su semilla lejos y así la especie continúa. Por ese motivo la bodega es un ala de un pájaro reposando sobre la costa del río Colorado. Uno cuando entra a los viñedos y empieza a ver a lo lejos esta forma sorprende y emociona.

El segundo pilar es la historia, detenida en los años 50. “Era fundamental reescribirla ya que de ahí nace la mezcla de lo antiguo y lo moderno, que conviven en cada detalle del proyecto, tal como lo refleja la etiqueta de Trina. Durante varios años junté puertas antiguas, hierros, mármoles de carrara que Luigi (el bisabuelo italiano de Paula, mi mujer) que había obtenido en un cierre de un sauna en La Boca, así como muebles antiguos de la vieja casona de Paternal”, comenta Ezequiel.Y el tercer pilar es lo moderno, líneas rectas, lo actual, el hoy y ahora con todo lo que la tecnología logró por la industria vitivinícola.

Los vinos que producen en Trina, viñedos y bodegas ubicados en Río Colorado.

¿Vamos bien con la línea del tiempo? 2010 conocen Río Colorado; 2013 compra con su mujer estas tierras y empieza a viajar todo el tiempo entre Río Negro y Mendoza todo el tiempo. “Llegué a manejar 50.000 kms por año en auto”, cuenta. En el 2018 se desvincula la bodega de San Rafael para enfocarse en un 100% en Trina. Y en el 2020, apenas iniciada la cuarentena se traslada con toda su familia a vivir en Río Colorado.

Este momento de la bodega: “Creo que en la vitivinicultura hay que hacer una división entre las grandes corporaciones, que son fábricas de vino y la de vinos de terroir o bodegas boutiques que buscan calidad sobre el volumen de elaboración. Río Negro va de la mano de la segunda clasificación y es ahí donde podemos centrarnos en hacer sentir al consumidor que viva una experiencia y no solo la venta de un producto”, teoriza.

Un sector de la galería de la bodega Trina con vista al río Colorado. Paz y serenidad total garantiza este lugar.

La nueva ruralidad en Río Negro

En este contexto, Ezequiel forma parte de una camada de profesionales y emprendedores que le dan rostro a la nueva ruralidad, ese espacio que vincula a la ciudad con la chacra y el campo de un modo distinto a lo que veníamos viendo. Cómo: él mismo lo explica así. “Hoy la manera de consumir vino cambió. No solo se vende una botella de vino sino también la historia detrás que hay detrás de toda la cadena productiva. Para la industria regional es fundamental lograr la unión de la vitivinicultura, la gastronomía y el turismo, justamente por que conforma una experiencia. La vitivinicultura de Río Negro está compuesta en su mayoría por bodegas boutiques, lo que hace que tengamos la posibilidad y la gran ventaja de que los propios hacedores de vino, como protagonistas de la película, puedan contar en primera persona sus experiencias vividas en cada copa servida. Y si a eso le sumamos el maridaje donde el chef explica el puente entre el plato y la copa servida, logramos un receta única y hacemos sentir esa experiencia única. Por eso, si logramos afianzar la unión gastronómica y la vitivinicultura tendremos un producto único y no tendremos que competir con otras provincias en el plano productivo porque tenemos un valor, un producto y una experiencia única y diferente”.

Su idea central en este tramo de su vida pasa por lograr que Trina sea la punta de lanza para poner nuevamente la historia vitivinícola de Río Colorado en primera plana y que el pueblo vuelva a ser el maravilloso polo vitivinícola que fue.

La bodega tiene un restaurante donde dos cocineros comandan la gastronomía que ofrecen al visitante.

La alianza con el turismo y la gastronomía

Días atrás, la colonia Juliá y Echarren de Río Colorado fue sede de un mega encuentro gastronómico, turístico y cultural organizado por Enbhiga, entidad que viene concretando encuentros entre cocineros, agentes turísticos y productos para poner en valor las economías locales y regionales.

En esta última edición, la bodega Trina fue uno de los escenarios de las intervenciones gastronómicas por el convencimientoque tiene su dueño, Ezequiel Naumiec, que alianza de este tipo debieran ser las habituales para crear sinergia productiva.

Ezequiel (izq) en acción en el área de fuegos (parrillas y hornos) en el exterior del restaurante de la bodega.

“La tendencia a lo natural y la poca intervención del hombre hace que esta ciudad y la región estén en un momento único que tenemos que saber aprovechar. Por ello es fundamental trabajar en equipo, tanto el sector privado como estatal, compartiendo experiencias y sabidurías para poder avanzar con éxito. Mucha gente de ciudad como es mi caso se está mudado a zonas rurales y traemos el conocimiento de lo que las grandes mercados demandan. Al combinarlo con el conocimiento de trabajo que hay en la zona rural es altamente probable que logremos alcanzar un posicionamiento de excelencia. Si a esto le sumamos la coyuntura que nos deja la pandemia, donde la gente busca productos saludables sobre lo industrializados, el turismo rural se posiciona como una oportunidad plena, tanto en lo cultural como económico, social y productivo. Este nuevo paradigma hace que la región tenga la oportunidad de poder satisfacer estas nuevas necesidades”.

¿Cuántos Ezequieles más hacen falta para crear el futuro que todos deseamos? Hay muchos como él, menos mal.

Brindis en un momento gourmet en una mesa servida en el exterior del restaurante de la bodega Trina.


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