¿Cómo será la segunda parte del romance entre Messi y el Barcelona?

Una historia de (des)amor que tendrá una nueva oportunidad. Obligado o no, el vínculo entre Lionel Messi y el Barcelona vivirá una segunda parte atenta a miradas desconfiadas, recelos y puñales bajo el poncho blaugrana.
Messi permanecerá al menos una temporada más en el club de toda su vida, y tal como lo ha manifestado, lo hará para no entrar en una suerte de batalla legal casi contra el mismo: nada ni nadie puede poner en tela de juicio su barcelonismo, una palabra que marcó tendencia desde que el jugador envió el famoso burofax pidiendo salir del club, el pasado 25 de agosto.

Con esta decisión de permanecer en Cataluña para no ir a juicio contra el club de sus amores, Messi deja en claro que su apego al barcelonismo es más fuerte que la perfidia de Josep Maria Bartolomeu, quien ahora está a salvo de no quedar en la historia como el presidente culé que obligó al hijo dilecto a partir del club.
Lo que Bartomeu no podrá evitar de aquí hasta el final de su mandato (marzo del 2021), será el dedo acusador del hincha blaugrana, que ve en su figura al responsable de la posibilidad de que Barcelona pudiera quedarse sin el ídolo eterno a causa de su deslealtad y falta de palabra.

“Siempre dije que me quería quedar aquí. Que quería un proyecto ganador y ganar títulos con el club para seguir agrandando la leyenda del Barcelona. Y la verdad que hace tiempo que no hay proyecto ni hay nada, se van haciendo malabares y van tapando agujeros a medida que van pasando las cosas”. En esta frase extractada del video de más de 18’ donde confirma que se queda, Messi sintetiza el nudo del conflicto que desencadenó en el intento de salida.

Con su permanencia, Messi pone blanco sobre negro sobre quién es quién en este Barcelona. Bartomeu deberá responder ahora en qué malgastó los 222 millones de euros de la venta de Neymar al Paris Saint Germain en 2017. El presidente privó de competitividad al equipo con refuerzos que no estuvieron a la altura, contrataciones de técnicos sin pergaminos (caso Quique Setién), confiando –como afirmó el chileno Arturo Vidal– que el ADN futbolero gestado en la cantera catalana alcanzaría para ser protagonista en las grandes citas.
Con 34 títulos, entre ellos 4 Champions League, innumerables récords tanto individuales como colectivos, Messi engrandeció al Barcelona como nadie y lo hizo un símbolo planetario del fútbol. No sólo al club catalán, sino también a la Liga.

En España afirman que el ente encabezado por Javier Tebas, más allá de alinearse con el Barcelona en negar la libertad de acción a Messi, no querían saber nada con que el crack dejara el campeonato español. Incluso afirman que ya pautaron adelantarle dinero de la televisión al Barcelona para que cuente con recursos para futuras adquisiciones que acompañen al crack.
En España ya no juega Neymar, tampoco Cristiano Ronaldo, por lo que la salida de Messi hubiera sido un golpe fatal, deportivo y económico para la Liga. Perder la última punta del tridente de futbolistas más taquilleros del planeta no era una opción.


Ahora comienza otra historia: Leo sigue en el Barcelona, pero nadie sabe cómo será la convivencia con Bartomeu. La relación quedó muy deteriorada.


Messi es el artillero top en la historia de la Liga española, el máximo anotador en un año: 91 conquistas en el 2012 y máximo goleador de la historia del Barcelona con 634 tantos en 731 encuentros. El monstruo competitivo que habita dentro de Leo pide más. ¿Podrá el Barcelona complacerlo? Quién sabe.
Lo que sí sabe ahora esta dirigencia es que Messi está dispuesto a dar el paso, y que al fin y al cabo para el mejor jugador de la historia del Barcelona la puerta de salida no está tan lejos.


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