Exclusivo Suscriptores

Cómo trabajan los “cazadores” de lagomotos en la Patagonia

Son investigadores del Conicet que han identificado deslizamientos subacuáticos en los lagos Huechulaufquen, Lácar y Traful, en Neuquén y en el lago Futalaufquen, en Chubut.

La probabilidad de que ocurra un tsumani en un lago de la Patagonia es muy baja, pero existe. Para prestarle atención a ese tipo de movimientos subacuáticos, hay un grupo de “cazadores” de lagomotos. Son el primer grupo de estudio de tsunamis lacustres en Sudamérica. Se gestó en Bariloche, donde investigadores y becarios del Conicet indagan cómo funciona este fenómeno, los lugares en que se producen y la frecuencia.

La investigación comenzó casi de casualidad en 2006, a partir de un informe geológico que fue solicitado a la Universidad Nacional del Comahue (Unco) vinculado al proyecto del Centro de Congresos y Convenciones de Bariloche en la costa del lago Nahuel Huapi.

“Nos pidieron asesoramiento ambiental. También se evaluaban los aspectos urbanísticos y de tránsito. Desde nuestra área, evaluamos los tsunamis como un aspecto de peligrosidad a considerar”, sintetizó el geólogo Gustavo Villarosa, investigador del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (Ipatec), que depende de la Universidad Nacional del Comahue y el Conicet.

En ese momento, se convocó al geólogo francés Manu Chapron y al oceanógrafo Eduardo Gómez, actual director del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO) del Conicet en Bahía Blanca, que aportó un perfilador, un equipo para realizar un mapeo del fondo del lago a fin de entender qué sucede con los sedimentos.

Ese estudio remitió al lagomoto en el Nahuel Huapi el 22 de mayo de 1960 que arrasó con el muelle, hundió embarcaciones y provocó la muerte de dos personas. “Descubrimos un deslizamiento de los sedimentos en el fondo del lago frente al puerto San Carlos (a metros del Centro Cívico) que se disparó a raíz de las vibraciones del sismo de Valdivia, Chile”, detalló Villarosa que lidera el equipo.

“Hoy se sabe que, en muchos casos, hay una relación entre grandes sismos y las erupciones volcánicas”, aclaró el geólogo y detalló además, que a partir de un sismo o cualquier otra vibración, los sedimentos que están bajo el agua -especialmente en la zona de pendientes del lago- se vuelven inestables y pueden generar desplazamientos.

Luego de la publicación de ese trabajo científico en la revista de la Asociación Geológica Argentina en 2009, el equipo sumó a la geógrafa especializada en Geografía Física Débora Beigt y se abocó a buscar evidencias de fenómenos similares en otros lagos. Lograron identificar deslizamientos subacuáticos en los lagos Huechulaufquen, Lácar y Traful, en Neuquén y en el lago Futalaufquen, en Chubut.

Villarosa describió que se trata de grandes volúmenes de sedimentos que, al desplazarse en el fondo, mueven una masa de agua produciendo, a su vez, una gran ola en la superficie. “El problema es que esa ola puede ser bastante destructiva. Pero lo peor suelen ser las consecuencias directas del derrumbe de sedimentos cercanos a las costas en playas o ambientes de deltas que frecuentemente están ocupados por infraestructura (muelles, balnearios)”, explicó el investigador y puso como ejemplo: “Es lo mismo que sucede en la ladera de una montaña con la remoción en masa -o los mal llamados aludes-. Cuando se produce un derrumbe en una ladera en un ambiente aéreo se puede detectar. Debajo del lago, no es tan fácil”.

Consideró que se trata de “un fenómeno recurrente con una capacidad destructiva que debe tenerse en cuenta, más aún con el aumento de la densidad poblacional, la ocupación de espacios en las costas del lago y la actividad lacustre en aumento”.

Vestigios de los sismos en los lagos

Muchos sismos en la cordillera patagónica se perciben en la región, como sucedió con el Concepción, Chile, en la madrugada del 27 de febrero de 2010, con una magnitud 8,8. En esa ocasión, se produjo un deslizamiento de la costa de un delta en el lago Huechulaufquen, en el parque nacional Lanín, que arrastró el muelle recién construido de una hostería. Algunos pobladores comentaron también que sus embarcaciones aparecieron a la mañana siguiente, a varios metros sobre la playa.

Algunos años después, también se registró un deslizamiento subacuático menor en uno de los brazos del lago Nahuel Huapi que arrastró un muestreador que el Ipatec había colocado para registrar la cantidad de sedimentos que ingresa de uno de los ríos y los movimientos en el delta. Finalmente, se encontró el aparato que estaba enterrado varias decenas de metros alejado de su posición original.

 “Vivimos en una zona con sismicidad moderada pero es zona sísmica al fin y al cabo. Hay sismos que se sienten y muchos otros no. Cada tanto, los sismos más fuertes pueden disparar estos deslizamientos”, insistió.

Hoy, los investigadores avanzan respecto a los factores que condicionan la recurrencia de los tsunamis lacustres y “en un modelado de olas para saber que con un determinado deslizamiento, se generaría una ola de cierta altura que impactaría en determinados lugares”. Con esta información, se podrá realizar un mapa de riesgo con información técnica para que las autoridades municipales, provinciales o nacionales “evalúen estrategias de gestión de riesgo en cercanías de los lagos”.


El vaticinio de un tsunami en Villa Traful


En septiembre del 2019, un informe del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA)advirtió que una pared montañosa quese desplaza hacia el fondo del lago Traful podría producir un desmoronamiento, con alto riesgo de un tsunami.

Villarosa minimizó la alarma: “Se genera un movimiento lento de una ladera que no es no subacuática. Esa tierra se va metiendo en el lago. Lo que planteaban es que si ese movimiento se acelerara, podría producirse un tsunami. Pero se calculó un movimiento exagerado”.  A raíz de ese informe de la UBA, el parque nacional Nahuel Huapi convocó a Villarosa, como experto en tsunamis lacustres, para investigar ese sector subacuático. “Entregamos un informe que no es público pero es tranquilizador en cuanto a las dimensiones y la potencia destructiva de lo que se planteó originalmente. Hay un problema pero claramente no es de la dimensión que se dijo”, señaló Villarosa.


Comentarios