“Con discriminación no se negocia, se la enfrenta”

Padre de un hijo gay, Alfredo Cuccovillo templó el debate en la Cámara de Diputados sobre el matrimonio entre homosexuales. Vía un estilo directo, descarnado, arremetió serenamente contra la consagración de ciertos pensamientos y la discriminación.

Redacción

Por Redacción

entrevista:

CARLOS TORRENGO carlostorrengo@hotmail.com

– Pocas veces desde el Parlamento alguien concitó tanto respaldo en grandes franjas de la sociedad como usted con su intervención en el tratamiento del matrimonio gay. ¿Qué reflexión le genera ese protagonismo? – No sé… yo hice, dije, lo que tenía que hacer, que decir. Me llama la gente, me paran en la calle, me felicitan… Pero mire, soy un tipo sencillo. Y hablé desde mis ideas, porque ¿sabe?, si hay algo que un socialista de vieja madera como soy, con mucho socialismo en las venas, no puede dejar de hacer, es luchar contra la injusticia, la discriminación. El socialismo siempre le cantó y canta a la vida. Y con la discriminación no se negocia, se la enfrenta. El decir lo que dije en la cámara, fue actuar en consonancia con mis ideas. No fue complejo. – ¿En qué lo ayudó la ideología que abraza para manejar la relación con su hijo gay? – Sin duda que cuando en uno ha hecho carne un mundo de ideas que hablan de la libertad, de la justicia, de oponerse al dogmatismo, al autoritarismo, bueno, es una escala de valores; lo planta a uno con pensamiento propio ante los problemas. Sin duda que esto ha influenciado en la relación con mi hijo. Y también está lo otro: el rol de padre, de ver sufrir a su hijo por que lo discriminan, le niegan espacio para llevar una vida plena… Yo hablé desde ese sitio, claro. Mi mejor aporte -creo que dije en la cámara- es hablar desde ese rol. Recuerdo que incluso dije que quería avanzar en mi condición de padre de un hijo gay. – ¿Qué contenido tiene avanzar en ese rol? – Hablarlo públicamente en un marco de tratamiento de un tema caro para miles de ciudadanos, un tema que hace a la libertad. Me alentó mucho también el discurso del diputado Solá; fue un buen aporte al debate. En toda su extensión. Por ejemplo cuando señaló que si aceptamos que todos somos iguales ante la ley, ¿por qué poner otro nombre a la unión en pareja de seres del mismo sexo? También me gustó cómo fundamentó las razones por las cuales una pareja gay puede criar muy bien un pibe. – ¿Usted cree como Solá que en todo el andamiaje de razones que marcan quienes se oponen al matrimonio gay hay también mucho de repugnancia de índole estética? – Sí, claro que es así. Muchas veces les molesta más las formas que el contenido, que la naturaleza de lo que se está expresando en una pareja del mismo sexo. Muchos de los que se oponen lo hacen desde convicciones religiosas o no, que yo respeto. Pero hay muchos otros que quisieran apartar del mundo, de la cotidianeidad, a los gay, a las parejas que forman. Este es un pensamiento que sigue estando muy vigente en ciertos planos de la Argentina, pero no lo dicen… En la sesión de Diputados, Rossi recordó lo que 15 años atrás, monseñor Quarracino -que sin embargo fue progresista en los ´70-, declaró: que a los homosexuales había que otorgarles un espacio para que se fueran a vivir lejos del resto de la sociedad… apartarlos. – Bueno, Eichmann, según Hannah Arentd, decía que a los judíos había que llevarlos a Madagascar, que vivieran ahí. Pero como el proyecto era asesinarlos, entonces los asesinó. ¿Qué opinión le merecen los argumentos de quienes -en la cámara- se oponen al matrimonio gay? – No quiero lastimar a nadie. Son posturas que respeto aunque no comparta su contenido. Sí creo que carecieron, en la mayoría de los casos, de argumentaciones, incluso de rigor científico, para oponerse. Y digo rigor científico porque entre quienes se oponen, dentro o fuera del Parlamento, suelen fundamentar su postura apelando a dictados científicos. – ¿Pero son dictados con rigor científico? – Son construcciones que procuran explicar por qué una pareja gay no puede criar bien a un niño, pero está probado que sin embargo funciona si hay realmente afecto, amor. En general, lo dominante del discurso opositor que se dio en la cámara se vertebró desde convencimientos que llegan desde la tradición formativa individual, desde la duda por lo desconocido, – Desde el “pensamiento consagrado”, ese plano que no se puede tocar. Pero a lo consagrado, de tan consagrado que está, a la larga se lo desguaza, sostiene James Neilson. ¿Vivimos un momento de desguace de lo consagrado? – Sí, en todo esto hay mucho de no tocar lo que usted llama consagrado… – Va de suyo que le quito a esa palabra toda connotación, digamos ligeramente, metafísica. – Está claro… incluso, y yo lo dije en mi discurso, tampoco cuando se apeló a lo emotivo para fundamentar oposición a la ley, se fue muy claro. Faltaba argumentación para definirse sólidamente ante el tema central: la discriminación de la que es blanco la pareja gay y los derechos a criar niños. En cambio, desde el lado de los que estamos a favor de la ley, las argumentaciones fueron muy sólidas, y aquí sí con, en algunos casos, fuerte respaldo científico. Vilma Ibarra, Roy Cortina, la legisladora Chieso… – En su discurso, usted fue y volvió en el uso de la categoría “construcción social” para definir al matrimonio. Pero advirtió que esa construcción está también sometida a la dialéctica que es propia del devenir de la historia. Es decir, es una cuestión sometida a cambios, a los vientos de la historia. ¿Usted cree que para el caso de esta ley esa “construcción social” la define en términos excluyentes la Iglesia Católica? – Sí, en gran parte, en parte decisiva en todo caso. Construcciones que se instalan como culturas que -lo dije- intentan decirnos que la vida transcurre siempre igual. Y no es así. Se coloca al actual modelo de familia en condición de eterno, intocable. Pero esta concepción se estrella contra las realidades que van surgiendo, a las cuales la política no pude descuidar, debe atender. Lo mismo pasó con la ley de divorcio: “que cómo era posible que…”. Pero mire, yo apoyo la ley de matrimonio gay, y que esas parejas puedan criar niños, porque hace a derecho, hace a la libertad, a la igualdad y también porque en estos años, desde mi condición de padre de un joven gay, he visto sufrir mucho a padres y chicos gay por el tratamiento que les otorga parte de la sociedad. – ¿En ese marco, en esa relación, qué es aquello que más perturba a un padre de un chico gay? – La discriminación, la imposibilidad de vivir en plenitud su condición. – ¿Y la sospecha, el imaginario sobre la naturaleza gay? – ¡Ah, claro, siempre está! Pero hace a lo que motiva la discriminación. – Algo así como: “hay un negro en la esquina, cuidate”… – Sí, sí. Lo distinto como factor de sospecha, de miedo, fundamento de la discriminación. Además el estigma de que un gay es un pervertido, alguien destinado a hacer mal; alguien que contagia, deforma… Dije que a mí no se me ocurre que cuando mi hijo gay se queda a cuidar a su sobrino, que es mi nieto, le haga mal, lo “contagie”… – ¿Sale la ley en el Senado? – Creo que sí. Va a estar a la altura de la historia. Estará ante una prueba interesante, que hace a la vida plena en materia de matrimonio, no a la vida… al derecho recortado. – ¿Monseñor Bergoglio va a apretar? – No sé, no sé. El problema no sería el apriete, sino que uno se deje apretar. – ¿Usted en religión cero, no? – Cero, por herencia y por convicciones. Pero muy respetuoso con todos los credos. Es más, mucho de mi trabajo social lo he hecho junto a sacerdotes. Para un sacerdote íntegro, sincero, defensor de la vida, la pobreza, la injusticia, es lo mismo que para un socialista… Fui muy amigo del padre Eliseo Morales, fallecido; un hombre de gran entrega en favor de los necesitados. Una gran persona. Venía siempre a la inauguración de locales del Partido Socialista… Palacios se equivocó… – ¿En qué? – En aquello de que el primer socialista era él. El primero fue Cristo. – Y en su familia, ¿cómo están los tantos en relación a la religión? – Libertad absoluta, como corresponde.

Martín Heer


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