Con pasado ferroviario

Hasta su nombre reafirma esta cercana relación.

historia

Por 1879 Manuel José Olascoaga en la campaña de Roca y como buen secretario y responsable del diario de marcha expedicionaria dejó anotado: “Huaique Nelo” (tiene sauces), lugar cercano al río Negro que treinta y un años después se le impondría el nombre del directivo ferroviario británico Henry Charles Allen. El lugar, entre el Negro y las bardas, colonia Roca por el este y por el oeste la Lucinda con geografía de durmientes y rieles le tocó ser kilómetro 1172,500, donde parece que entre algunos primeros pobladores estuvo Pascual C. Mir por 1906 cultivando pera, la emblemática fruta que a través de los años llegó a tener fiesta comarcal con detonante producción valletana y demanda mundial. En 1899 la cruzaron los rieles desde Bahía Blanca a la Confluencia y no tuvo la suerte de ver pasar el tren inaugural con el presidente de la Nación y comitiva pues la inundación y desborde de aquel año lo impidió, pero pocos años después aparecería el pionero y fundador, porteño de alcurnia, frecuentador del Jockey Club y con amistades de rango que se llamó Patricio Piñeiro Sorondo. Una mudanza humana que aún hoy cuesta entender y que se introdujo con decisión en la historia lugareña. Su “casa inicial levantada en Allen (por 1909/1910) no habiendo señales de vida en los alrededores, los materiales de construcción tenían que ser transportados desde la estación Río Negro (Stefenelli) por caminos que eran apenas huellas…” (Doleris, JA, 1912). Allí, en la primera casa de material vivió con su esposa Catalina Brinckmann, su cuñada B. De Basermann y sobrina. Como en otras estaciones ferroviarias rionegrinas no cabe duda que la imposición del nombre fue consecuencia del influjo que tuvo la empresa inglesa del Ferro Carril Sud. Sir Allen visitó varias veces el Alto Valle y en uno de aquellos viajes, integrando selecta comitiva porteña para visitar las obras del dique Neuquén, el tren no paró en Roca, Cipolletti ni en Neuquén, sí en Allen desde donde fueron transportados en automóviles hasta “el campamento” (Barda del Medio). Fue en 1915 con los ministros Moyano, Oliver y Calderón; Enrique Julio, director de La Nueva Provincia, Coleman, superintendente del FCS con asiento en Bahía Blanca y renombrados porteños. Otra visita en 1924, mereció la atención del periódico “Río Negro” cuyo corresponsal informaría, luego de visitar obras de riego en la región: “Algunos vecinos esperaban el tren entre estos D. Patricio Piñeiro Sorondo que conversó con el señor Allen, haciéndole notar la impostergable necesidad de dar a la estación, que lleva el nombre del mismo presidente del directorio en Londres, aquellas comodidades requeridas por su intenso tráfico y para que también resultare más posible y confortable para los tantos enfermos que de todas partes concurren el (al) Hospital Regional” e igualmente “establecer un edificio apropiado para encomiendas y hacer desaparecer ese vagón de carga feo y sucio, al cual se le han sacado las ruedas y que se ha emplazado en el mismo centro del andén de la estación”, traducción mediante del ingeniero Ballester que estaba a cargo del dique Neuquén o Cordero. Allen prometió “una nueva estación de material”. Promesa que se cumplió. Pero fue el centenario de la recordación patria cuando asomó el nacimiento formal. El ingeniero Pascual Quesnel que con su teodolito viajero había dividido en lotes, quintas y chacras los terrenos que motivaron el decreto del presidente de la Nación José Figueroa Alcorta y ministro Ezequiel Ramos Mexía –el gran propulsor patagónico- ratificando el flamante alumbramiento rionegrino: “Artículo 1°. Apruébase el trazado del nuevo pueblo de que se trata, ubicado en la Colonia General Roca, alrededor de la Estación del Ferrocarril Sur, situada en el kilómetro 1.172,500 de esa línea, practicado por el ingeniero Pascual Quesnel, del personal de la Dirección de Tierras y Colonias… pueblo que denominará Allen” (sic). Antes, por resolución ministerial de 16 de mayo de 1910 la humilde estación pasó a llamarse Allen (Henry Charles) en homenaje al relevante ferroviario inglés, sello aureólico de los rieles que, como los fuertes y fortines, fueron marcando los puntos geográficos que consolidarían los pueblitos de entonces, ciudades presentes. Hoy, la estación ferroviaria de Allen se ha convertido en cuidado exponente de aquel pasado ferroviario que tiene otros interesantes eslabones unidos a la historia del inolvidable pionero Patricio Piñeiro Sorondo y los pocos más que compartieron con audacia el sacrificio de amar la nueva tierra de entonces. Bibliografía y fuentes principales: Vapnarsky, CA. Pueblos, 1983. Doleris, JA. Le Neil, 1912. Coleman, AH. Mi vida, 1949. Rögind, W. Historia, 1937. Olascoaga, MJ. Estudio, 1930. Rodríguez, AF. El Alto Valle, 1947. Pérez Morando, H. Allen, su pionero, (RN), 1992. Mailhet, LD. El Alto Valle, 1944. Archivo diario “Río Negro” (GR). Biblioteca Patagónica (VECh) y otros. (*) Periodista. Investigador de historia patagónica.

postal de época

La estación fue uno de los logros de Piñeiro Sorondo: la solicitó al directivo ferroviario Henry Charles Allen en 1924.

Héctor pérez morando (*)


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