Confluencia, un barrio entre el cielo y el infierno

En apenas 70 días se registraron tres asesinatos. Vecinos piden que cese la violencia en las calles.

NEUQUÉN

NEUQUÉN (AN).- En la plaza de Belisle y Moquehue hoy se producirá un acto de fe y simbolismo. Un grupo de vecinos se reunirá allí, a escasos metros de la vivienda del asesinado José Pereira, para rezar a los cielos y pedir algo de paz en Confluencia, un barrio asolado por bandas de jóvenes a fuego y sangre. Desde ayer los móviles y las motos policiales recorren incesantes las calles, pero las balas siguieron silbando en la noche y las familias parecen no encontrar respuestas terrenales.

Ayer a la madrugada volvieron los enfrentamientos entre grupos antagónicos de jóvenes, que dejaron como saldo dos nuevos heridos. Las amenazas se repiten y el temor camina por la piel de los 20 mil pobladores de uno de los barrios más tradicionales de la ciudad.

Ya son tres los muertos durante este año y en el lugar no quedan ni rastros de optimismo. Muchos vecinos desean vender su vivienda y emigrar, pero la salida no parece tan sencilla. “Hay vecinos que pusieron sus casas en venta, pero nadie compraría hoy en Confluencia. Donde yo vivo, en Los Pumas, se vende una propiedad en 70 mil pesos, cuando en cualquier otro sector de la ciudad costaría cuatro veces ese precio. Pero ni así la puede vender el hombre…”.

Luciano Montesinos es el presidente de la vecinal de Confluencia. Tomó las “riendas” del barrio hace seis meses y ha tenido pocas alegrías. Vive en Los Pumas desde los cuatro años (el miércoles cumplió 32 y en pleno festejo se enteró de un nuevo tiroteo), crió dos hijos allí y conoce a cada uno de los niños y jóvenes que desde hace ya un tiempo convirtieron el sector en una especie de campo de batalla.

“La mayoría son chicos sin opciones, familias ni ejemplos a seguir. Toman pastillas, viven en la calle, se balean por nada. Intentamos darle contención, incluso algunos vienen hasta acá diciendo que quieren cambiar. Nadie los ayuda, nadie los ocupa. Entonces se cansan de esperar, y vuelven a la misma”, cuenta.

Dice que de joven también fue uno de esos chicos sin aparente futuro, pero que la paternidad lo cambió. Es militante del MPN y culpa al intendente Horacio Quiroga “por dejar abandonado el barrio”. También aclara que hay “responsabilidad de la provincia porque la Policía nos toma siempre el pelo, igual que la Justicia”.

Los policías van y vienen. Paran a todo aquel que circule sobre dos ruedas motorizadas. “Saben donde viven todos los delincuentes, pero los dejan hacer”, repite una vecina indignada y preocupada porque su nombre no figure. “Creo que en Los Pumas nunca va a cambiar nada. Ahí siempre queda algún ajuste de cuentas, que va pasando de generación en generación. Pero ahora comenzaron a ser víctimas vecinos que nada tienen que ver, y eso no puede ser”, remarca Montesinos. Ahí, en Los Pumas, una toma con casas enrejadas y dealers dispuestos al negocio constante, “hace 30 años que no se hace una obra”, asegura el vecinalista. Al parecer, cada vez serán más lo que se encomienden a los cielos.


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