Crímenes actuales

Datos recientes dan cuenta de los femicidios perpetrados en nuestro país. Ellos se desprenden del Registro Nacional de Femicidios elaborado por la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Se trata de información relevada entre los meses de abril y mayo del 2016, respecto de hechos ocurridos durante el año 2015. Para entonces 235 mujeres fueron asesinadas.

En el 20% de los casos la víctima había denunciado previamente por violencia machista a quien terminó por matarla. No es un dato menor que al 70% de las mujeres las asesinó un varón allegado.

En el 58% de los casos los perpetradores fueron parejas, exparejas, novios, maridos y convivientes. En el 12% los victimarios eran familiares de las víctimas y en el 17% de los casos los imputados fueron tan sólo conocidos de las víctimas.

Sólo en el 5% de los 235 femicidios registrados durante el año pasado los victimarios fueron varones a quienes las víctimas no conocían.

Cabe destacar, además, que más de la mitad de los imputados en las causas fueron varones de entre 19 y 40 años. El 28% tenía entre 41 y 60 años, mientras que en el 6% de los casos eran mayores de 60.

No menos alarmante resulta lo advertido por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en su Informe Derechos Humanos en la Argentina 2016. De allí se desprende la reiterada existencia de “femicidios policiales”.

En efecto, dicho informe señala la discriminación laboral y maltrato que sufren las mujeres en las fuerzas policiales de nuestro país. Lo cual guarda relación con los veinte femicidios ejecutados por policías entre el 2010 y el primer semestre del 2015 en el área metropolitana de Buenos Aires.

Entre las víctimas trece fueron civiles y siete policías. Todas asesinadas mediante un arma de fuego que en varios casos resultó ser la pistola reglamentaria. Es decir aquella que le fuera suministrada al autor por el propio Estado.

Se desprende de dicho informe, asimismo, que la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires detectó que, durante el 2014, se denunciaron 1.158 hechos de violencia familiar protagonizados por miembros de la Policía Bonaerense.

Es cierto que nuestro país ha dado pasos ciertos a fin de dar respuesta legislativa a estas reiteradas formas de violencia en contra de la mujer. En tal sentido, cuenta la reforma constitucional de 1994, que otorgó jerarquía constitucional a la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.

Otro tanto se desprende de la ratificación de la Convención de Belén do Pará contra todas las expresiones de violencia, así como la reforma del Código Penal que agrava las penas para quienes resultasen condenados por diversas formas de violencia contra la mujer.

Esa evolución normativa, aunque indispensable, corre el riesgo de no resultar suficiente para dar respuesta a tal proceso de victimización. Al menos, si no trae consigo serios esfuerzos para correr el velo tras el cual se estructuran esas violencias y esas formas coactivas de sujeción sobre la mujer.

Existe un contexto cultural afianzado, inherente a la concepción mercantilista, que hace de la mujer un objeto sobre el cual ejercer una serie de prerrogativas, marcadas por la dominación y el mando.

Según esta versión de la cultura y los intercambios, la mujer guarda un lugar subalterno y disponible a la lógica y a la racionalidad masculina. Es decir que se encuentra inserta en el marco de unas relaciones de poder dentro de las cuales se halla desposeída del ejercicio de ciertos márgenes de libertad.

De allí, entonces, las muy diversas respuestas violentas que el varón despliega en su contra cuando ella decide ejercer su libre albedrío, bajo la modalidad que sea.

Resulta también importante indagar en torno a qué modelo de masculinidad impera en nuestra cultura cotidiana. Podría acaso suceder, paradojalmente, que aquel coincidiera con los patrones de autoridad, violencia y sometimiento que expresamente se dice querer evitar.

* Profesor titular de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN)

Es cierto que nuestro país ha dado pasos ciertos a fin de dar respuesta

legislativa a las reiteradas formas de violencia en contra
de la mujer.

Existe un contexto cultural afianzado, inherente a la concepción mercantilista, que hace de la mujer un objeto sobre el cual ejercer prerrogativas.

Datos

Es cierto que nuestro país ha dado pasos ciertos a fin de dar respuesta
legislativa a las reiteradas formas de violencia en contra
de la mujer.
Existe un contexto cultural afianzado, inherente a la concepción mercantilista, que hace de la mujer un objeto sobre el cual ejercer prerrogativas.

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