Opinión Debates

Crisis del 2001: la sociedad contra los políticos, también en la región

Significó mucho más que un rechazo a un gobierno de turno. Fue la respuesta a décadas en las que injusticias sociales profundizaron las escisiones de la sociedad argentina. Detrás del "que se vayan todos", se produjo un desgarro  en la política.

Se había terminado con la dictadura, se produjo la transición democrática con Raúl Alfonsín y, con el gobierno peronista de Carlos Menen, ingresó Argentina de pleno a las políticas neoliberales. Si bien se encontraban asentados y revalorizados muchos derechos, estas políticas encubiertas por el control de la inflación cambiaron la relación entre el Estado y el mercado. Tuvieron un fuerte impacto en materia de desigualdad social y en un aumento sostenido de desempleo, entre otras cuestiones, por las privatizaciones de las empresas estatales, entre ellas la más emblemática: YPF.

Domingo Cavallo desarrolló un plan con tres ingredientes centrales: dolarización opcional en todas sus dimensiones; apertura comercial y financiera y reformas estructurales. En abril de 1991 se introdujo una nueva moneda, el peso (convertible) y se fijó el tipo de cambio por ley, a 1 peso por dólar estadounidense. Si bien la inflación se redujo drásticamente, la estabilidad de precios fue asegurada y el valor de la moneda fue preservado, no era un programa económico que modificara la tradicional estructura económica y política del país. Los recurrentes problemas de ese modelo económico determinaron una recesión a partir de 1998 que estalló a finales de 2001, y terminó por provocar el fin de la Convertibilidad, con importantes secuelas de crisis económica, política y social.

Entre ellas, la caída del gobierno de Fernando De La Rúa, un radical – línea nacional – que se había desempeñado como Jefe de Gobierno en la ciudad de Buenos Aires. Lo acompañaba Carlos “Chacho” Álvarez, constituidos en La Alianza que gozó de la confianza y el voto de la mitad del electorado argentino. “Piquetes y cacerolas, la lucha es una sola” y “que se vayan todos”, fue la frase que vastos sectores de la sociedad argentina utilizaban para manifestar su disconformidad.

La represión desató una ola de marchas y reclamos por la liberación de los detenidos en Neuquén.

Se producía una protesta de los ciudadanos, más que sindical, que había disminuido desde 1989. No sólo eran los desocupados de los ’90, sino sectores que recibían los “coletazos” de las denominadas Reformas del Estado (empleados públicos, docentes, estudiantes, profesionales de la salud, trabajadores judiciales, entre otros) confrontando con la CGT. El mundo del trabajo había cambiado, pero además, reaparecía un sector, que no es una clase, sino está en el medio de ambas: los sectores medios (las menos clasistas de las clases). No es un bloque monolítico ni homogéneo como la burguesía; se puede subclasificar en categorías y cuyo comportamiento depende de los tiempos. Diría algún historiador, es como el cajón de un sastre: “hay de todo”.

En el 2001, los sectores medios fueron afectados por una multiplicidad de hechos, pero una se sintió profundamente: la restricción de la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros impuesta por el gobierno de De la Rúa el 3 de diciembre de 2001, el “corralito”. Hizo estallar nuevas formas de protestas que se desarrollaron de diferentes formas en las principales provincias de la pampa húmeda y litoral argentino que en el interior argentino.

El contexto neuquino

La provincia de Neuquén no estuvo exenta de las transformaciones estructurales del neoliberalismo. Más aún, apoyó en el Congreso nacional varias privatizaciones, entre ellas, la de YPF. Sin embargo, la aplicación de las políticas se desarrolló con una temporalidad y matices propios en esta provincia, es decir, se pasó de un estado interventor- benefactor a uno más de mercado, en el que existía libre oferta de las partes; pero se sabe que el poder de oferta, de posicionamiento de cada parte, es totalmente desigual.

Jorge Sobisch, un dirigente del Movimiento Popular Neuquino (MPN), tradicional partido hegemónico-dominante del sistema político provincial, le había ganado las elecciones a Oscar Massei, que encabezaba una amplia alianza política y Horacio Quiroga daba el “batacazo” en Neuquén capital al ganar la intendencia y derrocar por primera vez al MPN. Sobisch gobernó entre 1991-95 y entre 1999-03, presentándose nuevamente a elecciones en el 2003.

En la capital, los saqueos tuvieron como eje la cadena del supermercado Topsy en todos los barrios, una situación que, a su vez, provocó el armado de cordones de vecinos para impedir desmanes.

En ese año formó una alianza electoral con Mauricio Macri y Ricardo López Murphy. Su llegada a la gobernación fue el resultado de una fuerte confrontación en la familia Sapag, entre Felipe y Elías, por disidencias sobre negocios familiares y diferencias ideológicas respecto a la relación con el gobierno nacional. Ya habían demostrado desde 1983 opiniones y acciones diferentes, conformando dos grupos, los “amarillos” (sapagistas) y los “blancos” (sobischistas); la primera más cercana a un estado interventor-benefactor y la segunda adhirió plenamente a las políticas neoliberales de Menem. No obstante, las internas no dieron lugar a rupturas en la fuerza y se respetó la alternancia ordenada por sus dirigentes.

Los últimos meses del 2001 fueron de preocupación y rumores entre la ciudadanía. Diciembre fue un mes álgido, especialmente el 19 y 20. En Neuquén, como en todas las ciudades importantes, se vivieron momentos de angustia que incluyeron saqueos y violencia.

El estallido

En la capital, los saqueos tuvieron como lugar prioritario la cadena del supermercado Topsy en todos los barrios, una situación que, a su vez, por tratarse de un comercio apreciado por los habitantes capitalinos, provocó el armado de cordones de vecinos para impedir los desmanes. Incluso hubo vigilia en la zona para evitar que ingresaran a l locales.

Simultáneamente dirigentes y trabajadores nucleados en ATEN, DD.HH, agrupaciones estudiantiles y partidos de izquierda realizaron manifestaciones en el centro neuquino, solicitando la liberación de los detenidos.

Representantes de las iglesias pidieron al gobernador el retiro de la Gendarmería y el cese de la represión con el fin de evitar más incidentes. Al día siguiente, el 21, arriba la renuncia de Fernando De La Rúa y el gobernador Sobisch decretó asueto en la administración pública, acompañado por todos los municipios.

AG. NEUQUEN. SAQUEOS EN EL SUPERMERCADO TOPSY EN CALLE CMBATE DE SAN LORENZO Y BELGRANO FOTO DELLORO ALBERTO

El 2001 significó mucho más que un rechazo a un gobierno de turno. Fue ante todo la respuesta a décadas en las que las injusticias sociales profundizaron las escisiones de la sociedad argentina. En el escenario político-económico de 2001 se encontró la oportunidad. Ya a mediados de los `90 habían explotado en las ciudades petroleras de Cutral-Co y Plaza Huincul las puebladas, que demostraron a nivel nacional la capacidad de hacer visible las huellas que dejaba el modelo neoliberal y el corte de ruta como nueva forma emblemática de protesta. Lentamente se fue convirtiendo en la herramienta de muchos sectores, incluyendo al tradicional movimiento obrero sindicalizado, los trabajadores estatales: docentes, trabajadores de la salud y de la justicia. El sector docente, se ganó el título de “enemigo público” del ex gobernador Sobisch (Burton, 2012).

Algunas conclusiones

A 20 años de esos hechos, la ciudadanía debe tomar conciencia que, detrás del “que se vayan todos” se produjo una escisión en la política. Como dice Ansaldi (2002), los “náufragos no eligen puerto”, es decir, cada uno se aferra a lo que tiene disponible, la travesía no es fácil, ni tampoco se sabe cómo sortear los riesgos de la vida; pero cuidado con la embestida de los otros náufragos. Lo que están instalando los principales medios de comunicación nacional y grupos concentrados de poder no es una nueva subjetividad, la pandemia modificó la vida de la gente, incluso las propias ideologías, pero Argentina no es el Titanic.

El término “grieta” -que no es más que un atajo simplista para nombrar a los niveles de polarización política y discursiva- llevados a cabo por los medios dominantes y sectores de la “derecha” ( no necesariamente liberal) para la construcción de consensos y objetar políticas redistributivas o que obstruyen el hipotético orden natural de los mercado.

Una sociedad capitalista, es decir construida en torno a la propiedad privada y a la venta de fuerza de trabajo de quienes no tienen otra alternativa, traza por definición una fija de intereses materiales potencialmente contradictorios. Aunque a veces la política logra institucionalizar esas diferencias sociales de manera estable, el conflicto está siempre latente.

Casi siempre Argentina estuvo “de espaldas a América Latina” y mirando Europa, pero si se observan los países capitalistas más desarrollados e igualitarios como Alemania, Austria, Holanda o las naciones escandinavas, nos muestran sociedades más estables, con inflación baja, sin mayores tensiones distributivas.

En otras palabras, si tomamos la experiencia de los países centrales más igualitarios, vemos que el salto al desarrollo se dio en el marco de conflictos y acuerdos inter-clases.

¿Hay consenso empresario para sostener un modelo igualitario en nuestro país? Sí y no. A primera vista, la convivencia del Estado de Bienestar con economías exportadoras de gran productividad se produjo con poco o nulo conflicto en las calles. No lo hay hoy (no lo ha habido) si se observa el pasado, si el empresariado-capitalistas, opta por salirse (del todo) de ese modelo igualitario. (https://www.fund.ar/publicacion/entre-la-grieta-y-los-acuerdos-sociales-para-el-desarrollo/)

Es para reflexionar. ¿Qué dejaremos, en términos de contrato social entre generaciones y géneros? ¿Qué modelo de desarrollo económico, instituciones y financiamiento para habilitarlo? ¿Qué será el federalismo? ¿Qué tipo de Estado, familia y sociedad? ¿Habrá distribución de bienestar para garantizar mayores niveles de equidad? Y por último ¿Qué políticas públicas de salud, educación, empleo y protección social? En los próximos 10 años, nuestras respuestas-acciones a estas y otras preguntas determinarán cómo será la Argentina.

* Doctora en Historia, docente e investigadora del Centro de Estudios históricos de Estado, Política y Cultura (Cehepyc ) de la Universidad Nacional del Comahue, IPEHCS-Conicet, CLACSO.


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