De San Martín de los Andes al mundo: cinco años de Las Guachas, una editorial necesaria

En 2020, crearon un sello para editar el libro “Es tiempo de soltar la lengua”, una antología de poemas despenalizantes. Desde entonces, y a partir de la creación de la editorial, Las Guachas llevan editados casi veinte libros de autoras patagónicas.

Primero, fue un libro: “Es tiempo de soltar la lengua”. Después, fueron un sello para editar aquel libro. Y fue a partir de aquel libro que llegaron otros libros y ellas, las guachas, tuvieron que tomar una decisión: ser una editorial. Y fueron Las Guachas.


Establecidas en San Martín de los Andes y resueltas a visibilizar las voces de mujeres y disidencias dentro del campo literario, las (muy) guachas se lanzaron a la aventura de hacer libros en tiempos en que, dicen, nadie lee libros. Pero resultó que eso, que nadie lee libros, es mentira: en cinco años llevan editados dieciocho libros (un montón) y todos ellos fueron reeditados al menos una vez (un montón). Y de todos ellos, varios ya fueron reeditados hasta tres veces superando así los mil ejemplares (sí, un montón).


Desde aquel lejano enero de 2020, cuando el coronavirus era todavía una excentricidad que sucedía en un muy lejano Oriente, Las Guachas dieron forma a tres colecciones: Prosa Guacha, Derivas Poéticas y la flamante Citar la Fuente, para ensayos y textos de no ficción, todos ellos habitados por autoras patagónicas, entre ellas, Liliana Campazzo y, próximamente, Graciela Cros, nada menos.

Historia de una editorial

¿De quiénes hablamos cuando hablamos de Las Guachas? Hablamos de Tamara Padrón Abreu, poeta y docente; de Julieta Santos, docente, escritora y doctoranda por el Conicet; y de Florencia Nobre, diseñadora, profesora de letras y gestora cultural. Ellas conforman el Consejo Editorial de Las Guachas. Completan el equipo Melisa Fort, artista visual; y Flavia Carballo, poeta y conexión guacha en la ciudad de Buenos Aires.

Trabajamos con librerías que queremos, cuyos dueños o dueñas, son poetas o escritores, entonces entienden el valor de cada libro”.

Tamara Padrón Abreu, creadora de Ediciones Las Guachas


Conectada en un lugar del norte de Chile, Tamara Padrón Abreu, contó, entre otras tantas cosas, cómo fue aquel comienzo, las decisiones que tomaron para que finalmente una editorial como Las Guachas funcione y cuáles son las razones por las que las autoras las eligen para sus libros.


“No empezamos como un proyecto editorial, sino que armamos un sello para poder editar Es tiempo de soltar la lengua, una antología de poemas despenalizantes en el que colaboraron poetas de todo el país y de países como Chile y España, colectivos feministas, las compañeras de las Poetas por el Derecho al Aborto, chicas de las revueltas, el colectivo de actrices… Era un libro militante y también fotográfico que circuló un montón a pesar de la pandemia y, a raíz de ese libro, nos empezaron a llegar propuestas de escritoras que querían publicar con nosotras. Ahí fue cuando tuvimos que decidir qué ser, si un sello de un solo libro o seguir y convertirnos en una editorial”, cuenta Padrón Abreu.

Florencia Nobre, diseñadora de Las Guachas, proyectando una nueva colección junto a la escritora Marisa Godoy.


Una vez decididas a continuar como editorial (se) plantearon tres premisas: la primera, que iba a ser una editorial que edita desde el sur, con doble sede, una en San Martín de los Andes y otra en Bariloche, a un lado y otro de los Siete Lagos.

Todos los libros editados por Las Guachas, desde enero de 2020.


La segunda premisa fue, es, que iban a editar desde Patagonia a mujeres y disidencias, pero no solamente del territorio propio, sino de otros territorios también, porque “nos interesa ese diálogo, que es transcordillerano, porque, para nosotras, nuestra región corre a un lado y a otro de la cordillera”.

Tamara Padrón Abreu y Anahí Rayen Mariluan, en la Feria del Libro de San Martín de los Andes.

Y la tercera, que el libro no solo es un objeto industrial y cultural, sino también un objeto afectivo, simbólico. “Entonces dijimos que nuestro principal objetivo es acompañar a las autoras en el proceso del libro y recuperar esta cuestión de editoras, de decir, bueno, vamos a trabajar el texto, lo vamos a dialogar, lo vamos a intervenir, lo vamos a corregir, vamos a discutir, vamos a acompañar”.


Al principio, la página se llamaba como el primer libro que editaron: Es tiempo de soltar la lengua. Pero pronto se les ocurrió uno mejor aún: Las Guachas. ¿Por qué Las Guachas? “Porque era eso, estamos huérfanas, no tenemos una editorial que nos haga de padres, por suerte”, dice Tamara. “Y también esto de la picardía, ser guachas no es ser una Carmelita descalza, ¿no?”.


El segundo libro, aunque el primero en términos de Las Guachas, llegó en plena pandemia y fue Intersticios, de Guadalupe Paz Colombo, una psicóloga y actriz de Bariloche. “Le gustó mucho nuestro primer libro y dijo ‘yo quiero editar con ustedes’, por estos principios que tiene que ver con una mirada desde el feminismo, y una mirada desde el cuidado editorial, y desde el acompañamiento”, recuerda Tamara padrón. “Encontramos como una voz súper honesta porque es un libro que aborda la maternidad, una maternidad deseada contada en clave de autoficción: se grababa, por eso el subtítulo notas de voz, con el celular, mientras tenía a su hija Alma en una mano, y con la otra agarraba el celular y se grababa. Tardamos un años en sacar ese libro, lo editamos en 2021, fuimos despacito y salió hermoso”.

Que Graciela Cros nos haya elegido para su próximo libro… Yo me muero de emoción».

Tamara Padrón Abreu


El tercero fue Muérdago, de la roquense Ludmila Cabana Crozza, que inauguró la colección Derivas Poéticas. Desde enortncesse sucedieron las autoras y los títulos: Cinética del aire, de Astrid Romero; Flor amiga de diez guanacos, de Anahí Rayen Mariluan; Hotel Triunfo, de Liliana Campazzo; Ana (voces del año 2000), de Guadalupe De Iudicibus; Matemos al difunto coronel, de Andrea Wolf; Choz Rayen, de Viviana Ayilef; Todos quisimos ser el sol, Daniela Catrileo; Tilda, de Tamara Padrón Abreu; Cuerpas en riesgo, de Virginia Schuvab; La mataeprros, de Natalia Belenguer; y Cartas a Casiopea, de Andra Akaal.


“Lo económico no puede ser determinante”, aclara Tamara. “Si bien es un obstáculo gigante, lo sabemos, pero no puede ser el único determinante. Entonces, tenemos distintas posibilidades para sostener una editorial como esta, desde preventa, desde armar algún evento para juntar fondos o cuando las autoras sí pueden bancar económicamente la obra, porque el 90% de la obra es para las autoras”.


“Hoy hacemos tiradas de 200, de 300, de 600 ejemplares; tres tiradas de 300, muchos libros sobrepasaron los 1.000, pero en varias tiradas. Entonces, nosotros decimos, bueno, vamos a hacer 1.000, pero vamos a hacer 300, 300, 300. Lo cual sigue siendo un montón. Por ejemplo, del último hicimos 300 y ya sabemos que se agota. O sea, hicimos 300, lo sacamos a fin de octubre, y ya sabemos que el año que viene hay que hacer otros 300. ”, destaca Tamara.

El 2024 cierra con muchísimo trabajo realizado: seis títulos nuevos y ocho reediciones. Entre esos seis títulos nuevos sobresale Flor amiga de diez guanacos, de Anahí Rayen Mariluan. “La admiramos”, dice Tamara. “Es una música que admiramos y el libro es bellísimo”.


Otro título destacado de 2024 es Hotel Triunfo, de Liliana Campazzo. “La amamos”, resume la editora. “Liliana es como Graciela Cros, son nuestras referentes. Ellas son las poetas maestras. Liliana hace los mejores talleres de poesía que vimos en la vida, de hecho, fue parte central de otro proyecto, que es La Poesía Tiene Sus Razones, que fue toda una movida poética, con ella ha dado talleres de poesía para 200 personas, una cosas impensable, cola para hacer talleres de poesía”.


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