Cumple 60 años la Copa Libertadores, mucho más que un torneo de fútbol

El 19 de abril de 1960 se disputó el primer partido de uno de los torneos de clubes más significativos del mundo y el más importante de América. Peñarol goleó a Jorge Wilstermann de Bolivia por 7 a 1 en Uruguay. Aquella edición fue ganada por el Carbonero, que obtuvo el primero de sus cinco trofeos.

San Lorenzo fue el primer argentino en formar parte en esa edición fundacional. Con el correr de los años, el torneo fue ganando en relevancia y se posicionó por sobre las ligas sudamericanas. En ese contexto, los equipos albiceleste ganaron terreno rápidamente.

Independiente se asumió como el embajador argentino en América. Los primeros dos éxitos del 65’ y 66’ fueron el comienzo de una historia que hasta hoy sigue viva.
Es que a comienzos de la década del 70’ cuando surgió el Rey de Copas. Independiente obtuvo 5 títulos en 12 años (72-84) de la mano de Ricardo Enrique Bochini. Hasta hoy permanece como el más ganador de esta competencia, pese a que en los 36 años siguientes no volvió a protagonizarla.

En el medio, Racing y luego Estudiantes de La Plata pusieron la bandera del país en el plano internacional. Ayudó mucho que, a diferencia del Rojo, la Academia y el Pincha luego ganaran los títulos intercontinentales.
Fueron grandes equipos que alimentaron a la selección y además hicieron escuela por sus formas de juego. En el caso de Independiente y Estudiantes, completamente opuestas.

Luego llegaron los éxitos de Boca, River, Argentinos Juniors, Vélez y San Lorenzo. Los nuestros siempre tuvieron algo para decir. A veces desde el oficio, la personalidad y el juego expeditivo y otras con equipos brillantes, como el Bicho de José Yudica.

A medida que pasaron las décadas, se conformó una mística especial alrededor de la Copa, algo que trasciende lo futbolístico. Cada equipo intenta hacer pesar la localía como en pocas competencias deportivas en el mundo. En tiempos donde los medios eran menos y la tecnología no estaba desarrollada al nivel de hoy, cualquier cosa podía ser tomada para sacar ventaja. Para los equipos argentinos, jugar en Chile, Uruguay, Brasil y Colombia siempre representó un dolor de cabeza. Claro que, cuando los anfitriones eran los argentinos, tampoco hubo recepciones del todo amigables.

Jugar contra Atlético Nacional Libertadores en Medellín en los tiempos de Pablo Escobar no era para cualquiera. Hay cientos de anécdotas que a menudo resultan inverosímiles, pero no hay que irnos tan lejos para entender lo que significa la Copa en Sudamérica. Los últimos ejemplos de violencia lo dieron Boca y River, con el gas pimienta de 2015 y el piedrazo en el ojo de Pablo Pérez de 2018. Situaciones que algunos creen lejanas, pero siempre están a la vuelta de la esquina cuando hay cosas en juego por Libertadores.

Todos los años hay, por lo menos, una batalla campal.

La última fue en el clásico de Porto Alegro entre Inter y Gremio. También ocurren cosas inexplicables, como el perro que mordió a Navarro Montoya en Chile.
Ganar un partido en la Copa implica más que un planteo táctico. Siempre se juega al límite, no solo del reglamento, que muchas veces es burlado, si no de la propia integridad humana. Por es tan buscada y festejada cuando se alcanza.

Hasta con el VAR es muy polémica la Copa. Si así no lo fuera, abandonaría su extirpe de evento único cada vez que hay un partido.

Por estos tiempos de cuarentena y parate total de actividades deportivas, se extraña como tantas cosas.


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