De Allen a Chile: aquel viaje por la carretera austral en el Citroën que revisó Pirulo

En 1987, Laura Rostoll y Juan Enrique Filloy partieron desde el Alto Valle luego de la revisión en el famoso taller mecánico para recorrer la ruta chilena paralela a la 40. Hicieron 1.125 kilómetros en 11 días. Aquí comparten su relato.

Era marzo de 1987 y luego de nuestro casamiento con un Citroën estrictamente revisado por el taller de Pirulo de Allen, especializado en la marca (así conocían todos al recordado Nestor Milcíades Ortega), nos alistamos para partir en busca del camino inaugurado en 1982: la Longitudinal austral en Chile, la carretera paralela a la 40 sur que comienza casi frente a Esquel y llega hasta Coyhaique y Puerto Chacabuco en la XII región del país trasandino.


En las cercanías de Esquel, se recorre Trevelin y otros pequeños pueblos habitados por comunidades originarias y descendientes galeses. Estos últimos son los familiares de aquellos que arribaron al país alrededor de 1865, quienes se asentaron en un valle conocido como 16 de octubre, en honor a la fecha en que fue descubierto.

Laura y Juan en el inicio de la Carretera Auustral, también llamada Longitudinal Austral.

Sólo para recordar cuando se recorre esta zona, es que la identificación de los galeses con el país fue determinante cuando, en 1902, la zona disputada con Chile se sometió al arbitraje británico. El 30 de abril, en un histórico plebiscito, unos 300 colonos galeses decidieron, por mayoría, pertenecer a nuestro país. Es una región para gozar pescando en caudalosos ríos y saborear las exquisiteces locales.

En el momento de nuestro viaje no había internet ni información mayor disponible, sola aquella que se transfería de boca en boca y sobre todo la –hasta hoy– reconocida guía Turistel de Chile. Recorriendo sus detalladas páginas aumentó nuestra ansiedad por cruzar y reconocer esa ruta trazada en la angosta faja de tierra de Chile, entre fiordos y bosques valdivianos.

Siguiendo la ruta en dirección oeste encaramos el paso llamado Futaleufu, del río homónimo, que desemboca en Chile. La vegetación va aumentando a medida que nos acercamos a la divisoria. Cruzando el paso limítrofe aparece el pueblo del mismo nombre, clásico por la arquitectura típica de esa región.

Ventisquero colgante en el parque nacional Queulat.  

Entre el mencionado pueblo y la definida carretera Austral se encuentra el lago Espolón, donde hicimos escala en cabañas de un poblador frente a la inmensidad del lago. Además de guía de pesca al amanecer, su ahumadero casero sirvió para mantener en buenas condiciones por varios días, parte de las piezas que pescamos.

Los numerosos cruces de caudalosos ríos que bajan de la cordillera al mar, en aquel momento eran “balseos” para uno o dos autos, que llevaban su tiempo para operar. El pueblo que encontramos en la continuidad hacia el sur, es conocido como La Junta, donde cruza el río Palena que nace en el cercano lago Rosselot y desemboca en el mar.

El mapa del viaje,.

Una única hostería (llamada Valdera, que aún funciona) se encontraba disponible en el pueblo y contaba con un generador, todo un lujo en una región donde en la época la energía se cortaba por la noche. De una rústica calidez, el alojamiento fue magnífico… desde las truchas que llevamos (la cocina estaba cerrada por la hora) amorosamente presentadas con una deliciosa ensalada de la huerta local, hasta el dulce aroma de la leña con la que calentaron el agua para nuestro reparador baño.

Ya todo el camino desde que cruzamos la frontera, se transita en una espesa selva similar a la “valdiviana” típica de lugares donde llueve 5000 mm anuales. A cada tanto nos deteníamos a observar las enormes hojas de las nalcas, los altísimos árboles que buscaban el sol y la flora y fauna que llamaba nuestra atención. Es una singularidad contrastante viniendo de la árida Patagonia argentina.

De La Junta al sur se recorren caminos de ripio entre montañas tapizadas de bosque, ventisqueros, caídas de agua e impresionantes y extensas y panorámicas entradas de mar (fiordos).

La arquitectura de Puyuhuapi.

En uno de ellos se encuentra el pequeño pueblo de Puyuhuapi, fundado por colonos alemanes, cuando solo se podía llegar hasta allí por mar. La huella de estos colonos mostraba su contraste con las costumbres locales, como es el caso de la fábrica de alfombras estilo europeo Flandes, que data de 1950, en el que se realizaba todo el proceso artesanal, desde el teñido hasta el hilado con mano de obra local. Este descubrimiento como la arquitectura de este pueblo son el resultado del “dejarse sorprender” –nuestra premisa– en los viajes.

Muy cercano a este pueblo está el Parque Nacional Queulat, que presenta un ventisquero o glaciar colgante en la cordillera como resultado del retroceso que ha experimentado en los últimos 50 años. En algún momento este glaciar llegaba al mar distante varios kilómetros, lo que puede apreciarse en una muestra fotográfica en el parque.

La continuidad del viaje al sur, pasando por Puerto Cisnes y llegar a la zona puerto Chacabuco en Aysen formarían parte de un relato tan extenso como el presente. Ya con este adelanto es suficiente para impulsar la visita a esta angosta franja territorial de Chile, de belleza indescriptible y a la vez tan distinta a la nuestra del otro lado de la cordillera.

Podés enviar tu recuerdo viajero a voy@rionegro.com.ar


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