De Misiones a Bariloche: la odisea de una víctima de trata

Denuncia que lo vendieron por 60.000 pesos. Consiguió asilo y contención con una familia de Bariloche.

Redacción

Por Redacción

Tenemos miedo pero necesitamos que lo incluyan en algún programa de trata y le brinden asistencia”, aseguró Mariana Alvarado, una barilochense que conoció a Facundo (no es su nombre real) meses atrás. No imaginaba que el 13 de agosto pasado acompañaría a ese joven que, hoy tiene 19 años, a radicar una denuncia por trata en la Policía Federal de Bariloche.

La hija adolescente de Alvarado conoció a Facundo en la biblioteca de la escuela de Dina Huapi durante la primera semana de clases del 2020. “Tuvieron afinidad enseguida y mi hija fue una de las pocas personas con las que habló. Después, con las restricciones por la pandemia, dejaron de verse”, señaló la mujer.

Los chicos se reencontraron en el portón de la casa que la familia alquilaba en Dina Huapi. El joven comentó que trabajaba en una fiambrería de la zona. “Mi hija me contó de este chico y lo fuimos a buscar para invitarlo a comer. Cuando lo encontramos, le dio un abrazo que me llamó la atención”, relató Alvarado y agregó: “Resultó que lo habían echado de la casa donde vivía y estaba viviendo en una casilla en la calle Limay. Una tapera. Nos contó que el padre de un supuesto amigo lo había contratado para trabajar en construcción y, además, debía pagarles 8000 pesos por mes por el uso de la casa”.

Poco a poco, comentó, Facundo comenzó a frecuentar su casa. Dijo que le parecía “un chico buenísimo, muy sumiso” y también reconoció que le parecía extraño que no tuviera familia. Con el correr de los días, comenzó a quedarse a dormir en su casa. “La historia no me cerraba del todo. Él nos decía que comía en la fiambrería pero cualquier cosa que le ofrecíamos, él aceptaba. Te das cuenta cuando alguien pasa hambre”, expresó y admitió que, en ese momento, hablaron con su esposo y llegaron a la conclusión de que “no podían dejarlo en la calle”.

En abril de este año, la familia se mudó al este de Bariloche pero invitaron a Facundo a vivir con ellos. El joven aceptó.

A comienzos de agosto, las cosas cambiaron. Facundo no podía dormir y, según Alvarado, esta situación generaba problemas con sus dos hijos adolescentes y su nena de 9 que tampoco lograban conciliar el sueño. “Empecé a enojarme porque no nos decía qué pasaba. De modo que le dije a mi marido: ‘O intervenimos de alguna forma o se va a tener que ir´”, recordó.

En ese momento, Facundo comenzó a develar su historia. Era de Misiones donde había permanecido internado en un hogar en el que “los fines de semana, sacaban a todos los chicos para llevarlos a prostíbulos”. “Nos dijo que lo habían traído desde Misiones y no sabía bien qué hacía acá. No se acordaba muchas cosas que había vivido. Nos contó que primero lo llevaron a Buenos Aires donde lo esperaban dos mujeres y un hombre. Permaneció un tiempo en una casa hasta que lo mandaron a Dina Huapi”, manifestó.

Facundo les contó que tiene entre 34 y 36 hermanos y que una de sus hermanas le había propuesto viajar a Bariloche y que otra lo esperaría en la ciudad cordillerana.

“Él escuchó que lo vendieron por 60 mil pesos y por una casilla para su madre. No bien llegó a Dina Huapi, lo llevaron a una casa a trabajar por techo y comida. Pero cuando esta gente que lo trajo lo acompañó para realizar el cambio de documento de identidad, se dio cuenta que tenía 18 -y no 14, como les habían dicho- y lo echaron de la casa”, relató Alvarado.

Tras radicar la denuncia, la justicia federal dispuso una custodia “por seguridad” en la vivienda familiar. “Facundo nos contó que en esa casa de Dina Huapi, había droga, tenían cámaras. Era una red. Por eso, yo decido ampliar la denuncia. Se supone que lo iban a cuidar con asistencia psicológica y hasta ahora, se ha reunido solo una vez con la psicóloga”, advirtió la denunciante.

Contó que el joven tenía previsto retomar las clases en otro colegio céntrico este martes pero cerca del colegio detectó la camioneta de una de las personas que estarían involucradas en la red. “La hemos visto seguido por acá por el barrio y en los últimos días recibí muchas amenazas por teléfono desde un número privado. ¿Qué seguridad hay para mandarlo a la escuela? Además, ¿por qué no lo llaman a declarar? Los médicos del hospital han dicho que no está en condiciones pero él quiere declarar”, cuestionó.


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