El artista del tribunal presenta la escena de cuando le fue preguntado a Trump cómo se declara ante los cargos. A su lado, Joseph Tacopina, su abogado (Elizabeth Williams via AP)
Exclusivo Suscriptores

El Proceso a Trump expone la fractura política en EE. UU.

La inculpación al expresidente avivó divisiones y puso en un marco de gran incertidumbre el proceso electoral 2024. Algunos creen que lo perjudica, otros que es un regalo de publicidad. Lo que viene.

Un paso necesario para algunos, “una caza de brujas” para otros: la histórica acusación contra Donald Trump arroja nueva luz sobre las profundas fracturas partidistas de Estados Unidos y puso en un terreno de incertidumbre todo el proceso electoral 2024.

La escalada judicial ha colocado en el tapete noticioso y político al expresidente republicano (2017-2021), un líder que evidenció y amplificó la polarización del país. Desde los primeros anuncios de su inculpación por parte de la justicia de Nueva York en un sonado caso, parlamentarios republicanos se apresuraron a denunciar en la red Twitter una “persecución política”, considerándolo “un escándalo absoluto” y “un día triste para Estados Unidos”.

Los legisladores se plegaron con sus declaraciones en medios y las redes en torno al candidato presidencial, erigido en una suerte de mártir. Incluso su correligionario Ron DeSantis, gobernador de Florida que coquetea con lanzarse a la carrera presidencial en 2024 y visto como principal rival para el magnate, acudió en apoyo de Trump calificando la acusación de “contraria a los valores de Estados Unidos”.

El expresidente Donald Trump llega a un tribunal de Nueva York el martes 4 de abril de 2023 para escuchar cargos relacionados con la falsificación de expedientes comerciales en una investigación de pagos secretos a cambio de silencio, con lo que se volvió el primer expresidente norteamericano en ser acusado de un delito. (AP Foto/Mary Altaffer)

En el lado demócrata, se contentaron con recibir tímidamente el anuncio diciendo que “nadie está por encima de la ley”.

Uno de los pocos que guarda silencio al respecto es el presidente estadounidense, el demócrata Joe Biden, quien no ha lanzado oficialmente su campaña pero sabe que cualquier comentario podría alimentar el argumento del magnate republicano de que es víctima de uso político de la justicia.

“Hoy, la opinión pública ve todo a través del prisma de las divisiones políticas”, dijo Wendy Schiller, profesora de ciencias políticas de la Universidad de Brown.

La noche del jueves, mientras los progresistas se burlaban de las “lágrimas de los trumpistas”, un grupo de simpatizantes del expresidente acudió a su lujosa residencia en Mar-a-Lago, Florida, para expresarle su apoyo.

Varios ondearon banderas que rezaban “Biden no es mi presidente” y “Trump ganó”, otro recordatorio de que más de dos años después de que el multimillonario perdiera las elecciones de 2020, una parte de la sociedad estadounidense sigue convencida de que los demócratas se robaron la elección presidencial.

Trump avivó las llamas desde su red Truth Social, acusando a los demócratas de ser “enemigos de los hombres y mujeres trabajadores de este país”.

“No es a mí a quien apuntan, es a ustedes, yo solo estoy en su camino”, escribió.

Esas palabras alimentan los fantasmas en torno a un “divorcio nacional”, preconizado por ciertos miembros de la extrema derecha, como la congresista Marjorie Taylor Greene.

En algunos hogares estadounidenses, secciones enteras de noticias (cuestiones de género, aborto o democracia) se han vuelto tabú.

El tema de la venta y posesión de armas incluso provocó duros cruces entre progresistas y conservadores en los pasillos del Congreso esta semana, luego de un trágico tiroteo en una escuela en Tennessee.

Otras épocas de división


No obstante, algunos expertos relativizan la idea de la división extrema del Estados Unidos actual.

Desde la Guerra de Secesión (1861-1865) hasta los enfrentamientos por los derechos civiles y la Guerra de Vietnam (1955-1975), la sociedad estadounidense en ocasiones ha estado mucho más fracturada y segregada que en la actualidad, sostienen.

La diferencia: “Somos un país más diverso y políticamente comprometido que nunca”, según Wendy Schiller. “Más voces expresándose puede significar que los intercambios se vuelvan más ruidosos y agresivos”, evaluó la politóloga. “Pero no es realista comparar esto con la situación de hace 50 años cuando tanta gente fue silenciada”, dijo.

Aunque la acusación de Trump da la impresión de cavar más hondo las trincheras, se trata sobre todo de “un regalo político para los directores de campaña y estrategas de los dos grandes partidos” de cara a las elecciones de 2024, declaró Robert Talisse, experto en polarización política de la Universidad de Vanderbilt.

“La acusación da a ambas partes la oportunidad de despertar la indignación entre los ciudadanos” de ambas filas, consideró.

Varias figuras del Partido Republicano, incluido el propio Trump, se han apresurado a lanzar operaciones de recaudación de fondos para luchar contra una “acusación con fines políticos”.

Y el viernes, el magnate anunció que había recaudado más de 4 millones de dólares en menos de 24 horas para su campaña.

Lo que viene


Ahora todo Estados Unidos se pregunta ¿y ahora qué? La carrera por la Casa Blanca en 2024 es más incierta que nunca y el calendario judicial del expresidente republicano también.

Queda por ver si este caso, uno de los muchos que preocupan al multimillonario, irá a juicio.

El calendario es fundamental para él, dado que espera ganar la nominación republicana para las presidenciales de noviembre de 2024.

La justicia apuesta por una próxima comparecencia a finales de año y un juicio en enero de 2024, justo antes de las primarias, pero los abogados del expresidente no están de acuerdo.

¿Es sólida la acusación?


Como era de esperar, los abogados de Trump desestimaron los 34 cargos de acusación que pesan contra el magnate republicano de 76 años, conocidos el martes en una histórica audiencia en Nueva York.

“Fue un poco decepcionante, un poco tranquilizante sinceramente ver esa acusación”, dijo el letrado Joe Tacopina en la cadena NBC. “Este caso caerá por su propio peso”.

Incluso algunos de los más feroces críticos del expresidente parecían decepcionados ante el caso llevado por el fiscal de distrito de Manhattan, Alvin Bragg, un demócrata al que Trump acusa de una “caza de brujas”.

John Bolton, exasesor de seguridad nacional de Trump convertido en uno de sus mayores críticos, dijo a CNN que la inculpación era “incluso más débil” de lo que temía que fuera.

“Como alguien que realmente no quiere que Donald Trump obtenga la investidura republicana para las elecciones presidenciales, estoy extraordinariamente consternado por este caso”.

El artista del tribunal presenta la escena de cuando le fue preguntado a Trump cómo se declara ante los cargos. A su lado, Joseph Tacopina, su abogado (Elizabeth Williams via AP)

El magnate está acusado de haber falsificado documentos sobre una serie de pagos para encubrir tres casos antes de las elecciones de noviembre de 2016. En particular el pago de 130.000 dólares a la actriz porno Stormy Daniels, con quien habría mantenido una relación extramatrimonial en 2006 que él niega.

Su entonces abogado, Michael Cohen, asegura que se encargó del pago a Daniels, y que Trump le reembolsó el dinero, haciéndolo pasar presuntamente como gastos legales en las cuentas de su empresa Trump Organization.

Los pagos pasaron de ser considerados como un delito menor a uno grave porque fueron hechos, según la acusación, “con la intención de cometer otro delito”.

Pero el documento no especifica cuál es ese otro delito, y allí es donde se puede complicar el asunto. Bragg dijo que los pagos fueron parte de un plan orquestado por Trump, Cohen y otras personas para “suprimir información negativa” y aumentar sus posibilidades de ser electo.

“El plan violó las leyes electorales de Nueva York, lo que lo hace un delito para conspirar con el objeto de promover una candidatura por medios ilícitos”, dijo.

Sin embargo, es legalmente cuestionable si se pudo establecer que Trump violó la ley electoral de Nueva York mientras se postulaba para presidente y no para un puesto en el estado.

Ellen Yaroshefsky, profesora de derecho en la Universidad Hofstra, dijo que los fiscales podrán verse en apuros “para demostrar que los falsos registros comerciales se hicieron con la intención de influir en las elecciones”.

( informes de agencias AP/AFP)


Comentarios