Niños apropiados en Junín: el estremecedor relato de la mamá biológica

Alicia Cifuentes dio un crudo relato de cómo el juez de Paz le sacó a su hijo con un engaño. <b>38 años </b><i>pasaron desde que un funcionario judicial se llevó el bebé de una pobladora.</i>

Patricio Rodríguez

 

SAN MARTÍN DE LOS ANDES (ASM).- Humo de fogón en una casa humilde del paraje Pucará. Hace 38 años. El entonces juez de Paz de San Martín de los Andes, Julio Quiroga (hijo) le dice a Alicia Cifuentes que se quede “tranquila”. Que se llevaría al bebé de ambos a Neuquén, al cuidado de su hermana. Le prometió que nada le faltaría y se lo sacó de las manos. Alicia tenía 16 años y había dado a luz unos meses antes, en ese mismo hogar.

Quiroga se fue con el pequeño envuelto en una manta celeste, pero el niño no llegó nunca a la capital provincial. Fue entregado a la jueza de Paz de la vecina Junín de los Andes, Raquel Briceño de Manzini. Su hija, Sonia Manzini, apenas una niña en esos años, recordaría casi cuatro décadas después aquella visita furtiva de Quiroga y la mantita celeste con penetrante olor a humo de leños. Y a su madre decirle: “Viste, tenés un hermanito…”.

A partir de aquel episodio que le quedó como espina en la memoria, ya adulta, Sonia Manzini comenzó a tirar de los recuerdos hasta encontrarse con al menos dos casos de apropiación y supresión de identidad: el de su hermano Julio Manzini, a la postre el bebé de la mantita celeste, y el de su primo Raúl Barizoni, apropiado en circunstancias similares en la localidad de Aluminé y entregado a la hermana de la jueza Briceño.

Ayer, en rueda de prensa, Alicia Cifuentes contó cómo Quiroga se llevó a su hijo con engaños. Varias veces se quebró en el relato. Con ayuda de organizaciones de defensa de los derechos humanos, supo que había denuncias contra la jueza Briceño, que involucraban a aquel hombre, todo un señor en San Martín de los Andes. Se hizo el ADN, con la intervención de la Justicia Federal que lleva el caso, y se comprobó que Julio Manzini es su hijo.

Alicia Cifuentes recordó que Briceño, a quien conoció, le había dicho que su hijo estaba muerto. La sucesión de hechos pone a los investigadores tras las huellas de una sórdida trama de engaños y complicidades en el poder judicial de aquellos años, en el que estas prácticas eran toleradas hasta la naturalización. Solían tener por escenario la pobreza en el medio rural.

El abogado de las víctimas, Juan Grabois, no dudó en señalar que “Alicia Cifuentes no dio ningún consentimiento. Tenía 16 años y fue engañada y su hijo arrebatado por un hombre de 40, que se aprovechó de su posición dominante, que se sirvió de la vulnerabilidad de su víctima; y que era agente del Batallón 601 y cómplice de las atrocidades de la dictadura. Este es un delito de lesa humanidad, como tantos otros en la zona aunque no haya nacimientos en cautiverio…”.

En efecto, Julio Quiroga hijo (su padre también fue juez de Paz en San Martín) apareció denunciado años después de su muerte por causas naturales, como “agente de reunión” del Batallón 601.

Raquel Briceño sigue siendo la histórica jueza de Paz de Junín de los Andes, que luego del escándalo descubierto en 2015 se mantiene con licencia e inició los trámites de jubilación. Grabois denunció el virtual desinterés del Poder Judicial neuquino en el caso.

La subsecretaria de Derechos Humanos de la provincia, Alicia Comelli, participó ayer de la rueda de prensa.

Sonia Manzini saluda a la madre biológica de su hermano, Alicia Cifuentes.

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