Del primer ganador al último, Oscar Roza y Franco Balboa: pasado y presente de la Regata del Río Negro

El primer vencedor de la travesía y el actual defensor del título, que este año decidió no participar, estuvieron en el lanzamiento de la Regata 2024.

Hay dos personajes que se roban la mayoría de las miradas en la previa del lanzamiento de la nueva edición de la Regata del Río Negro. Uno de ellos, el más veterano, es tratado como un prócer. Y en verdad lo es. Con joviales 84 años, Oscar Roza fue el primero en llegar a Viedma en 1965 a través del río junto a Oscar Focarazzo, y a partir de ahí quedarían para siempre en la historia grande de la travesía.

En la playa de la isla Jordán, quedó comprobado que el magnetismo de Franco Balboa y su relación con esta prueba se mantiene inalterable. Mientras ayuda a sus compañeros de la legión neuquina con los botes, los pedidos de fotos y muestras de afecto no cesan. El cuatro veces campeón de la Regata es una de las figuras más representativas del canotaje actual, aunque esta vez haya decidido bajarse del bote luego de haber ganado la edición 2023 de manera brillante junto a su hermano Dardo.

«Esta es una prueba donde uno tiene que trabajar mucho y dejar muchas cosas de lado para poder afrontarla. Decidí este año no correrla y centrarme en otros objetivos como el Descenso del Sella y los campeonatos del mundo. La Regata es una carrera que anhelamos desde pequeños, la vivimos y siempre vamos a tener intenciones de ganarla. Seguramente volveremos el año que viene», afirma el palista neuquino.

El año pasado los hermanos Balboa doblegaron a la dupla francesa conformada por Jeremy Candy y Quentin Urban, una presencia que los motivó a regresar a la Regata después de algunos años de ausencia.

Franco Balboa estuvo en la largada en la Isla Jordán (Foto/ Matías Subat)

«Fue un desafío correr contra ellos, que son bicampeones del mundo y del Sella, que es una carrera que nosotros soñamos y anhelamos ganar. El año pasado fue muy difícil llegar a la Regata, también en lo económico por un apoyo prometido que no llegó, pero estuvimos bien, competimos de manera inteligente y pudimos. dejar el nombre del canotaje neuquino bien en alto», apunta Franco.

La ausencia de los Balboa deja sin revancha a los franceses, que volvieron a la Regata con intenciones de ganarla. Candy ya lo hizo en 2022 pero fue en el K1 senior. «Ojalá les vaya bien este año y quieran regresar en la próxima edición. Será un desafío para nosotros volver a enfrentarlos en el agua. Si no vienen, volveremos para competirle a los nuevos campeones».

Mientras Franco se despide de Río Negro, entre pedidos de fotos y salutaciones, Oscar Roza es invitado al escenario para el homenaje que la organización le tiene preparado. Luego de la reconocimiento y la ovación que recibió, el primer gran héroe de la travesía echa a rodar su memoria.

«Me acuerdo de todas y cada una de las nueve etapas. Eran muy largas e incluso una la tuvieron que acortar. Era la que llegaba a Guardia Mitre», rememora Roza sobre aquella primera aventura. «Algunos balnearios no eran como son ahora, pero era una carrera prácticamente experimental. Solo teníamos el apoyo de una lancha barredora».

Oscar Roza observa la embarcación de Julián Salinas, que terminaría primero entre los K1 senior. (Foto/Matías Subat)

En aquellos tiempos, sólo un puñado de valientes se animaban a semejante travesía, con frágiles embarcaciones de lona. «En la primera Regata fuimos apenas 20 palistas, distribuidos en 10 botes. Y la forma de competencia era similar a la de ahora: por suma de tiempos a través de las respectivas etapas».

Antes de la primera travesía por el Negro, Roza había competido junto a Alberto Oreja en la prueba que unía Bariloche con Roca en el año 1957 y la ganó. También formó parte de la carrera que unía Villa La Angostura con Neuquén, hasta que llegó la Regata.

«El mayor problema eran las canoas y las palas, no había otra cosa con que arreglarse. Después apareció el terciado, el plástico… De todas maneras, lo más importante siempre fue la preparación de los dos que estaban arriba del bote. Había que tener muy buen entrenamiento para estar en la punta».


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