Opinión: Cipolletti sufrió otra estafa arbitral apta para todo público

Jonathan Correa fue el juez que inclinó la cancha desde temprano, echó a dos jugadores de Cipo, adicionó 10 minutos y le cobró un penal en contra. Igual, el Albinegro pudo ganar.

«Asusta venir a estos clubes que tienen menos historia que la nuestra y te hagan estas cosas. No es un incentivo para los chicos jóvenes, para que la gente vuelva a la cancha». Con esas palabras en los micrófonos de LU19, el capitán de Cipo, Manuel Berra, reflejó sus sensaciones tras el partido de hoy.

El Albinegro ganó 2-1 en Chimbas, San Juan, pero lo hizo muy a pesar del tendencioso arbitraje de Jonathan Correa. El juez inclinó la cancha con faltas inexistentes, expulsó a dos jugadores visitantes, adicionó 10 minutos (cuando lo lógico eran 5 o 6) y cobró un penal que solo él vio.

La diferencia con otros arbitrajes similares que se dan todos los fines de semana es que en este caso fue televisado a través de youtube por un canal local y los fallos fueron evidentes. No se trató solo de un desempeño localista. Cualquier futbolero que ve el partido se da cuenta que no basta con ser un mal árbitro para las decisiones que tomó Correa.

Correa. Foto: archivo

No por reiteradas estas cosas dejan de ser repudiables. Una vez más, la deportividad queda totalmente de lado. La enorme atajada de Luciano Molini en el minuto 93′, que le bajó el telón al triunfo del Capataz, no debe tapar el bochorno que se vio hoy.

Generalmente, en el fútbol de ascenso, la posibilidad de ver los partidos es nula. Ir de visitante a jugar un partido en una cancha donde no se televisa es meterse en la boca del lobo. Para ganar fuera de casa hay que tener el partido perfecto o correr con el caballo del comisario.

En función de lo que declaró Berra, lo llamativo es que en los últimos años ya no se trata de la diferencia entre equipos grandes o chicos. Hay situaciones que se ven con instituciones de escaso peso específico en el fútbol pero con la suficiente influencia dirigencial para tener estos arbitrajes a favor.

También hace ruido el nivel de impunidad con el que se manejan los árbitros. En su momento la categoría tuvo a Lucas Novelli Sanz o Adrián Franklin, hoy premiados siendo jueces de la Primera Nacional. Ahora, Correa integra ese grupo de colegiados que cuando un club ve que le toca de visitante, sabe que tendrá que jugar contra dos rivales en el mismo partido: uno es el rival y otro la terna arbitral.

Y en este caso, lo que hace todavía más ruido es que fue ante los ojos del mundo. El partido no solamente fue transmitido en vivo sino que se puede volver a ver en cualquier momento y los fallos son evidentes.

De todos los aspectos mencionados, los más notorios fueron los minutos de adición y el penal. El partido no tuvo lesiones graves y se usaron apenas tres de las seis ventanas disponibles para hacer cambios. Como mucho daba para cinco o seis minutos, nunca 10 como dio Correa.

Y después, el penal. Es alevoso porque fue una de las mil situaciones idénticas que se dan en el fútbol de ascenso y no se cobran porque los córners son verdaderas batallas campales. Nobleza obliga, en la cámara la jugada es imposible de percibir. Solo el juez sabe qué cobró.

Pero no hay que perder de vista el resto del partido, porque en el desarrollo se vio como Correa empleó criterios distintos para sancionar infracciones iguales. Peñarol, que es un equipo con evidentes limitaciones, dispuso de más de 20 tiros libres en campo rival, varios de ellos por foules que al revés no se cobraban.

A la enorme cantidad de decisiones que conforman el combo nefasto de la estafa arbitral que sufrió Cipo en San Juan, hay que sumarle un gol anulado a Enzo Romero que hubiese significado el 3-1 y donde la jugada fue muy dudosa. Esa fue toda del juez de línea.

Pero esto no es casual. No es la primera vez que Cipo lo padece y en instancias decisivas lo sufrió el año pasado Independiente de Neuquén en el Regional Amateur. Ese torneo (de la cuarta categoría) tuvo cuatro finales que definieron ascensos y tres terminaron en escándalo por situaciones similares.

Este es un modus operandi que tiene el Consejo Federal, el organismo de AFA que regula el fútbol del interior. Y los ejecutores de estas estafas después son premiados con «ascensos» para arbitrar en categorías superiores.


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