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Opinión: en Cipolletti mandan los violentos

Después del enésimo partido en el que hay incidentes fuera de la cancha del Albinegro, queda la triste certeza de que los barras son quienes marcan el ritmo del club en lo que al fútbol se refiere.

El rigor periodístico siempre es necesario para contar las historias de la forma en que ocurrieron. Pero a esta altura, los detalles pasan a ser secundarios detrás de un hecho concreto: en Cipolletti mandan los violentos.

Difícil encontrar en el país un club que haya padecido tantas veces en los últimos años interrupciones de partidos, apretadas de la barra, corridas y hechos graves.

A esta altura se transformó en moneda corriente y ni las fuerzas de seguridad ni la dirigencia le pudieron encontrar la vuelta para que, al menos, todos los partidos se jueguen en condiciones normales.
Cuando pasa algo, cualquier cosa, que altera a los violentos, el partido se suspende.

Si las cosas no se hacen como y cuando ellos quieren, los incidentes están a la vuelta de la esquina.
El resto -hinchas genuinos, jugadores, dirigentes, trabajadores de prensa o simples fanáticos del deporte- somos rehenes.

Y la sensación que recorrió las tribunas de la Visera de Cemento el sábado, cuando en la tercera interrupción el árbitro César Ceballo decidió suspender el duelo que Cipo empataba sin goles con Independiente de Chivilcoy, fue de completa decepción, pero lejos estuvo de la sorpresa.

El capitán, Brian Meza, retira del campo de juego proyectiles arrojados desde la tribuna. Fotos: Juan Thomes

Lo que pasa en el Albinegro, en términos institucionales, es gravísimo por su nivel de violencia pero no es ninguna novedad.

Que los cacheos son muy severos, que los cacheos son muy leves, que si les dan entradas gratis los están apoyando, que si no se las dan habrá incidentes, que hubo problemas en algún barrio alejado y el clima está picante.

Siempre tienen una excusa pero se comportan con una certeza: son ellos los que tienen el poder.
Según averiguó este medio, lo más probable es que el partido pendiente del miércoles contra Juventud Unida de San Luis, también en La Visera, se juegue sin público.

Las consecuencias negativas del hecho de que en Cipolletti pasen estas cosas son múltiples, porque habrá penalidad deportiva y también se condiciona al futbolista que sale a la cancha.

El sábado, mientras el partido se jugaba, se escuchaban detonaciones y se veían corridas en las tribunas. La gente de la platea estaba dada vuelta mirando los incidentes, de espaldas al encuentro. En este contexto, pedirle a un jugador que de bien un pase, que vaya para adelante y que lleve a Cipolletti a donde siempre tiene la ilusión de ir, carece de sentido de realidad.


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