Real Madrid, el coloso blanco reabre la vitrina una vez más

La Champions League es un juego de once contra once donde siempre gana el Real Madrid. Parafrasear y sacar de contexto la famosa frase de Gary Lineker no le quita veracidad al asunto.

Es el Real Madrid y su jerarquía inoxidable que no se altera con el paso de los años, una continuidad en el tiempo de la que pocos pueden presumir. Ayer París fue testigo de un nuevo hito del gigante blanco que ha conquistado la Champions League en cinco décadas diferentes, desafiando constantemente al calendario.

No hubo revancha para el Liverpool después de la final perdida en Kiev hace cuatro años atrás. Este equipo es superior a aquel del 2018, pero aún así los Reds no pudieron quebrar la hegemonía madridista, que ganó su octava definición consecutiva al vencer 1-0 a los ingleses con un solitario gol de Vinicius. “Las finales se ganan…” es un axioma que no se negocia jamás en el espíritu blanco.

Esta versión del Real Madrid estuvo lejos de aquellos equipos dominadores, que arrasaban a sus rivales a partir de virtudes nacidas desde el juego en sí. El sello de este Madrid campeón ha sido la personalidad, una actitud ante la adversidad que ha moldeado jugadores pacientes ante la aparente superioridad del rival de turno.
Y lo primordial: no desperdiciar situaciones propicias para ganar los duelos mano a mano apelando a su fórmula 2022 de la efectividad: Karim Benzema y Vinicus Junior.

Tras una gran pase de Valverde, Vinicius grita su gol ante la desazón del Liverpool.

Los octavos de final ante el PSG, donde en un puñado de minutos levantó una desventaja de dos goles, los cuartos ante el Chelsea y también en la electrizante semifinal ante el Manchester City, el Madrid fue dominado en el juego pero su rango de coloso histórico fue un mojón insuperable para rivales que ha invertido cientos de millones de dólares en pos de levantar la Orejona.

Después de que San Petersburgo fuese descartada para albergar la final debido a la invasión de Rusia en Ucrania, la capital francesa no vivió una final en tiempo y forma por problemas de seguridad a la entrada del estadio, con aficionados queriendo acceder con entradas falsas al Stade de France, lo que provocó la intervención policial .

La espera tensionó aún más al Liverpool, que en el recuento de las posibilidades de uno y otro a lo largo de la final superó ampliamente a su rival. Pero el equipo de Carlo Ancelotti tiene bajo los tres palos al mejor del mundo.

Thibaut Courtois, el enorme (en todo sentido) arquero belga, fue el responsable directo de mantener en partido a su equipo. Sacó todo lo que le tiraron y esa condición de golero invencible desmoralizó a la temible dupla de ataque africana del equipo de Jurgen Klopp. El senegalés Sadio Mané y el egipcio Mo Salah no pudieron con el gigante y a partir de allí se construyó la nueva hazaña blanca.

El Real Madrid reabrió la vitrina y agregó un nuevo estante, el segundo para ‘Carletto’ Ancelotti, el DT más ganador de la Champions. El italiano levantó dos con la Casa Blanca (la anterior fue en 2014) y otras tantas con el Milan, en 2003 y 2007.

Esta vez no hubo argentinos como protagonistas en la final, aunque en el gol que le dio el dio el título al Madrid fue todo sudamericano. El brasileño Casemiro inició una jugada habilitando al uruguayo Federico Valverde, quien asistió a Vinicius que apareció como un fantasma por el segundo palo del arco de Alisson.

París eternizó el reinado blanco. Europa se vuelve a rendir a los pies del Real Madrid, principal referente de una selecta casta que entiende como nadie cómo se hace para ser campeón.


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