Después de un año cerrado, el Museo de la Patagonia se prepara para volver al ruedo

Reabrirá sus puertas en Semana Santa. Antes de la pandemia, el museo podía recibir hasta 600 personas por día en alta temporada. Ahora, ese número se reduciría a menos de la mitad.

Con varios cambios conceptuales en los criterios de exhibición y una propuesta interactiva para los visitantes, el Museo de la Patagonia reabrirá sus puertas en la próxima Semana Santa, luego de un cierre que se prolongó durante más de un año debido a la pandemia de Covid.

Eduardo Pérez, el actual responsable del museo, dijo que la renovación surgió de un proceso reflexivo del que participó todo el personal y que se trata de un proceso “abierto”, ya que a partir de la reinauguración, prevista para el 1 de abril, los visitantes que recorran las salas se encontrarán con invitaciones para efectuar nuevos aportes.

“¿Qué museo queremos?” es la pregunta motivadora que acompañará a algunas de las piezas y colecciones exhibidas, con la posibilidad de que el público deje anotado (y pegado en los vidrios, por ejemplo) sus sugerencias y propuestas.

El Museo de la Patagonia ocupa una buena parte del ala este del Centro Cívico y acaba de cumplir 81 años. En la sala Chonek, del propio museo, se montará una muestra temporaria sobre la historia, los cambios y transformaciones, las distintas polìticas y los directores que estuvieron a cargo en cada etapa.

La reconversión cuenta con un subsidio nacional de apoyo tecnológico al sector turístico y entre sus objetivos estuvieron los de realizar “un diagnóstico de la situación actual y de autorreflexión institucional”.

El museo permaneció cerrado desde el 16 de marzo de 2020 y además del nuevo enfoque general, se implementaron algunos cambios de infraestructura en el área de ingreso.

Decidir qué piezas se muestran en un museo puede parecer una tarea sin demasiado secretos, pero Pérez explicó que en este caso no es así, porque el espacio disponible sólo permite exhibir un 5% del inventario, de modo que la idea es trabajar con “renovaciones permanentes”.

Explicó que el Museo de la Patagonia cuenta con importantes colecciones en el área de ciencias naturales, que van desde la geología y minerales de la región, hasta entomología, herbarios, fauna y flora en general.

A eso se suma un muy nutrido patrimonio sobre arqueología, objetos históricos de todo tipo, documentos originales que ya no se exhiben (sólo copias) porque son muy valiosos y se deterioran con la luz; sables, lanzas, uniformes de la llamada Conquista del Desierto, elementos de escritorio; banderas, planos y teodolitos de la comisión de límites que trabajó en la zona hace más de un siglo y muchos objetos creados y utilizados por los pueblos originarios, como puntas de flecha, raspadores, ponchos, cerámicas, cueros pintados y hasta canoas monoxilas, confeccionadas en un solo tronco.

Lo que se puede mostrar es solo una pequeña parte, es como la punta de un iceberg”, graficó Pérez.

Por eso uno de los cambios a implementar será el de promover la participación del público visitante, que Pérez diferenció de los “usuarios” del museo, entre los que hay muchos investigadores del país y también del exterior, que conocen el patrimonio y estudian temas puntuales.

Dijo que habrá en la nueva etapa del museo un abordaje distinto sobre la intervención del hombre en el entorno natural. Y de la interacción con las personas que lo visiten podrán surgir “nuevas visiones” que se aparten de la que predominó durante años por ejemplo sobre la Campaña del Desierto, el poblamiento posterior, la presencia y el rol de los pueblos originarios.

Señaló que las características de la muestra con la cual abrirán en Semana Santa todavía está “en proceso” de elaboración, lo mismo que los protocolos sanitarios, que los obligarán posiblemente a disponer una puerta de entrada y otra de salida, adecuar los espacios de circulación y también definir un aforo muy estricto.

En tiempos previos a la pandemia el museo podía recibir hasta 600 personas por día en alta temporada. Pero ese número se reduciría a menos de la mitad, no solo por la superficie disponible sino también por el número de empleados para guiar y atender consultas, que está disminuido porque varios son personas de riesgo.


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