«Don Jaime se hacía tiempo para escuchar y comprender al otro»: el recuerdo del Obispado de Neuquén

En un nuevo aniversario del fallecimiento de Jaime de Nevares, el Obispado de Neuquén difundió un documento. "Comprometía su vida entera para hacer suyos los reclamos de los vulnerados", destacó.

«(Don Jaime) comprometía su vida entera para hacer suyos los reclamos de los vulnerados». Así recordó el obispo de Neuquén Fernando M. Croxatto la figura y el legado de Don Jaime de Nevares, primer obispo de de la provincia, en un emotivo documento publicado este miércoles 19 de mayo cuando se cumplen 26 años de su fallecimiento.

«Cómo nos animaría Don Jaime a transitar este tiempo tan complejo para nuestro pueblo, para todo nuestro país, para el mundo entero, haciéndonos eco de su ejemplo de vida», señaló el texto difundido por el Obispado neuquino junto a la totalidad de los equipos pastorales que lo integran.

Continuó: «Hoy más que nunca, amerita la frase de Don Jaime, que decía «El amor de Cristo nos apura». Para ver a Cristo en el hermano y la hermana que sufre en medio de esta pandemia que azota sin dar tregua. Para acercarnos a quienes son víctimas de injusticias que socavan la dignidad de una sociedad atravesada por el desconcierto y la indiferencia. Para ver y compadecernos de tantas situaciones de violencia.

En este contexto, el documento incluyó una mención al femicidio de Agostina Gisfman, la joven de 21 años de Cipolletti asesinada días atrás y cuyo cuerpo fue encontrado calcinado en un basural de Centenario, en Neuquén. «Decimos no a la violencia de género y pedimos a los gobernantes y a todas las organizaciones sociales que podamos unirnos en la búsqueda de soluciones efectivas, haciendo cumplir las leyes y solicitando que haya responsabilidad en el manejo de programas que den soluciones concretas a la pandemia de la violencia de género», declaró.

Luego Croxatto recordó a Don Jaime por su capacidad de diálogo, por la dedicación que ponía en escuchar a los demás y por su compromiso con los más excluidos: «(Él) se hacía tiempo para escuchar y comprender la situación del otro y gastaba su tiempo sin prisa, simplemente estando con el corazón atento. “Mi tiempo es de la gente”, solía decir. En las situaciones de conflicto o violencia su presencia y su palabra eran para cultivar el diálogo y el entendimiento necesario, buscando activamente lograr la paz que surge de la justicia y la verdad. Comprometía su vida entera para hacer suyos los reclamos de los vulnerados. Se hacía uno con ellos; no solo le ponía su tiempo«

A partir del recuerdo de De Nevares, Croxatto hizo un llamado a la comunidad en la defensa de los derechos humanos: «Su testimonio nos invita a amar más y mejor, de manera concreta, sencilla y sincera. A entregarle tiempo al hermano y escucharlo, a hacernos presentes para evitar toda forma de violencia y avasallamiento de la dignidad de las personas.

Por último, y a modo de cierre del documento, recordó una de las frases más emblemáticas del primer obispo neuquieno. «Que las palabras de Don Jaime, en su bendición final, nos animen y sostengan en estos tiempos tan complejos: “Tata Dios nos pide coraje, que no nos achiquemos”.


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