Dolarización, la idea de Milei que divide a Juntos por el Cambio

El debate político está cruzado la pertinencia o no de adoptar al dólar como patrón monetario. La oposición busca como plantarse ante el crecimiento del libertario y no logra componer un plan económico propio para presentar en unidad al electorado.

Los especialistas denominan “construcción de sentido” al proceso comunicacional que se sitúa en un momento puntual de la historia y se lleva a cabo mediante símbolos, señales y/o discursos verbales y no verbales, atravesando la organización pública y privada de las sociedades.


En su obra “La organización y el proceso de construcción de sentido” (2005), el teórico organizacional Karl E.Weick y el economista David Obstfeld, definen la construcción de sentido como “el desarrollo retrospectivo continuo de imágenes plausibles que racionalizan lo que la gente está haciendo”.


Básicamente, la construcción de sentido es la forma en que las sociedades se dan a sí mismas la chance de explorar soluciones o explicaciones para temas o eventos históricos, presentes, ambiguos o confusos.


Un ejemplo claro y cercano acerca de cómo funciona la construcción de sentido, y de cómo opera en la instalación de un tema hasta convertirlo en el centro de la escena social, política y mediática, es el de la dolarización.


El tema ocupa hoy todos los titulares, interpela a toda la clase política, y atraviesa el armado electoral en todos y cada uno de los espacios políticos de cara a la carrera por la presidencia de la nación.


Sin embargo, la hegemonía que exhibe la dolarización como tópico político en el presente, es el resultado de una lenta y silenciosa pero a la vez sostenida y constante instalación conceptual en distintos ámbitos mediáticos, políticos y académicos.


Naturalmente la construcción de sentido solo es posible cuando las imágenes, los sucesos y los datos que la rodean, validan o no el significado real de tal proceso dialéctico.


La chance real de una dolarización en Argentina se sustenta en un escenario donde acumulativas restricciones cambiarias se han convertido en un corsé cada vez más apretado para la producción, el ahorro, la inversión y la conformación de precios.

Titiritero. El discurso de Milei es el que atraviesa la construcción del debate político en 2023.


Lo cierto es que si algún “éxito” hay para reconocer en la polémica y disruptiva figura de Javier Milei como actor emergente de la política argentina, es el de haber logrado “correr el arco” del debate. Su insistencia respecto a la adopción de la divisa norteamericana como moneda de curso legal, ha dado cuantiosos resultados.


A solo tres meses de las elecciones PASO, la dolarización ocupa hoy el centro del debate político. La construcción de sentido que inició como la alocada idea de un outsider despeinado, hoy está arraigada en el seno del discurso público.

Desde las clases magistrales de Cristina Fernández de Kirchner, hasta las reuniones programáticas de los equipos económicos de la oposición, todos y cada uno de los protagonistas de la política se sienten compelidos a referirse a la pertinencia o no de la dolarización, a sus consecuencias sobre los salarios o la estructura económica, a sus referencias históricas, a las experiencias cercanas de los países vecinos que la aplicaron.


“Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen” expresó alguna vez el célebre artista plástico Salvador Dalí. De eso se trata un poco la construcción de sentido. De acaparar la atención en el debate, y de convertir una idea abstracta en un nuevo marco conceptual y un curso real y posible de acción concreta.


Es exactamente lo que ha logrado Milei en relación a la dolarización.


Divide y reinarás



Sucedió esta semana. Los equipos técnicos y los referentes económicos de los diferentes espacios que conviven en Juntos por el Cambio acordaron reunirse en una “mesa de diálogo”.
El objetivo, encontrar puntos en común y elaborar una propuesta conjunta que pueda ser presentada como “el programa económico” de la alianza opositora.

La idea era a priori atractiva. Un plan económico integral de coincidencias básicas, que trascienda los nombres y lleve certezas al electorado. Un electorado que asiste impávido al espectáculo estéril de la política, observando al mismo tiempo la impotencia del oficialismo, las ideas mesiánicas del sector libertario, y la interna encarnizada de Juntos por el Cambio.


La convocatoria pretendía reunir a los presidenciables del principal espacio opositor junto a sus alfiles económicos, y plasmar en un documento la síntesis de la postura común, frente a la delicada situación económica que atraviesa el país.


El primer tropiezo no tardó en llegar: ni Mauricio Macri ni Patricia Bullrich se hicieron presentes en el convite. Sí lo hizo el representante económico de Bulrrich, Luciano Laspina.

Luciano Laspina. El economista elegido como referente por Patricia Bulrrich.


El resto de los referentes nacionales de Juntos por el Cambio asistió con “su propio” economista, a saber: Hernán Lacunza junto a Horacio Rodríguez Larreta, Eduardo Levy Yeyati acompañando a Gerardo Morales, Juan Carlos Sánchez Arnau a Miguel Pichetto, Matías Surt junto a Elisa Carrió.


La reseña del cónclave no luce prometedora. La polarización entre Larreta y Bulrrich resultó insalvable, y lo que se pretendía como un documento final profundamente crítico hacia la política económica del oficialismo, terminó siendo un escrito casi intrascendente y sin ningun tipo de definición de fondo.
Mucho menos logró esbozarse siquiera un borrador en relación al pretendido programa económico en común.


La diferencias respecto al gradualismo de las políticas, la receta para erradicar la inflación y el libreto de cara a las elecciones, fueron literalmente insalvables para los economistas de cada uno de los candidatos presidenciales.


Pero hubo puntualmente un ítem que terminó por hacer fracasar la cumbre de los economistas de Juntos por el Cambio. Los especialistas de Bulrrich y Larreta no lograron ponerse de acuerdo respecto a un tema en particular: la dolarización.

En el equipo económico de Rodríguez Larreta estiman que para dolarizar, el “tipo de cambio de conversión” se acercaría a los $3.000.


“¿Sabés cuánto da el tipo de cambio si dolarizas hoy? Da $3000. El dólar se iría a $3000”, afirmó esta semana Horacio Rodríguez Larreta durante una entrevista en LN+. “Con el dólar a $3000 escala la pobreza y tenés hiperinflación” redobló la apuesta en otro pasaje del diálogo. “La dolarización es sacar todos los pesos y cambiarlos por dólares. Pesos dividido dólares da $3000”, finalizó su lapidaria sentencia Larreta.


Parece quedar claro que el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no está a favor de una dolarización lisa y llana. Fue exactamente la visión que su economista de cabecera Hernán Lacunza volcó en el encuentro político de los referentes de Juntos por el Cambio.


El equipo de Lacunza se basa en distintos estudios que contabilizan la Base Monetaria total y dividen ese monto por el total de las Reservas del Banco Central (BCRA).
Tal como expresó Larreta en público, las estimaciones más moderadas que siguen ese razonamiento, indican en efecto un “tipo de cambio de conversión” que se acerca a los $3.000.


No obstante, si el cálculo se realiza incluyendo el pasivo completo del balance del BCRA que incluye Leliqs y los pases, la suma se eleva hasta una cifra que ronda los 12,5 billones de pesos. Cuando ese número se contrapone a los dólares existentes, el tipo de cambio necesario para dolarizar se eleva hasta los $10.000.

Hernán Lacunza. El último ministro de economía de Macri, el elegido de Larreta para su armado económico.


En el larretismo creen que sería un suicidio económico y político. Estiman que un escenario semejante podría generar una hiperinflación similar a la de 1989, y a continuación un estallido social como el de 2001.


En pocas palabras, lo que falta para dolarizar, son dólares. Nadie logra explicar acabadamente de donde saldrían los billetes verdes para evitar un escenario como el que imaginan en el equipo de Larreta.


El principal cultor de la idea, Javier Milei, aventura que si llegase a la presidencia obtendría crédito externo por los u$s 30.000 millones necesarios para establecer al dólar como patrón monetario en Argentina, sin que ello implique una licuación del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.


Es precisamente frente a ese discurso que pretenden posicionarse en la vereda de Patricia Bulrrich. En parte, el ala de Juntos por el Cambio que le responde a la dirigente macrista siente que hoy confronta más con Milei que con Larreta. En el entorno de Bulrrich advierten que la porción de votantes que deben seducir si quieren sostener sus aspiraciones, es la que hoy representa al diputado libertario.

En el bulrrichismo trabajan sobre dos medidas: levantar el cepo al asumir y convertir al dólar estadounidense en moneda de curso legal.


“Nosotros queremos mantener la moneda nacional, son muy pocas las experiencias de dolarización en el mundo que han sido exitosas. Han tenido problemas” indicó esta semana Patricia Bulrrich. Estamos trabajando en un sistema bimonetario. La decisión es sacar el cepo cambiario al dólar lo más rápido posible”, agregó.


En efecto, esa es la premisa con la que trabaja Luciano Laspina, economista de referencia de Bulrrich. Las medidas sobre las que gira la idea dolarizadora del bulrrichismo son dos: levantar el cepo inmediatamente al asumir y convertir al dólar estadounidense en moneda de curso legal en Argentina.


“Ni cepo cambiario ni dolarización. Moneda nacional convertible (que no es tipo de cambio fijo sino tipo de cambio único) y libre elección de monedas. Eso es libertad y no populismo”, twitteó hace poco Laspina.


En términos prácticos la idea de Laspina funciona como una convertibilidad light, sin el respaldo de una ley del Congreso de la Nación que establezca la paridad como en los años ‘90.


No obstante los resultados imaginables de un esquema semejante, se parecen bastante al diagnóstico que esbozan en el larretismo.


En el fondo del debate la discusión hacia el seno de Juntos por el Cambio es qué hacer con el cepo cambiario en caso de asumir la presidencia el 10 de diciembre.


En el entorno de Bulrrich no hay ateos: están convencidos de levantar el cepo el 11 de diciembre. Alrededor de Larreta en cambio, dudan de las consecuencias políticas y sociales. Al mismo tiempo son conscientes de que tampoco sería posible sostener en el tiempo el esquema cambiario actual, con más de diez tipos de cambio diferentes y con la mayoría de los agentes económicos privados del acceso libre al mercado de divisas.


Como sea, mientras quien instaló el debate tiene clara su agenda desde el día cero, el resto del arco político se desangra tratando de definir su posicionamiento respecto a la dolarización.


La construcción de sentido está hecha.


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