Javier Milei reafirmó su idea económica y Sergio Massa agitó la incertidumbre

Las primeras sensaciones tras la definición de una elección histórica, que llevó a un ignoto Javier Milei a la presidencia de la nación, dejan en claro que en la jornada de ayer se abrió definitivamente una nueva etapa para el país, y que la economía será un capítulo central de la Argentina que se viene.

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No es un dato menor: es la primera vez en la historia que un economista es electo como primer mandatario en el país.

En sus primeras declaraciones como presidente electo, el candidato libertario desempolvó el discurso más radical, el que lo catapultó al top de las preferencias de los electores, y lo colocó en el centro de la escena política nacional.

“Hoy comienza el fin de la decadencia argentina”, sentenció Milei al inicio de su discurso triunfador. La siguiente frase fue una definición de rumbo: “hoy se termina el modelo del Estado empobrecedor omnipresente”.

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Toda una señal de que Milei planea avanzar en la agenda que siempre planteó como prioritaria. La de aplicar un fuerte ajuste del gasto público como herramienta esencial para atacar la matriz inflacionaria.

“No hay lugar para el gradualismo”, agregó el nuevo mandatario en otro pasaje del discurso. En pocas palabras, anticipó que a diferencia de su nuevo padrino político Mauricio Macri, planea avanzar de entrada con el recorte en las partidas del gasto y la reforma profunda del Estado.

“Hoy volvemos a abrazar las ideas de la libertad, las ideas de Alberdi”, repitió Milei una de sus principales consignas de campaña. De inmediato dejó otro anticipo de cara a lo que viene en materia económica. “Esas ideas se basan en tres premisas muy simples. Un gobierno limitado, que cumple a rajatabla los compromisos que ha tomado. Respeto a la propiedad privada y comercio libre”, definió Milei.

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El metamensaje es claro. Puede sonreír el Fondo Monetario Internacional y el conjunto de los acreedores privados de la Argentina. El cobro de la deuda soberana argentina no corre riesgo para ellos en el gobierno que encabezará el libertario.

Más adelante, el presidente electo anticipó cuál será el perfil de su gobierno frente a las reformas que vienen, apelando a una frase de Juan Domingo Perón: “Sabemos que hay gente que se va a resistir, a todos ellos quiero decirles que dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”, anunció y agregó “vamos a ser implacables con aquellos que quieran usar la violencia para defender sus privilegios”.

Toda una señal del ambiente en el que puede tener lugar la protesta social, ante la potencial resistencia a las medidas económicas que llegarán.

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Pero si hubo un síntoma de lo que viene en los próximos días en materia económica, el mismo surgió de las palabras desde el búnker de Unión por la Patria.

La información extraoficial dice que Massa pediría una “licencia” en el Ministerio de Economía hasta el 9 de diciembre, y dejó el manejo de la cartera en manos de Miguel Pesce y Raúl Rigo. La justificación es “facilitar la transición de gobierno entre Alberto Fernández y Javier Milei”.

“Háganse cargo hasta el 10 de diciembre” había arengado Javier Milei en su discurso al gobierno. La respuesta fue contundente. En términos prácticos, agobiado por la debacle electoral y ostentando una enorme cuota de soberbia, el candidato de Unión por la Patria no está dispuesto a calzarse el traje de ministro y verse obligado a sentarse a una mesa de transición con quien le propinó una golpe político elocuente y doloroso.

El último acto político de Massa, del cuál aún desconocemos su alcance y magnitud, es su virtual renuncia al Ministerio de Economía de la Nación apenas un par de horas después de la derrota electoral.

Quien se erigió en conductor de la economía nacional desde agosto de 2022, y sostuvo en soledad el gobierno nacional de una coalición política endeble, abandonó el rol de garante de gobernabilidad ni bien se conoció el triunfo de Milei.

Son horas decisivas. Tan decisivas como la elección misma.

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El feriado de hoy lunes se convirtió en un elemento clave. Pudo ser un buen resorte para descomprimir el día después en materia cambiaria, y dar lugar al mensaje de institucionalidad de los protagonistas.

Por el contrario, la virtual renuncia de Massa, hizo que el feriado del lunes convierta en una olla presión cambiaria la apertura del martes.

No hace falta ser especialista. El triunfador del domingo es quien propone la dolarización lisa y llana de la economía. Lo más probable es que la mayoría de los agentes económicos (empresas, emprendedores, familias, gente de a pie), considere que la mejor estrategia posible es sacarse de encima los pesos y poner dólares en el bolsillo.

Teniendo en cuenta que dólares no hay, y que la válvula de escape son los tipos de cambio financieros y el blue, es de esperar una semana de frenesí en las pizarras y un dólar que empezará a correr al ritmo del discurso dolarizador de Milei. Una semana en la que todos los que tienen ingresos serán un poco más pobres.

Para más adelante quedará el análisis de una economía que volverá a ser abierta de forma irrestricta al ingreso de bienes y capitales, que iniciará el proceso de privatización de las empresas públicas más emblemáticas como YPF y Aerolíneas, que achicará fuertemente la planta de empleados públicos, y que más temprano que tarde marchará rumbo a la flexibilización laboral extrema y el sistema de capitalización privado de haberes previsonales.