Sólo 8 de cada 100 hectáreas de frutales tienen malla antigranizo en Río Negro y Neuquén

Un informe del INTA revela el nivel de desprotección para frutales en el Norte de la Patagonia. El riego para heladas es otro déficit. EL gobierno de Río Negro habla de un problema cultural.

Menos del 10% de la superficie plantada con peras y manzanas del norte de la Patagonia tiene protección con malla antigranizo. Y apenas el 15% cuenta con sistemas de riego para evitar pérdidas millonarias ante las heladas tardías.

Los datos encienden un alerta por la incidencia del cambio climático. En la última década las tormentas de granizo crecieron un 30%.

La helada prolongada del 31 de octubre y las pedradas a mediados de este mes dañaron -en principio- un 30% de la próxima cosecha de peras y manazas. Pero la más afectada fue la vitivinicultura, que registró daños de entre el 70 y 100%. Resta conocer cuál será el impacto en la calidad de la fruta que se salvó, dato que se conocerá a mediados de diciembre

El primer diagnóstico de los relevamientos del INTA y del Ministerio de Producción de Río Negro- es contundente para explicar por qué los fenómenos climáticos citados generan daños significativos en la producción frutícola.

Lo que no cuentan los números por sí solos es por qué la prevención sigue siendo mínima ante una amenaza cada vez más presente.

«Antes las heladas no eran tan frecuentes. Te tocaba una cada 6 o 7 años. Ahora pegan seguido»

Facundo Fernández, secretario de Fruticultura

Comportamientos: resistir o arriesgarse


Aparecen aquí factores más complejos, de índole cultural y económico, relacionados con la decisión de priorizar otras necesidades y arriesgarse, confiando en que la naturaleza no castigará la chacra con piedras o con una madrugada de frío arrollador.

“La historia nos marca que sacamos un PAR maquinarias y agotamos, sacamos un PAR agroquímicos y agotamos, pero sacamos una línea para sistemas de defensa y no completamos la ejecución de los fondos disponibles. Eso explica mucho del presente”, sostiene el ministro de Producción y Agroindustria de Río Negro, Carlos Banacloy.

El secretario de Fruticultura, Facundo Fernández, añadió otra explicación sobre el tema. «Antes las heladas no eran tan frecuentes. Te tocaba una cada 6 o 7 años. No sabías si la inversión en sistemas de defensa tenía sentido, se especulaba. Hoy el clima cambió y te pega seguido».

El funcionario contó que días atrás visitaron a un productor de duraznos y este les dijo que llevaba 12 defensas seguidas contra heladas con el uso de riego sistematizado. «Lo agarró el granizo y lo dejó sin nada. Nos explicó que no quiso poner malla porque el último granizo le había caído hace 15 años».

Más allá de esa mirada sobre lo ocurrido en los últimos años y los comportamientos, en la cartera productiva confían en la posibilidad de cambios.

“Notamos una nueva tendencia. Todavía no aparece en las estadísticas oficiales, pero en la última edición del programa creció un 600% la demanda de mallas antigranizo, en montos y cantidad de créditos. Se va entendiendo que el cambio climático llegó para quedarse y que la producción necesita de sistemas eficientes de protección”, completó el funcionario.

El INTA difundió esta semana un informe actualizado sobre la superficie cubierta con malla doble propósito en el norte de la Patagonia y allí se revela que sólo 3.157,55 hectáreas están a resguardo del granizo con ese sistema.

Esa cifra significa el 8,15% de las tierras cultivadas con frutas de pepita y carozo en la Patagonia Norte, que en total abarca 38.719 hectáreas, según el anuario estadístico de Senasa del 2021.

El análisis se realizó sobre los departamentos neuquinos de Añelo y Confluencia y en los departamentos de General Roca y Avellaneda en Rio Negro.

Costo

18.000
dólares cuesta por hectárea la malla antigranizo

Otras coberturas que brinda la malla antigranizo


El documento advierte que “en los valles de la Norpatagonia se determinó un aumento en la ocurrencia de los eventos de granizo, que llevó a una creciente implementación de mallas anti granizo”.

También se destaca que “debido al costo de esta tecnología y al efecto que presentan sobre el microclima del monte frutal, se evaluó su comportamiento respecto al control del daño por sol y se incluyó su desempeño en los análisis de costos, para determinar en qué situaciones se justifica económicamente la inversión”.

“Las mallas modificaron el microclima del monte frutal, afectaron el desempeño de las plantas y redujeron el porcentaje de frutos con daño por sol y los daños mecánicos (viento y granizo)”, agrega el informe, antes de concluir que “la colocación de mallas anti granizo se considera una inversión rentable, particularmente en zonas de mayor incidencia de granizo, cuando el valor del producto sobre el cual va a instalarse, es capaz de absorber el aumento de costos de su instalación”.


«La malla es como ponerse el traje sin bañarse»


dijo Carlos Carrascós. (Foto: Florencia Salto)

A la hora de evaluar la política que aplica el gobierno provincial por el impacto del cambio climático en la fruticultura, los productores deslizaron críticas.


“Los montos que maneja la provincia para que el productor pueda llegar a la malla antigranizo alcanza para unos pocos. Es tanta la demanda que se van a quedar muy cortos”, indicó Gustavo Villa, que tiene su chacra familiar con peras y manzanas cerca de Colonia Rusa, en el límite de Roca con Cervantes.


Más duro fue el siempre crítico Carlos Carrascos, un histórico productor de Cipolletti. “La iniciativa de la gobernadora (Arabela) Carreras con esto de las mallas es como obligarte a ponerte el traje sin haberte bañado”.


Argumentó de este modo su sentencia: “Hay una realidad mayor de la fruticultura que el gobierno provincial no quiere ver. Lo que el chacarero pierde con las heladas y el granizo es su capital de trabajo. Todos hacemos una gran inversión por hectárea de un millón de pesos; de abril a enero se gasta eso. Si no lo recupero en la cosecha me quedo sin capital de trabajo para el año siguiente. Entonces, me pueden poner malla antigranizo, anihelada… lo que sea, pero el daño mayor ya está hecho”.


“Yo tengo malla y también riego por aspersión”, aclaró el Gustavo Villa; y explicó que no hay que mirarla solo como una defensa contra el granizo, ya que tiene varias ventajas. “La primera es que también te ayuda con las heladas, con uno o dos grados. Yo le agrego un equipo de riego abajo y se arma un microclima. Después te protege del daño del sol y el viento”.


Los dos productores coincidieron que el problema mayor es el atraso cambiario. “Si teniendo fruta buena los números no dan con este dólar, imagínese lo que va a ser con fruta golpeada por el granizo”, señaló Carrascos.

Gustavo Villa es un productor de Roca y se mantiene actualizado con las
innovaciones tecnológicas y los cambios en en el consumo de las variedades de frutas. (Foto Andrés Maripe)

CAFI espera los datos finales del daño


Desde CAFI insistieron en la necesidad de que los valles tengan mayor cobertura y se facilite el acceso a las mallas

Marcelo Loyarte, titular de CAFI, la cámara que nuclea a los empacadores, indicó que esperan los datos oficiales para saber cuántas hectáreas terminaron dañadas y con qué porcentaje. “Se preveía una cosecha mayor que la del año pasado, pero luego de las heladas y el granizo tenemos que conocer cuál fue el impacto real”, indicó.


Al referirse al tema de la ampliación de las mallas antigranizo que impulsa el gobierno provincial, el director de la cámara dijo que “en fruticultura hay cuestinones que ya no se discuten, en lo que refiere al paquete técnico para dedicarse a la actividad. Sí o sí hay que tener malla antigranizo porque salva la producción y el trabajo”.


Dijo que el seguro de granizo “lo único que te permite es solventar parte de los costos”.

Loyarte resaltó que es importante contar con financiamiento para la malla porque se trata de una “inversión importante y no es barata” -entre 15.000 y 18.000 dólares por hectárea.

“En los años en que hubo buenas lineas de finaciamiento, el valle avanzó mucho en fruticultura. Siempre reclamamos que existan lineas que permitan contar con 3 ó 4 años de gracia y tasas subsidiadas, para que todo el mundo pueda acceder a esta herramienta que es clave”.


Lamento de los viñateros: dañó entre el 70 y 100% de la cosecha


La helada de ocho horas del 31 de octubre hizo un desastre en las viñas.
El daño se extenderá también a la cosecha del 2024 porque afectó las yemas. (Foto: Gentileza)

Los viñedos de Río Negro fueron dañados entre un 70 y 100 % por las heladas y el granizo. El impacto mayor se dio por la helada tardía de la noche del 30 y madrugada del 31 de octubre. Duró más de 8 horas, con mínimas que alcanzaron los –5,0ºC.

El daño fue tan grave que afectará también la cosecha del 2024, sostienen los técnicos.
El gobierno de Carreras prorrogó la emergencia y desastre en las zonas afectadas y Nación desembolsará 125 millones de pesos para distribuir entre los afectados, una cifra muy estrecha si se considera que un productor gasta un millón de pesos por hectárea por temporada.

En peras y manzanas, las estimaciones de daños son de un 30% de pérdidas, pero aún no está todo fiscalizado, ya que hubo lugares con muchísimo daño y otros que no lo tuvieron.

Mientras siguen entrando las declaraciones juradas de productores a Fruticultura, resta conocer el impacto en la calidad. Se conocerá recién a mediados de diciembre.

Mucha fruta quedó deformada o con marcas en la piel. No tendrá calidad de primera para ser exportada.
Estiman que también habrá disminución en las de segunda categoría por el daño.

Las áreas afectadas en viñedos son todas las zonas irrigadas como el Alto Valle, Valle Medio y Valle Inferior, General Conesa, Río Colorado y El Bolsón, indicó el secretario de Vitivinicultura, Marcelo Mirás.
Solo un 5% de las hectáreas con viñedos cuentan con sistemas de defensas, informaron desde Fruticultura.

Mirás brindó una explicación técnica sobre el alcance del daño que dejó la helada. “Los viñedos por su estado vegetativo con pámpanos entre 20 y 30 cm., y sus racimos a punto de florecer,
sufrieron el efecto del frío que quemó el tejido y por ello se pierde la cosecha de esta temporada y queda comprometida la próxima, ya que afectó las yemas que darían origen a los frutos”.

Teniendo en cuenta la superficie implantada, las principales variedades afectadas fueron Malbec, Pinot Negro, Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Semillón, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Torrontés, entre otras, como uvas de mesa.


Afectará a los obreros temporarios


Consideran que para inicios del próximo año llegarán menos trabajadores rurales desde el norte.

Dentro del gobierno rionegrino no hay dudas sobre el impacto negativo que generarán las heladas tardías y el granizo en el mercado laboral de la región.

El primer efecto ya se siente con el raleo, que demandará menor cantidad de trabajadores.

A principios del 2023 quienes sentirán el rigor serán los obreros temporarios, que habitualmente llegan desde otras provincias para la cosecha.

“En vez de dos pasadas, esta vez será solo una, por lo tanto el tiempo de trabajo se reducirá en forma notable”, indicó el ministro de Producción, Carlos Banacloy.

Y en paralelo, la menor cantidad de fruta de calidad repercutirá en la actividad de los galpones de empaque, afectando un rubro que moviliza a más de 10.000 personas cada año en la región.

Este efecto cascada es el que intenta hacer ver el gobierno rionegrino ante Nación, advirtiendo que la inversión en sistemas de protección de la producción frutícola también previene situaciones sociales complejas, derivadas del desempleo.


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