Evitar los rescates

El Gobierno celebró sobre el fin de semana el contundente respaldo de Estados Unidos para contener la corrida cambiaria que amenazaba con transformar en una pesadilla el tramo final de la campaña electoral, ya complicada por el escándalo de lavado de dinero que generó la baja de su principal candidato en provincia de Buenos Aires, José Luis Espert , y los contratiempos judiciales que acumula para intentar cambiar el orden de la boleta electoral y su reimpresión.

El análisis de la ayuda del “amigo americano” tuvo lecturas opuestas: desde el Gobierno se muestra como una señal de la confianza de la comunidad internacional en la solidez del ordenamiento fiscal y la estabilización económica de la gestión de Javier Milei, mientras que desde la oposición y economistas críticos se apunta a las inconsistencias del plan e improvisaciones de política monetaria del equipo económico que habrían disparado la desconfianza de los mercados.

Lo cierto es que hoy, como ocurre cíclicamente, los argentinos transitan las semanas previas a las urnas siguiendo de cerca la evolución de dos indicadores que en cualquier país normal interesan a pocos: la cotización exacta del dólar y el nivel del riesgo país.

Esto sucede porque, como señalan los investigadores Ariel Wilkis y Mariana Liuzzi en su excelente trabajo sobre la historia del uso del dólar en el país, la crónica inflación y debilidad de nuestra moneda hace que aquí el peso sólo se utilice en transacciones cotidianas mientras que la moneda estadounidense sea la preferida como referencia de precios (unidad de cuenta) y para ahorrar (reserva de valor). Y, más que eso, la estabilidad o volatilidad del dólar es para una mayoría ajena a las complejidades financieras, una referencia práctica, visible y concreta de si la economía “anda bien o anda mal”.

En el caso del riesgo país su referencia es más reciente, y más allá de las explicaciones técnicas, para los inversores es una señal de cuán cerca o lejos está el país de poder pagar sus bonos de deuda soberana en tiempo y forma. En lo real se traduce en que, a mayor índice, aumentan las dificultades para que el Estado y las empresas accedan el crédito internacional, lo que termina afectando la actividad económica.

Una campaña muy negativa ¿en vano?


Toda esta turbulencia se da en medio de una campaña electoral en la que los principales actores políticos han polarizado una elección legislativa de medio término como un plebiscito sobre el presidente, a “todo o nada”, augurando calamidades si el resultado no les es favorable y apelando a campañas negativas o de desprestigio con mucha agresividad.

La realidad es bastante menos dramática. Estos comicios reparten las bancas de la mitad de la cámara de Diputados y un tercio del Senado.

Un análisis de la consultora “La Sastrería” de Raúl Timerman proyectó el reparto de bancas en tres escenarios distintos: una victoria nacional del peronismo por cuatro puntos, un empate entre LLA y FP , y una victoria libertaria por el mismo margen.

El estudio señala que tanto Diputados como el Senado quedarán divididos prácticamente en tercios: uno peronista opositor “duro”, otro oficialista con aliados y un tercero de “árbitros”, integrado por peronistas no K, radicales, Coalición Cívica, provincialistas y Provincias Unidas.

Los tercios varían según cada escenario, pero salvo un vuelco espectacular de última hora, ninguno tendrá capacidad de manejar el quórum ni las mayorías necesarias para aprobar proyectos por sí solos. De allí que, más que la victoria o la derrota en estos comicios, será la capacidad posterior de diálogo, de ampliar las coaliciones y ofrecer propuestas que generen consensos lo que definirá el éxito o fracaso de la gestión de cada espacio político en los próximos dos años.

El debate, la crítica y el antagonismo en duros términos son propios de las campañas electorales. Pero en una Argentina de economía frágil, la dirigencia debiera recordar que existen límites éticos. Medir gestos y palabras, sin subestimar el impacto de sus acciones en la vida cotidiana de sus compatriotas.

De cara al futuro, las reformas estructurales educativa, laboral, tributaria y previsional que según la mayoría de los analistas el país necesita, requerirán mayorías amplias en el Congreso para que les den solidez institucional, promuevan la inversión y eviten al país recurrir cíclicamente a dramáticos rescates de sus crisis autoinfligidas.


El Gobierno celebró sobre el fin de semana el contundente respaldo de Estados Unidos para contener la corrida cambiaria que amenazaba con transformar en una pesadilla el tramo final de la campaña electoral, ya complicada por el escándalo de lavado de dinero que generó la baja de su principal candidato en provincia de Buenos Aires, José Luis Espert , y los contratiempos judiciales que acumula para intentar cambiar el orden de la boleta electoral y su reimpresión.

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