Vigencia de un reclamo

Las calles de las ciudades del país y la región se llenaron el viernes de manifestaciones para conmemorar el Día de la Verdad, Memoria y Justicia, un reclamo que a 40 años de democracia ininterrumpida sigue interpelando a los argentinos, entre otros factores por las numerosas tareas que aún quedan por hacer en materia de derechos humanos.

Fue auspicioso ver allí no sólo a organizaciones políticas y de Derechos Humanos o a quienes sufrieron en persona el terrorismo de Estado que se impuso en 1976, sino a jóvenes y familias completas, muchos de cuyos integrantes ni siquiera habían nacido en aquella época, promoviendo la memoria histórica y renovando el compromiso del Nunca Más.

Este interés también se ha reflejado en el suceso de la película 1985, que recrea el proceso en el cual la Cámara Federal Penal, un tribunal civil, juzgó y condenó a 5 comandantes de las Juntas militares que gobernaron entre 1976 y 1983, una sentencia que otorgó legitimidad y verdad jurídica a las denuncias de organizaciones como Madres de Plaza de Mayo, la APDH y más tarde la Conadep. Ese proceso puso a la Argentina a la vanguardia y como referencia internacional ineludible en el juzgamiento de crímenes de “lesa humanidad”, que agravian y ofenden no sólo al país en que son cometidos sino a la humanidad en su conjunto y por ende no prescriben.

Como señaló a Río Negro la historiadora regional Orietta Favaro, el golpe de 1976 fue la continuación de una serie rupturas del orden democrático en el país a cargo de coaliciones cívico-militares desde la década de 1930. Sin embargo, la represión adquirió dimensiones inéditas. La censura, las persecusiones, torturas, asesinatos, secuestros, y sobre todo la desaparición forzada de personas (incluyendo la apropiación ilegal de bebés) conformaron un plan sistemático de disciplinamiento social, con un objetivo “refundacional” que fue mucho más allá del declarado combate a las organizaciones armadas que operaron en los ‘70, sino que buscaba imponer un modelo económico excluyente. Y, si bien la región del Comahue no fue un eje central en esta estrategia, no estuvo ajena a esta realidad.

Los 7 juicios por delitos de lesa humanidad (de “La Escuelita”) en Neuquén, han servido no sólo para condenar a 36 militares e integrantes de fuerzas de seguridad por violaciones a los derechos humanos. Se documentó la detención de 390 personas en Neuquén y Río Negro, de las cuales 54 continúan desaparecidas. Y 558 testigos detallaron el horror vivido en centros clandestinos desde el norte neuquino a la costa rionegrina. Sobrevivientes y familiares lograron la validación de hechos que los victimarios negaban o esperaban que quedaran impunes.

A 40 años de la recuperación democrática, la protección de los derechos humanos en la región sigue mostrando falencias. Las denuncias sobre hacinamiento en cárceles de Neuquén y Río Negro , los casos de golpizas y torturas en comisarías y de gatillo fácil que recopiló este diario, o la condena a jefes policiales por el asesinato del maestro Carlos Fuentealba en una protesta son solo algunos ejemplos recientes.

El 24 de marzo también ha sido consagrado por la ONU como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación a las violaciones graves a los derechos humanos. La fecha sirvió para alertar sobre graves retrocesos en la materia en Latinoamérica, particularmente en Venezuela, Nicaragua, Cuba, Perú y El Salvador en relación a detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos y desapariciones por razones políticas o en el marco de estados de excepción. Argentina no ha tenido en todos los casos una actitud firme y coherente de condena, sino lo contrario.

Otra nota negativa ha sido la partidización de algunas manifestaciones del 24, por La Cámpora y grupos kirchneristas, mezclando la campaña electoral con una jornada pensada de promover la memoria de las víctimas y una reflexión crítica de la historia reciente, amplia y transversal a los partidos, en una sociedad que, pese a todas las crisis sufridas, parece haber madurado para evitar verse atraída por nuevas aventuras mesiánicas y autoritarias.


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