El ciervo Padre David, rareza en la zona de lagos

Fue depredado en China hace

SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- Hace unos 150 años, el territorio chino era tan vasto como hoy y ya superaba los 400 millones de habitantes. Pero era muy distinto del gigante actual. La marcha maoísta estaba lejos. Se sucedían los períodos de unificación con las insurrecciones, acalladas en parte con la dinastía Manchú.

Por aquellos años, un ciervo peculiar daba sus últimas bramas en la China profunda, condenado a la extinción tras centurias de depredación.

Dicen que el «ciervo Padre David» o Elaphurus davidianus o «Milú», pisó la tierra al mismo tiempo que el hombre dejaba la fisonomía del mono.

El Elaphurus ya escaseaba en China al promediar 1860. Un jesuita, el «Padre David» cuyo nombre se popularizaría luego en el Elaphurus, halló algunos de estos ciervos en el coto imperial de Pekín, de donde desaparecieron en su totalidad con la «insurrección de los Boxers». Pero un par de decenas fueron llevados antes a un zoológico de Londres, en un intento por asegurar la reproducción en cautiverio.

Otros ejemplares fueron trasladados desde Woburn Abby al parque de ciervos de Mautern, en Steiermark, que en verdad había recibido su primer animal desde Hellabrunn, cerca de Munich.

Pero la historia tiene sus maromas. En algún momento entre 1968 y 1969, tres ejemplares de Elaphurus davidianus, dos hembras y un macho, también viajaron desde Alemania en las bodegas de un vapor, pero para atravesar la inmensidad del Atlántico con rumbo sur.

Los ciervos Padre David fueron introducidos en la región cordillerana, a apenas unos kilómetros de un San Martín de los Andes más bucólico, constituido en una ciudad incipiente a orillas de un lago de origen glaciar, en la que el turismo aún no había explotado como principal actividad económica.

Los Elaphurus fueron puestos en cautiverio en la estancia Parque Diana, por iniciativa de Carl Adolf Vogel, quien había arribado al país por primera vez en los años 20. Vogel quedó deslumbrado por las extensiones vírgenes de tierra de notable capacidad para la reproducción de especies, que en Europa ya se ponían en peligro de sobrevida por -qué paradoja- el avance de la civilización y sus carreteras, y el impacto de la primera guerra seguida má tarde de la segunda y arrasadora gran conflagración.

Nacido en la Franconia Superior (Oberfranken), Baviera, Vogel fue cónsul en la Argentina. Amante de la naturaleza y a la vez cazador, vivió entre Europa y este país hasta que en 1963 decidió adquirir unas 70.000 hectáreas de las estancias Lago Hermoso y Meliquina, en una porción de las cuales fundó Parque Diana como estación zootécnica de estudio y reproducción de especies animales, en particular exóticas.

Luego, por los vaivenes económicos y los sucesivos cambios de manos, Parque Diana se convirtió por años en un exclusivo coto y peculiar zoológico reservado a bolsillos abundantes, entre los que no faltaban nobles europeos. El predio, ubicado en el bellísimo paraje Meliquina, pertenece hoy al polémico banquero y ex jefe de la SIDE, Fernando de Santibáñez.

Lo cierto es que los ejemplares de ciervo Padre David, que en la zona se conoce en verdad como «ciervo chino», se multiplicaron desde allí y fueron más tarde introducidos a otras estancias regionales: Algar, camino a Bariloche desde San Martín; Alicurá, en la confluencia de los ríos Collón Cura y Limay; y Pulmarí en las cercanías de Aluminé.

El ciervo Padre David crece y se multiplica fuerte y sano desde, al parecer, la consanguineidad o endogamia; lo que constituye otro enigma para los estudiosos.

Es que, se dice, la descendencia de un sólo padre ori

ginal le resta méritos de fortaleza a la sangre (volveremos sobre este punto). No parece ser el caso de la línea genética seguida por el Elaphurus en la zona.

Algunos ejemplares exhiben un porte que compite con el del abundante ciervo colorado, al que incluso sobrepasa en talla y cornamenta.

 

En la región: endogamia

 

Como se apuntó, dos hembras y un macho fueron introducidos en Parque Diana. Con su multiplicación, fueron adquiridos por otras estancias de la zona, algunas de las cuales los desarrollarían para la caza, aunque es animal manso, que dista mucho del comportamiento arisco del ciervo colorado.

Pero el dato curioso y que hasta ahora extraña a los estudiosos, es que el Padre David reúne hoy una población de unos 200 ejemplares a más de 30 años de su presencia en la región, y hasta el momento no se han manifestado los efectos de la llamada endogamia o consanguineidad.

Los actuales planteles que pastan en la cordillera han nacido de un mismo padre original, lo que generación tras generación (hay un año entre cada parición) debería provocar efectos nocivos.

Pero para el médico veterinario Raúl Fernández, experto regional en Elaphurus, estas manifestaciones aún no se han producido. El Padre David se muestra fuerte, sano y en expansión. Los Elaphurus por estos lares están en torno de los 250 a los 270 kilogramos, cuando el ciervo colorado orilla los 170.

Aclara, sin embargo, que no puede asegurarse que la consanguineidad no produzca efectos más adelante.

¿Pero, por qué puede afirmarse que los Elaphurus cordilleranos son endogámicos? Fernández tiene una explicación precisa: en libertad, el animal no se cruza con otros ciervos, como podría ser el colorado. Sus épocas de celo no coinciden, de modo que sólo podrían cruzarse con la intervención controlada del hombre.

Fernández recuerda que a poco de su introducción en Parque Diana, el Padre David tenía parición cada dos años por deficiencias en la alimentación, pero cuando fue puesto en zonas de pasturas más benignas retomó su ritmo de celo y parición normal. «Le encantan los bañados y mallines y come hasta juncos…», grafica el profesional.

Fernández, junto al veterinario Miguel Rivolta y al licenciado Luis Giácomo, participó de la primera experiencia conocida en la zona de crioconservación de semen de Elaphurus. De hecho, existieron contactos con el gobierno chino para proveer la simiente, que estuvieron muy avanzados pero que hasta el presente no se han concretado por cuestiones administrativas.

Lo cierto es que el Padre David es hoy una de las rarezas de la cordillera, donde del mismo modo alguna vez fueron introducidos los ciervos colorados o los salmónidos, que hoy son orgullo de la caza o la pesca deportiva.

Si bien hay teorías y polémicas sobre la conveniencia de introducir especies exóticas animales o vegetales, como las que incluso en la actualidad se siguen con apasionamiento en el caso de los pinos, esta porción del planeta ha abierto sus brazos una vez más. Carl Vogel creyó que era posible y tenía razón.

Fernando Bravo

rionegro@smandes.com.ar

Nota asociada: El robusto «Sue-pu-sian»  

Nota asociada: El robusto «Sue-pu-sian»  


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