El «Club de los ricos» dejó Génova con deberes a medio hacer

Sin grandes definiciones. Así culminó ayer la cumbre del G-8. En el comunicado final se expresó la promesa de más diálogo con los países pobres y la sociedad civil. No se pudo llegar a un acuerdo para ratificar el Protocolo de Kyoto.

Génova (Italia).- Los siete países más industrializados del mundo más Rusia (G-8) abandonaron ayer Génova con un comunicado en el que se incluyen compromisos como el alivio de la deuda del Tercer Mundo, pero con una gran cantidad de «deudas» en la cartera: entre ellos la falta de acuerdo para ratificar el Protocolo de Kyoto y la crítica de quienes los califican de «club de élite» en el que sólo se sientan los ricos.

El texto final de Génova recoge expresiones voluntaristas como la de «trabajar para que todos nuestros ciudadanos y especialmente los pobres» puedan disfrutar de los beneficios de la globalización, pero son numerosos los políticos -entre las naciones en desarrollo- que temen que la «semántica del G-8» quede en papel mojado.

Con la muerte de un joven antiglobalización italiano a las espaldas, las conversaciones del G-8 han quedado empañadas y, aunque se ha querido reconducir el centro de gravedad destacando la importancia política de esta reunión, nadie podrá olvidar que los antiglobalización se apuntan en la lista a su primer «mártir».

A pesar de ese luctuoso episodio, los siete países más ricos y Rusia -el socio caído en desgracia tras el derrumbe del Muro de Berlín- se esforzaron en destacar los logros de la cita. «Esta ha sido la primera vez que se ha hablado seriamente sobre Africa y sus problemas (…) y que se han analizado las necesidades de las naciones en vías de desarrollo», destacó el presidente francés, Jacques Chirac.

Mientras, el primer ministro canadiense, Jean Chretien, cuyo país acoje el año próximo la siguiente reunión del G-8, aseguraba que en Génova los más ricos han tenido ocasión de sostener diálogos directos con seis naciones del Tercer Mundo: Mali, Nigeria, Argelia, Africa del Sur, Bangladesh y El Salvador.

El año que viene, prometió Chretien, en el encuentro de Kananaskis, en Alberta, se volverán a centrar los focos de los más ricos del planeta en Africa.

También el presidente de EE.UU., George W. Bush, intentaba salvar la cara de la cumbre y destacar sus logros, antes de que los analistas internacionales pongan la etiqueta de «fracaso» a esta reunión en la ciudad mediterránea italiana. «Ha sido un encuentro muy productivo», subrayó.

Es cierto que ha habido en Génova una voluntad de los que más tienen por intentar paliar las carencias de los menos favorecidos del planeta, al menos ese es el «leit motiv» que presidía el texto del documento final de esta cumbre.

No obstante, los «potentes» del G-8 rechazaron entrar en la dinámica victimista de los activistas antiglobalización y se negaron a dar curso a la petición de estrellas mundiales del pop y agencias internacionales de cooperación, que han pedido insistentemente que se cancele en su integridad la deuda externa de los más pobres.

A pesar de esta negativa, 23 naciones -la mayor parte de Africa- han calificado para recibir un paquete de ayuda de 53.000 millones de dólares.

Los miembros del «club de los ricos» prometieron revisar el tema de la deuda externa, pero sólo a condición de que «los países afectados por conflictos, abandonen la violencia».

Para los activistas antiglobalización y para quienes llevan a cabo campañas de «lobby» en los grandes centros de poder mundiales como Bruselas o Washington, los más poderosos del globo han perdido en Génova una oportunidad de oro para erradicar la pobreza del planeta.

«El G-8 podría haber borrado de un plumazo la deuda de los países pobres con sólo un pequeño costo», aseguró en la ciudad de la Liguria un miembro de una influyente agencia católica de asistencia, quien añadió que «sólo con lo que ha costado organizar esta cumbre, se podría haber acabado con la deuda de Ghana».

En este sentido, las cifras son bien elocuentes: el gobierno italiano se ha gastado en Génova cerca de 100 millones de dólares.

(DPA y EFE)

No estudian reducir deuda argentina

El Grupo de los Ocho manifestó su respaldo al nuevo plan económico lanzado por el gobierno argentino para alcanzar el déficit cero y señaló estar dispuesto a «ayudar» al país, aunque descartó que esté en estudio la posibilidad de reducir la deuda externa argentina.

Así lo anunció el anfitrión de la cumbre y primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, quien señaló que el grupo analizó las medidas y manifestó su disposición a brindar ayuda, lo que sin embargo «no implica una reducción de la deuda».

Durante la rueda de prensa brindada al cierre de la cumbre, el mandatario italiano remarcó que la «gran simpatía» que los miembros del grupo sienten por Argentina los llevaría a brindar ayuda al país.

«Hemos considerado esas medidas y las hemos valorado, de manera que hemos dado un mensaje de respaldo y nos declaramos disponibles a ayudar», señaló Berlusconi. El líder italiano recordó además que la Argentina recibió del FMI un préstamo equivalente en cinco veces a su propia recaudación, por lo que descartó que la ayuda del Grupo pase por una eventual reducción de la deuda.

El saldo de la violencia de los antiglobalización

Génova.- El sombrío panorama de violencia y muerte parece encarnizarse con los jóvenes que participaron en las manifestaciones antiglobalización durante la cumbre del Grupo de los Ocho, donde ayer un alemán de 23 años se encontraba «muy grave» tras haber sido operado de un «importante hematoma cerebral», según los médicos que lo atienden.

Daniel Albrecht Tomas, intervenido en el hospital San Martín de Génova, es uno de los 27 heridos internados tras los allanamientos policiales del sábado por la noche en una escuela y el centro de prensa del Genoa Social Forum (GSF), movimiento que nuclea al antiglobalizador «pueblo de Seattle» que intentaba manifestar pacíficamente durante la cita del G8.

Los allanamientos del sábado también reportaron arrestos: 40 alemanes, tres norteamericanos, seis ingleses, tres polacos, cuatro canadienses, cuatro suecos, un griego, un turco un neocelandés y un lituano, que se suman a 15 italianos.

Respondiendo a una pregunta sobre el tipo de heridas que presentaban los jóvenes, Capra dijo que eran «muy recientes» y que ese fue el diagnóstico clínico del jefe del servicio inmediatamente después de las hospitalizaciones. Esas declaraciones refutan versiones policiales, según las cuales las heridas de los jóvenes eran «viejas» y la sangre que se observaba en el piso de los locales allanados estaba seca.

El saldo en daños materiales que dejó la cumbre era el siguiente: 83 vehículos dañados (más otros en fase de cuantificación) de los cuales 24 fueron quemados; 41 negocios; 34 bancos; 9 oficinas de correo; 16 gasolineras; 3 edificios públicos (cárcel, villa imperial, registro civil); 4 viviendas; 9 cabinas telefónicas; 2 motocicletas dañadas y una grúa para automóviles. (ANSA)


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