El dilema de las «vacaciones pandémicas»

Las restricciones por la pandemia, pero también las económicas, hacen que el tiempo de receso escolar sea un momento complejo. Cómo diferenciar el descanso de la virtualidad, cuando muchos juegos se desarrollan en la pantalla, cómo crear tiempo al aire libre.

Con la llegada de las vacaciones de invierno, los padres deben improvisar todo tipo de actividades para motivar a los niños. La situación económica condiciona cualquier programa y los chicos, por su parte, arrastran varias horas en casa por la semipresencialidad y horarios escolares acotados. De modo que el desafío en estas “vacaciones invernales pandémicas” es cambiar, al menos un poco, la rutina.


“El título de la obra es improvisando”, bromea Mauricio Ades, padre de Santiago, de 10 años y Milagros, de 15. “En estos días, habrá alguna salida al cine y le buscamos la vuelta con las salidas en bicicleta. Les propongo ir al supermercado en bici y volver por el lago haciendo carreritas. Buscamos cualquier excusa para salir porque si no se aburren y pasan muchas horas frente al televisor”, revela.

Si bien la primera semana de vacaciones de los chicos, Mauricio y Carmen, su pareja, debieron trabajar, en los próximos días, la familia Ades tiene previsto un viaje a Rosario para reencontrarse con los abuelos después de la pandemia.

“La rutina de Santi era buena. Iba a la escuela, volvía y a la tarde, se sentaba a hacer tarea. Ocupaba el tiempo. Pero ahora noto que se empieza a aburrir porque no sabe qué hacer y nosotros estamos trabajando”, cuenta Mauricio.

Rita Tamamé, madre de Mateo y Alejo, de 11 y 7 años, celebra “no padecer el problema de la mayoría: el dilema de quién cuida a los chicos en vacaciones” ya que es profesora de educación física.


“Nos quedamos en casa y aprovechamos los fines de semana que, estamos los cuatro, para hacer salidas al aire libre. La idea es salir todo lo que se pueda”, dice Rita.

El trekking y las salidas de montaña son la primera opción para esta familia barilochense. El pronóstico de nieve no los abruma porque en ese caso, el plan será disfrutar del “culipatín”. La escuela de esquí, por una cuestión de costos, está prevista para los fines de semana de agosto.

“Los nenes estaban ansiosos por volver a la escuela pero las vacaciones también fueron bien recibidas porque no hay tareas. Están en casa pero lo disfrutan de otra manera. Además, hacen mucho club. El deporte es una buena opción cuando el clima no acompaña en Bariloche, aunque también aprovechamos para ordenar y limpiar la casa”, señala su madre.

Ailín Torres, en cambio, no tiene vacaciones. Pero agradece seguir trabajando desde su casa para que sus hijas Morena y Maite, de 11 y 10 años, no queden solas.

Quienes viven en Bariloche, pueden disfrutar de algunas actividades en el cerro, cerca de la nieve.


“Estas vacaciones serán en casa. Aprovechan a levantarse más tarde sin el compromiso del horario del colegio. Y tenemos la suerte de tener a los abuelos en la casa de adelante así que siempre hay alguna visita”, advierte Ailín.

Morena y Maite practican fútbol pero solo los días sábados. “Usan el celular pero con horario restringido, desde siempre. En casa, ponemos música, ordenamos y cocinamos. Trato de involucrarlas en las actividades de la casa”, plantea la madre.

La salida familiar espera a los fines de semana por los circuitos más turísticos de Bariloche, como Circuito Chico, Punto Panorámico o la costanera.

Por primera vez desde 2005 que vive en Bariloche, Elisa Becherini sacó el pase de esquí para sus tres hijos, Rocco, Renata y Lola, de 14, 12 y 8 años. Pero desconocía que ese pase no le sirve para las vacaciones; de modo que el plan de la escuela de esquí durante el receso invernal quedó atrás.


“No creo que sea posible esquiar estas vacaciones -reconoce desilusionada-. Toca quedarse en casa porque tanto el papá como yo trabajamos. El tema es que, a los días de arrancar las vacaciones, ya estaban aburridos y preguntando qué vamos a hacer.

“El problema -agrega Elisa- es que ya vienen de estar en casa. El plan para las vacaciones de invierno siempre fue irnos a Buenos Aires pero este año desistimos por la pandemia. Me resulta difícil programar con una situación del país incierta donde al día siguiente, no sabés si hay avión”.

Para Andrea González, madre de Naara y Karin, de 13 y 10 años, tampoco hay programa para estas vacaciones “porque no hay chances de mandarlos a esquiar. Económicamente, es imposible”.

En unos días, Julieta, la hermana mayor de los niños, llegará de Buenos Aires y el plan es, en ese momento, “hacer turismo familiar como locales en Bariloche”. “Tenemos pensado salir a caminar, jugar en la nieve. Hacer lo que se pueda sin que implique gastos. Vienen medio aburridas las vacaciones porque la rutina es la misma que cuando iban al colegio pero no hay otra chance”, expresa Andrea.


Volvió “la barriada” dice una psicopedagoga



Estas vacaciones de invierno demandan mucha creatividad y los padres se reinventan, asegura la psicopedagoga Valeria Badolato.

Planteó que nunca falta “la play” o las películas pero “muchos papás están tratando de salir más. Andan en bicicleta, buscan espacios y hacen cosas que antes no eran tan cotidianas. Muchos esperan la nieve. No tanto para hacer deportes invernales sino para jugar con ella y hacer culipatín”.

Una consulta que realizó esta profesional entre padres de niños y adolescentes que realizan tratamientos psicopedagógicos dio cuenta que muchos retomaron los espacios de socialización, especialmente en el último tiempo, con gran parte de la población vacunada.

“Se volvió al encuentro con las familias y amistades. Hoy, los papás habilitan las reuniones con amigos, cuidando los protocolos, invitando a muy pocos niños o encontrándose en una plaza o al aire libre”, manifestó Badolato, al tiempo que aclaró: “Los chicos son muy responsables y se preocupan por cuidar los protocolos porque se siente responsables de cuidar a sus mayores. Muchos viven con sus abuelos”. Insistió en que generar estos encuentros con amigos está vinculado a “la salud mental de los chicos y también de las familias. Son momentos de respiro familiar”.

Morena y Maite, de 10 y 11 años, entre el fútbol y (poco) celu.


La cuestión económica, consideró Badolato, condiciona las actividades durante las vacaciones. “Los padres piensan en otras opciones. Algunas mamás me cuentan que llevan a sus chicos al skate park”, manifestó.

Destacó también que, en el último tiempo, “resurgió el vecinito de la cuadra para jugar. Antes, con los tiempos del colegio no se generaban esos espacios. Hoy los chicos salen a jugar o andar en bici. Empiezan a juntarse con la ‘barriada´”.


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