El Estado desplaza al sector privado en la economía regional

En los últimos veinte años el Producto Bruto Geográfico (PBG) de nuestra región cayó en torno al 3%. En ese mismo período los presupuestos de Río Negro y Neuquén se dispararon.

Es llamativo como se desvanecen los relatos de la política cuando se analiza la estadística que relaciona los indicadores económicos con el paso del tiempo. Los datos que muestran los distintos estudios oficiales terminan reflejando la falta de desarrollo que viene sufriendo el país desde hace décadas.

Pese a este crítico escenario, los recursos que perciben las provincias mantienen una tendencia creciente. Río Negro y Neuquén no quedan fuera de este esquema. Dolarizados, dan cuenta de saltos muy importantes en estos últimos períodos.

La administración neuquina pasó de contar con un presupuesto cuyos ingresos se ubicaron en los 965 millones de dólares en 1998 a otro de 2.408 millones ejecutados durante 2018. El crecimiento, siempre medido en dólares, fue del orden del del 150% en este tiempo bajo análisis. Río Negro, con valores algo más modestos, mostró esta misma tendencia. Seguramente si tomamos los años 70 como punto comparativo de inicio de estos recursos, la curva ascendente tendría un recorrido similar al mencionado.

Desde el sector gubernamental no dudan en señalar que la positiva evolución que muestran los ingresos está dada por la eficiencia recaudatoria de los organismos públicos provinciales asociada a las crecientes necesidades de sostener los servicios esenciales (Salud, Educación y Seguridad) por el aumento que registró la población en estos último 20 años.

Pero estos argumentos no dejan de ser una verdad a medias. La buena performance que presentan los recursos estatales tiene su contracara. Mientras la presión fiscal incrementa en forma progresiva los ingresos de las arcas provinciales, el Producto Bruto Geográfico (PBG) de Río Negro y Neuquén en estos últimos veinte años refleja una caída promedio del orden del 3%. Este crecimiento de los presupuestos provinciales señala, en definitiva, como el Estado suma participación en una economía, con serios problemas para desarrollarse, alimentándose de sus recursos.

Luego de años de crisis económicas recurrentes, la historia muestra que los gobernadores terminan por consolidar altos gastos presupuestarios independiente de la capacidad que tenga la economía para contribuir a esa expansión. En este esquema las provincias pasan a ser una suerte de agencia de empleo mediante la cual ganan elecciones, mientras la importancia del sector privado se reduce sólo a ser proveedor de recursos (impuestos) que son utilizados para convalidar el gasto clientelar.

Datos

3%
Fue lo que cayó el Producto Bruto Regional de Río Negro y Neuquén en estos últimos veinte años.
9,1
Son los millones de metros3 de petróleo que producía Neuquén en 1998, un 40% más de lo que actualmente produce.

Pero pareciera que, pese a todo, los recursos no alcanzan. En la mayor parte de estos últimos años los presupuestos regionales han mostrado importantes desequilibrios producto del desborde del gasto fiscal que han tenido sus gobernadores. Los rojos de esos períodos fueron financiados con toma de deuda pública a tasas poco convenientes y desplazando al sector privado de la posibilidad de tomar crédito del sistema. Que mejor negocio para los bancos que prestar enormes cantidades de dinero a tasas altamente rentables y a muy bajo riesgo.

Las estadísticas en este sentido son crudas y marcan una preocupante tendencia. Tomemos un parámetro como ejemplo: la evolución del empleo público provincial. Mientras que en las últimas dos décadas (1998-2008) la economía de Río Negro y Neuquén sostuvo valores negativos, ingresaron a los distintos estamentos de la administración pública -de ambas provincias- más de 55.000 empleados. Para poder tener una idea de lo que estamos mencionando cabe destacar que la empresa más importante del país, la nacionalizada Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), emplea en la actualidad un total de 19.000 trabajadores en todo el territorio argentino generando una facturación, sólo en los tres primeros meses de este año, del orden de los 3.500 millones de dólares.

Es decir que ambas provincias incorporaron personal a su planta permanente, en estos últimos veinte años, equivalente a tres empresas de la categoría de lo que hoy es YPF generando ambos Estados ingresos que representan sólo el 25% de los facturados por la petrolera estatal. Cualquier otra partida presupuestaria corriente muestra esta misma tendencia: exagerados crecimientos en el tiempo con niveles de productividad muy baja.

Seguramente, este escenario se podría proyectar a la mayor parte de las provincias del país con estos mismos resultados.

Claramente el futuro de la Argentina, y de sus provincias, pasa por contar con un Estado de tamaño moderado y un sector privado que comience a traccionar la economía para poder tener un desarrollo sustentable. La historia así lo demuestra. Esto no quiere decir que el Estado debe desaparecer, pero sí que cumpla eficientemente con sus funciones y sea aliado del sector privado para el desarrollo provincial.

Seguir en el esquema de un Estado elefantiásico parasitario de la actividad privada no hace más que postergar una posible salida económica para el país. La clave está en entender que, a mayor presión impositiva y a mayor ineficiencia en los servicios del Estado, menos chances existen para el agro y la industria nacional de competir con el mundo. Y esto nos aleja de la apertura comercial, que tiene una importancia vital para el crecimiento sostenido en el largo plazo.

El rol de Vaca Muerta en la economía neuquina

La producción de petróleo en Neuquén durante 2008 alcanzó los 9.076.668 metros cúbicos. El año pasado llegó los 6.426.356 metros cúbicos, mostrando una caída del orden del 30% en el período bajo análisis. En gas la producción fue de 25.753.375 (miles) y 24.317.941 (miles) de metros cúbicos respectivamente, reflejando una baja cercana al 6%.

¿Qué paso en estos últimos 20 años? ¿Cómo es posible que ni con el aporte de Vaca Muerta estemos en niveles de producción por encima de dos décadas atrás? Sin lugar a dudas las políticas económicas implementadas a nivel nacional y provincial generaron escenarios poco amigables para la llegada de inversiones. Y sin su apalancamiento no hay actividad que pueda desarrollarse en el tiempo. 

Durante los gobiernos de Jorge Sobisch y Jorge Sapag fue el período de mayor descapitalización que sufrió la actividad en el sector privado. Y pese a ello desde el Estado sólo se procuró cooptar rentas extraordinarias que generaban las regalías y los miles de millones tomados por las prórrogas de las áreas. Una gran parte de esos fondos terminaron lamentablemente en la partida de la masa salarial provincial.  

Vaca Muerta es una nueva oportunidad para la Provincia. Si bien recién hoy las inversiones comienzan a derramar riqueza en nuestra economía regional, observamos todavía que parte importante de las pymes siguen sufriendo los embates del voraz Estado recaudador.

Río Negro con menos trabajo privado, y más estatales

En estas últimas dos décadas el sector privado rionegrino expulsó más de 15.000 trabajadores producto de las recurrentes crisis económicas y la inflexible presión tributaria que terminó por ahogar gran número de pymes de la región. La fruticultura y vitivinicultura fueron uno de los sectores que más sufrió esta caída en la demanda laboral.

Miles de hectáreas han dejado de producir en las últimas décadas.

Lejos el Estado de acompañar esta crisis con una salida estructural al problema, mantuvo creciente su gasto presupuestario corriente lo que le impidió contar con fondos para llevar adelante un programa de reconversión integral del sistema. Como contracara, en estos últimos 20 años, incorporó a su planta estatal más de 25.000 empleados públicos. El gobierno nacional, por su parte, no ayuda. Sigue presionando con las retenciones, un tributo que está sepultando las esperanzas de la fruticultura.


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