El jardín 60 de Bariloche reclamó clases presenciales en el Consejo Escolar

No tienen gas natural y aguardan la obra desde hace años. Usaban un zepelin pero se produjo un incidente. A la vez, las ventanas para garantizar la ventilación cruzada están selladas.

Un grupo de padres del jardín de infantes 60 del barrio El Frutillar se concentró esta mañana frente al Consejo de Educación para pedir respuestas sobre la falta de clases presenciales que afecta a unos 200 chicos del turno mañana y tarde.

Al reclamo se sumaron docentes y directivos de la institución que carece de gas natural y en junio, registró un incidente con un zepelín.

“Apenas comenzaron las clases en marzo, no pudieron continuar porque no había gas. El tema es que no están conectados a la red de gas. Hace años que se viene reclamando esto y el argumento es que ‘ya van a arrancar´”, cuestionó Gustavo Ojeda, uno de los padres.

Después, aclaró Ojeda, volvieron a suspender las clases porque las ventanas estaban selladas y no podía garantizarse la ventilación cruzada dispuesta por protocolo. Así llegaron las vacaciones de invierno y el regreso a clases, estaba previsto en dos aulas de la escuela primaria 154 del mismo barrio. Pero las clases volvieron a suspenderse porque también en este caso, las ventanas también estaban selladas.

“No nos dan fechas sobre el inicio de las obras. En mi caso, tengo un nene con TEA y necesita vincularse con sus compañeros. El jardín es super importante”, reconoció.

Pamila Farías, otra madre que se sumó al reclamo, admitió que no lleva la cuenta de los escasos días de clases presenciales en el jardín. “Hace tiempo que se pide que el jardín tenga su red de gas. Solo tienen que conectarlo por red que pasa por la puerta del jardín. Estuvo funcionando con un zepelin hasta que hubo un episodio complicado y por suerte, no hubo víctimas”, señaló.

“Mientras tanto -continuó-, se resolvió tener clases presenciales en dos aulas (para cinco salas del jardín) en la escuela 154. Tampoco garantizaban la ventilación cruzada. Sentimos que los chicos de nuestro barrio, de nuestro jardín son castigados. Hay mucha tristeza y enojo”.

Farías recalcó que su hija de 5 años “logra participar en las clases virtuales. Se engancha y es la única forma de conectarse con el jardín. Pero lo cierto es que a no todos les funciona este dispositivo virtual. Muchos nenes necesitan ir al jardín y se angustian. O simplemente no tienen internet”.


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