El lado oculto de la tarea de los payamédicos

El proceso de formación es profundo y continuo. Implica, entre otros aspectos, entender que el lugar donde se actúa es una sala de hospital con situaciones, muchas veces, angustiantes.

“No deja de ser el hospital un lugar donde lo patológico y la muerte están siempre dando vueltas”. Con esa visión cruda de la realidad, Constanza Plantey se dedica a generar sonrisas. Y más allá de lo que pueda pensarse, no hay una pizca de contradicción porque esta payamédica de Neuquén conoce muy bien el mundo del que va a hacer escapar a los pacientes por un rato, convirtiéndolos en “producientes”.

Cuando un paya entra a una sala de internación, pacientes y hasta enfermeros, maestranzas y médicos se vuelven “producientes”: todos son parte de la producción, que puede terminar en un partido de fútbol con una pelota imaginaria, un coro o un acto de magia. Pero para llegar a este punto, el proceso de formación de cada payamédico es profundo y continuo.

Un payamédico ingresa a una sala a meterse en una situación que puede ser dramática, tediosa o angustiante para quienes la viven. Su desafío más fuerte es no perder su personaje, vean lo que vean.

Daniel Rodríguez recordó una de las intervenciones más fuertes que le tocó vivir: “Un niño estaba internado con politraumatismo y se sospechaba de violencia. Teóricamente, el nene se había caído y se había golpeado. Llego a la habitación y me encuentro con una señora sentada, que era la mamá, y el nene en un rincón de la cama, acurrucado y mirando de costado. Usaba un pantaloncito de Boca e imaginate, yo soy de Boca, tengo un hijo chiquito y él con el ojo negro, negro, negro. Fue un segundo que veo ese cuadro, que me atraviesa, pero no me quería ir de mi payamédico y volví. Ese nene terminó afuera de la cama, riéndose, jugando con nosotros. Ese día terminé muerto pero ese chico salió de estar en un rincón como un perro que le pegan y pudo reírse.”

Como pueden darse esta clase de situaciones, los payamédicos entran a los lugares de a dos o tres, para que siempre alguien pueda “rescatar” a quien lo necesite. La tarea no es fácil. Lejos de evadir el contexto de los centros de salud, lo que se busca es transformarlo.

“Nosotros no vamos a divertir ni a hacer reír a la gente, sino a contribuir a la salud emocional del produciente”, resaltó Lilén Clas, una estudiante de medicina que se sumó al grupo hace tres años. La seriedad es la línea identificadora de cualquier payamédico porque los límites son muchos y deben esforzarse en no cruzarlos.

Nada de narices rojas

Desde hace algunos años, los payamédicos dejaron de lado las narices rojas, que fueron reemplazadas por otras naranjas, por la referencia a la sangre. La amarilla fue descartada por la resonancia con la ictericia, la verde con la bilis y la azul con la cianosis.

Tampoco pueden vestirse de negro, marrón o colores relacionados con la tristeza. Pero ese no es el único aspecto que tuvieron que revisar y modificar, sino que cada persona que emprende este camino tiene mucho que cambiar.

Uno de los puntos principales es la forma de hablar, aprendiendo a tener un discurso potente, desterrando la palabra no: El “menos mal” se reemplaza por el “qué suerte”, cuando algo parece lindo no puede decir “ay, me muero” y cientos de ejemplos iguales. “Por inercia saludamos con un ‘hola, cómo estás’ ¿Y cómo va a estar alguien internado?”, explicó Constanza.

Tampoco se muestra piel para evitar la referencia erótica y potenciar las manos y la cara, que forman los gestos. No se usan telas porosas porque trasladan bacterias y los vestuarios deben ser lavados después de cada visita al hospital. No pueden tener parches, apliques, costuras exageradas o bordes desprolijos porque remiten a las cicatrices y marcas en la piel. Símbolos, asimetrías, personajes conocidos también quedan fuera.

Los detalles siguen y siguen, por eso los postulantes a payamédicos realizan una capacitación en tres etapas: payateatrealidad, payamedicina y payantía. La primera dura tres meses y es el momento en el que se construye el personaje. La segunda aborda conceptos de distintas disciplinas, como bioseguridad o filosofía. La última se extiende cinco meses y es similar a la residencia médica, los nuevos hacen sus primeras experiencias acompañados de los que ya tienen trayectoria. Luego comienzan a ir a los centros de salud, donde se dan un momento para hacer balances y contar lo que vivieron, además de una instancia mensual de análisis o capacitación.

Y si bien puede sonar a demasiado sacrificio, todos rechazan esa palabra y cuentan que lo que les devuelve interactuar con los producientes es mucho más grande. Y sonriendo, Constanza, Daniel y Lilén quedan atrás para que aparezcan sus payamédicos y se vayan a crear “mundos dentro del mundo”.

“A todos nos deja algo bueno, sino no hubiese sobrevivido tanto tiempo. Ves cosas que no son tan lindas, como que pase un cadáver”.
Constanza Plantey es payamédica desde que se formó el grupo en 2006.

“Esto es ad honorem. Si algún día hubiera plata de por medio muchos dejaríamos porque perdería totalmente el sentido de lo que hacemos”.
Daniel Rodríguez es kinesiólogo y se hizo paya para brindar su tiempo.

“Es hermoso lo que pasa. Uno no es el centro del mundo. Hay gente que te necesita y vos necesitás de los demás”.
Lilén Clas estudia medicina y desde hace tres años es payamédica.

Las narices rojas se reemplazaron por otras de color anaranjado por la referencia a la sangre.
Gentileza

Los payamédicos entran a las salas en grupo por si alguno de ellos necesita la ayuda del otro.
Gentileza

La construcción de los nombres, un proceso pensado

Los nombres de los payamédicos surgen de un pensado proceso y no se repite ninguno en todo el país, lo que se controla con el “payacenso”. Esto se logra gracias a la comisión nacional de nombres, que es la encargada de aprobar el que se haya elegido.

La composición se realiza a través de un “binomio fantástico” (algo que no tiene vínculo obvio), con una parte artística y otra médica.

No se usan nombres de medicamentos, marcas comerciales, cosas vinculadas al cuerpo o a enfermedades.

“No va a tener de apellido pulmón porque eso puede remitirle al paciente a alguna dolencia”, explicó Constanza. Su “otra yo” se llama Crispina Hisopina. El payamédico de Daniel se llama Francis Esfenoidal y la paya de Lilén es Cinticia Ptrofoblastina.

Una vez que ellos aparecen, los nombres que figuran en los DNI desaparecen y todo pasa a formar parte de su universo y llevar el prefijo “paya” adelante. De esta forma, cualquier elemento común, gana un poco de magia y de juego.

Patch Adams, creador de la risoterapia

La actividad de los payamédicos se hizo conocida por la película protagonizada por Robin Williams en la que se cuenta la historia de Patch Adams, el médico al que se lo conoce como el creador de la risoterapia. Por esto, se cree que sólo pueden serlo quienes estudiaron medicina, pero en realidad cualquiera puede volverse un paya, el único requisito es tener más de 18 años.

Su objetivo es, a través de intervenciones escénico-teatrales, contribuir a la salud emocional del paciente hospitalizado desdramatizando el medio hospitalario. Buscan ofrecer momentos de distracción recuperando los aspectos sanos, mejorar la relación médico-paciente y mantener un estado de ánimo optimista sostenido.

Neuquén, pionera en el interior del país

Neuquén fue la primera provincia, después de Capital Federal, en la que nacieron grupos de payamédicos. Esto ocurrió en 2006, cuatros años después de la fundación de la sede argentina. Hace dos años se sumó Cipolletti, con el que se trabaja como un sólo equipo que está conformado por estudiantes, geólogos, docentes , contadores, artistas, empleados y profesionales del área de salud.

La semilla la trajo un neuquino que había ido a estudiar medicina a Buenos Aires. El encargado de dar la primera capacitación fue el doctor José

Pellucchi un psiquiatra, actor y payaso teatral que fundó la organización en el país.

Desde ese momento el grupo nunca detuvo su actividad y eso le permitió generar formadores propios y brindar una capacitación más personalizada.

La actividad principal es visitar los hospitales locales una vez por semana, el mismo día de la semana, durante ocho meses del año. Una jornada comienza con ponerse el vestuario del paya, se realiza el pase médico para conocer los diagnósticos de los pacientes que se visitarán para pasar por las salas y después tomarse un momento de balance. El único espacio que no se visita es el de salud mental porque se trabaja con la fantasía y se podría causar un daño.

También realizan “payapaseos” para el día de la primavera y “payasol” por el de la donación de órganos con el objetivo de interactuar con las instituciones y con la gente fuera de los centros de salud para tratar de generar consciencia e interés en la actividad.

en la red

Facebook: payamedicos.neuquen


Temas

Neuquén

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios