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El Limay nace con tan poca agua que se ve el borde del lago Nahuel Huapi

La sequía le quitó caudal al tramo superior del río, el que corre salvaje, sin presas que lo regulen. Afloraron en la zona del puente que une Río Negro y Neuquén partes del lecho, formaciones y hasta la barrera de roca superficial del Nahuel Huapi.

El déficit hídrico que padece la región desde hace varios meses no para dejar señales inquietantes en el paisaje, en el que afloran lechos de ríos y rocas costeras que en condiciones normales estarían bajo el agua. Es lo que ocurre por estos días en la boca del Limay, muy frecuentado por paseantes y por pescadores y también muy a la vista de los viajeros que circulan por la ruta 40.

El puente que conecta a esa altura las provincias de Neuquén y Río Negro está ubicado a unos 200 metros de la embocadura y es un mirador inmejorable del inicio del río, que aguas abajo brinda energía a cinco grandes presas.

El continuo fluir del agua que desagota en ese punto el emblemático lago Nahuel Huapi (el más grande de la región) quedó reducido esta semana a un caudal ínfimo, que deja ver la llamada “barda”, es decir la barrera de roca semi superficial, ubicada en el inicio mismo del río, que funciona como continuidad de los bordes del lago. Desde allí hacia el este el río gana de inmediato mayor profundidad.

Ante el observador desinformado ese dique natural aparece como una limitación del caudal y no faltaron en el pasado proyectos para dinamitarlo y asegurar más volumen de agua para las represas en tiempos de sequía.

Los vecinos del lugar también reconocen que la bajante de estos días llama la atención, pero no se atreven a hablar de marcas récord. Virginia Jones vivió desde niña junto al Limay, del lado neuquino, y hace un tiempo se instaló con su familia en otra vivienda ubicada en la ribera rionegrina. “No es algo que se dé siempre, pero algunos años se pone así -aseguró-. Este otoño el río está bajísimo, aunque no creo que afecte al ambiente natural”.

La embocadura del Limay es uno de los paraísos para la pesca. Foto: Chino Leiva

Dijo que la boca del Limay es un lugar de paso habitual para mucha gente, que se acerca al río “para pescar o por simple recreación”. También es un paseo muy concurrido el camino que baja junto al Limay por la orilla rionegrina rumbo a la estancia San Ramón. Es circuito habitual de ciclistas y caminantes.

Jones dijo que la escasez de precipitaciones es alarmante y que en esta época no solía haber sequías tan marcadas. Consideró que la región vive “un otoño muy raro” y recordó que en su infancia solían hablar de los “25 y 25”, es decir de un promedio de 25 días de lluvia en mayo (que este año están lejos de cumplirse) y otros 25 en junio, como anticipo de la nieve.

Voz popular

25 y 25
Virginia Jones recuerda que así se mencionaba la cantidad de días de lluvia que había en mayo y luego, en junio.

El secretario de Operaciones de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas, Julio Porrino, dijo que el panorama que ofrece hoy el Limay se corresponde con un año muy seco pero no puede afirmar que sea el registro mínimo histórico. “Creo que en 2015 y antes, en 1999, hubo niveles similares. Pero sí es una situación poco frecuente para la época”.

Señaló que en función de los aprovechamientos que existen aguas abajo “por supuesto que es un motivo de preocupación”, porque el otoño es un período clave para las precipitaciones en la cuenca.

Un mes atrás, para una nota relacionada con el déficit hídrico, Porrino había enmarcado la merma de lluvias y nevadas en “una evidente tendencia a la modificación del clima” y refirió que la sequía registrada en los últimos tres años “no es la más profunda pero sí la más prolongada” desde que se llevan registros.

Un reporte de marzo pasado había señalado que las presas del Limay tenían 4.000 hectómetros menos de agua que el nivel promedio par la época.

La boca del Limay es uno de los sitios predilectos para los pescadores de salmónidos y los datos que relevan en cada salida son muy descriptivos de la situación. El expresidente del Club de Casa y Pesca de Bariloche Alejandro Pschunder conoce en detalle esa zona y aseguró que la bajante es muy pronunciada “pero hubo iguales en el pasado”, recordadas porque se podía cruzar el Limay a la altura de la boca con el agua por las rodillas.

Dijo que hay una roca característica en el lugar que los pescadores llaman “piedra del molino” y que suele estar sumergida la mayor parte del año, “pero ahora se la puede rodear”, sin entrar al agua.

El decano del CRUB y magister en Acuicultura, Marcelo Alonso, también definió como “inusual” la bajante . Señaló que los efectos sobre la fauna ictícola son inevitables porque “los brazos secundarios se quedan sin agua” y los animales “pierden hábitat”.

Señaló que no hay estudios específicos sobre el tema pero sí se sabe que “el clima seco cambia el régimen” de los peces, que en esta época se preparan para el desove.

Dijo que las truchas marrones son las primeras y comienzan en otoño a remontar los ríos (o a “bajar” en el caso del Limay), para desovar entre fines de mayo y junio. Las truchas arco iris cumplen el mismo circuito que las marrones pero después.


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