La sequía prolongada del Nahuel Huapi ya genera un fuerte impacto

Desde 2018 la condición de la cuenca es “seca”. Y hace siete meses que no caen sobre las orillas del lago lluvias que acumulen más de 10 milímetros. Es preciso diseñar nuevas tomas de agua.

El déficit de precipitaciones que padece Bariloche desde hace años ya no es solo un dato que alarma a los especialistas sino que afectan cada vez más la vida cotidiana de sus habitantes.

Basta con observar el escuálido curso de los arroyos en ésta época y las playas del lago Nahuel Huapi -cada vez más amplias- para tomar nota del fenómeno. Pero no todo se reduce al impacto visual: la bajante ya complica en forma notoria la provisión de agua potable en algunos barrios y también condiciona la producción de energía en las represas que aprovechan las aguas de la cuenca.

Si se trata de buscar indicadores que reflejen el alcance de la crisis, hay de sobra. El Departamento Provincial de Aguas publicó días atrás un informe sobre la sequía en el Nahuel Huapi y el área circundante. Desde 2018 la cuenca de la que dependen en forma directa Bariloche, Dina Huapi y Villa La Angostura se mantiene sin variantes en la categoría de “año seco”, según las mediciones tomadas en el puerto San Carlos.

El volumen de lluvia y la nieve caída cada vez se alejan más de los promedios históricos y Bariloche lleva más de siete meses sin recibir una lluvia de cierta abundancia (más de 10 milímetros de una sola vez). A lo cual hay que agregar los registros de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas, según los cuales el caudal del río Limay (por el que desagua el Nahuel Huapi) se mantienen debajo de la media desde hace más de una década.

La mengua en las precipitaciones también provocó bajantes históricas en algunos arroyos como el Ñireco, que ingresa al Nahuel Huapi desde el sur luego de atravesar los barrios del alto barilochense, que reciben desde allí la provisión de agua potable y este verano sufrieron grave escasez.

El ingeniero Martín Nini, referente del DPA en Bariloche, señaló que tienen registros exhaustivos de precipitaciones a partir de 1985. Dijo que en los últimos tres años la altura del lago Nahuel Huapi estuvo “muy por debajo de los valores medios” y no logra salir de la categoría de “temporada seca”. Está un metro por debajo de lo que se consideraría “normal” y bastante más para ingresar en niveles propios de un año “extra húmedo”.

Los caudales de los ríos, como el Ñireco, que llevan agua al lago Nahuel Huapi caen de manera sostenida en otoño. Foto: Alfredo Leiva

Dijo sin embargo que el déficit más grave de que se tiene registro ocurrió en 1999. Ese año y el anterior, dijo Nini, “quedó marcado en la memoria de la gente por una serie de grandes incendios”.

El Nahuel Huapi tiene un régimen “pluvio nival” y unos 200 afluentes. Se nutre de fuentes tan diversas como las aguas aportadas por arroyos que recorren zonas de estepa, como el Ñirihuau, también de otros sistemas lacustres como el Moreno y el Gutiérrez. Por el oeste recibe aguas que derivan del glaciar Frías, en el cerro Tronador, además de todos los afluentes de la zona sur de Neuquén.

Las precipitaciones han sido escasas en la zona -aseguró-. Es una clara tendencia asociada al cambio climático. Aunque en esta materia todo son ciclos y es imposible saber si pasado cierto tiempo ésto se va a revertir”.

Dijo que las bajantes no son parejas y por ejemplo en el arroyo Ñireco, refirió Nini, la reducción del caudal alcanzó un punto del que no había registros históricos.

Las lluvias promedio en Bariloche son de 1.060 milímetros anuales. Aunque la distribución no es pareja. El verano es la estación “seca”, con medias de 33 milímetros en enero y 35 en febrero. Mientras que en el período mayo/julio las precipitaciones varían entre los 156 y los 181 milímetros mensuales, para decrecer luego entre agosto y diciembre.

Pero en el último tiempo las sequías de primavera y verano fueron mucho más severas que lo habitual. El oceanógrafo barilochense y becario del Conicet Matías de Oto hizo notar que la ciudad lleva siete meses (desde septiembre hasta hoy) sin un solo día de lluvia que supere los 10 milímetros acumulados. Es decir que las precipitaciones abundantes parecen haber quedado en el pasado, o confinadas solo al invierno.

En declaraciones a FM Sueño, de Oto dijo que “si uno analiza en detalle los dos últimos años, fueron extremadamente secos”. Señaló que las nevadas importantes de julio pasado fueron “un período anómalo”, a lo que siguió una primavera y verano con fuerte déficit de precipiaciones.

“No llueven más de 10 milímetros desde septiembere, cuando una precipitación normal en Bariloche tiene que ser de 15 a 20 milímetros -afirmó-. No ha llovido casi nada, es algo impactante”.

Lo atribuyó a “una circulación muy anómala” de las masas de aire, con la instalación de una “alta (un centro de alta presión) bastante fuerte en el mar Argentino, que no deja pasar los sistemas frontales con lluvias y los tira hacia el centro de Chile”.

Tendencia visible


El secretario de Operaciones de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas, Julio Porrino, inscribió la merma de precipitaciones en “una evidente tendencia a la modificación del clima” y observó que la sequía actual puede ser caracterizada “no como la más profunda, pero sí la más duradera” del registro histórico.

Aseguró que en la AIC tienen documentadas las crecidas y bajantes en la cuenca del Nahuel Huapi desde 1903 en adelante y que en la primera década del siglo pasado hubo una sequía más marcada que la actual, que se revirtió luego con “grandes aportes del río Limay” hacia 1915.

Esos ciclos se repitieron luego en forma alternada. Pero un estudio de la AIC que se detiene en el período más reciente da cuenta de que “los volúmenes medios anuales” del Limay muestran “una tendencia decreciente en toda la serie, con un punto de quiebre en el año 1984”. La última vez que el valor anual estuvo por encima del promedio fue en 2008.
Si se estudian “las precipitaciones medias consideradas a partir de 2005 muestran el mismo comportamiento que los derrames (del Limay), con una tendencia decreciente sin punto de quiebre significativo”, consigna el trabajo de la AIC.

Porrino dijo sin embargo que ese fenómeno “no resulta preocupante” respecto de los usos de ese río para riego o para consumo humano. Sí existe afectación en los caudales usados para generación hidroeléctrica, lo cual obliga a planificar con máximo detalle la contención de agua en los embalses.

Qué hacer


Nini dijo que en lo relacionado con los aprovechamientos humanos del recurso, el DPA realiza un seguimiento permanente y aseguró que los cambios derivados de la caída de las precipitaciones medias “fueron tenidas en cuenta en los planes directores de agua y saneamiento” para Bariloche y Dina Huapi, recientemente elaborados.

Explicó que a partir de esos dictámenes técnicos se planifican obras orientadas a optimizar, por ejemplo, la captación de agua para consumo humano. Señaló que en el lago Nahuel Huapi no hace falta “reubicar” las tomas, porque están a profundidad suficiente y la bajante no las afecta, pero sí es un tema a revisar en otros espejos de agua como el Gutiérrez y el Moreno.

Los bajos niveles de agua en el lago Nahuel Huapi se evidencian en toda su extensión. Foto: Alfredo Leiva

Debido a la bajante, algunos muelles particulares quedan complicados en su operatividad, pero la navegación comercial que se concentra en el Puerto Pañuelo, no sufrió alteraciones, según informó el jefe local de Prefectura. Miguel Curual.

Señaló que lo recomendable es “navegar con precaución” en las zonas costeras, pero los catamaranes de excursiones turísticas no tienen dificultades, porque “la profundidad a pie de muelle está entre los 5 y 8 metros”, y a las embarcaciones “les sobra”, porque tienen en general un calado de 1,20 metros.


Obras y respuestas


A diferencia de otros períodos secos, durante el último verano no se produjeron grandes incendios en Bariloche y tal vez el emergente más notorio de los perjuicios causados por el déficit hídrico fueron las protestas surgidas en los barrios El Frutillar, Unión, 2 de Abril, las 645 Viviendas y la toma 29 de septiembre por la caída de presión y los cortes continuos en el servicio de agua potable.

La operación está a cargo de la empresa Arsa, que culpó por la escasez a la caída de caudal del arroyo Ñireco. Una toma ubicada al fondo del barrio El Pilar sirve para surtir a esa zona de la ciudad, que resultó la más perjudicada.

La gobernadora Arabela Carreras afirmó en varias oportunidades que el fenómeno tiene que ver con el calentamiento global y lo más probable es que se mantenga o se acentúe a futuro. Por eso el ministro de Obras Públicas Carlos Valeri dijo en febrero pasado que, según los informes técnicos, los bajos caudales del Ñireco en verano llegaron para quedarse y que la provisión de agua en el Alto de Bariloche solo podrá ser resuelta con un nuevo acueducto que lleve el fluido por bombeo desde el lago Gutiérrez.

Dijo que solo de ese modo se puede satisfacer la creciente demanda en toda la zona, generada por nuevos loteos y también por “tomas” que se aprovisionan en canillas “no planificadas”.

Valeri no precisó el presupuesto que demandará la nueva infraestructura pero señaló que el proyecto está en elaboración y se construirá “en el futuro inmediato”.

Otras fuentes lo pusieron en duda y advirtieron que esas obras “siempre llevan tiempo y ni siquiera hay todavía un proyecto ejecutivo”.


El cambio climático y las tormentas cada vez más al sur


Los estudios de climatología, cada vez más detallados, no alcanzan sin embargo para identificar con precisión las razones de la sequía persistente que afecta a la región. Para Martín Nini (ingeniero del DPA) “hay una clara tendencia en el descenso de precipitaciones que se asocia al cambio climático”.

El oceanógrafo Matías de Oto dijo que el aumento de la temperatura global cambia las dinámicas atmosféricas, lo cual no solo se puede advertir en los cambios climáticos de la actualidad, sino que hay también “evidencia paleontológica”.

Señaló que “las paredes de los trópicos se expanden hacia el sur” y como consecuencia en la región norpatagónica, Bariloche incluido, “queda un predominio de anticiclones, que son sistemas de alta presión, en general de buen tiempo”, causantes en principio de los cambios pronunciados en el régimen de precipitaciones.

Dijo que “el escenario de calentamiento global” depara también otros fenómenos inusuales como las tormentas eléctricas que se registran en latitudes cada vez más australes, incluso en proximidades de la Antártida.


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