“En memoria de Carlos Peralta”

Una reciente decisión de la Legislatura provincial propone que el puente que atraviesa el río Negro a la altura del barrio Paso Córdoba lleve el nombre del fallecido vicegobernador Carlos Peralta.

Quiero participar a título personal de la polémica desatada, y lo hago anticipando que estoy totalmente de acuerdo con la decisión adoptada, por considerar que es un justo recordatorio para quien, desde un lugar humilde, de privaciones varias, de toda una vida compartida en el barrio y un ascenso social trabajado en el tiempo, llegó hasta donde llegó.

Carlos Peralta fue el escudero más fiel que tuvo el Gringo a lo largo de su vida política. Lo acompañó en sus campañas a diputado nacional, a la intendencia de Roca y a la gobernación de Río Negro, recorriendo con él, una y otra vez, toda la geografía provincial, sin descanso.

Ahora bien, si han decidido perpetuar el apellido de Carlos Soria de manera generosa a través de tantas instituciones, barrios, eventos, etc., ¿por qué ese puente no puede evocar el paso de Carlitos Peralta por la política rionegrina?

El exgobernador no hubiera llegado al sitial que ocupó de no haber estado acompañado por tanta gente que puso la vida entera a disposición de sus decisiones electorales, y muchos de los que hoy ostentan cargos oficiales en toda la Provincia se lo deben, en parte, al trabajo incansable y militante del vicegobernador fallecido, razón por la cual debieran guardar respetuoso silencio en esta instancia.

Hay muchas cosas que la gente no conoce de la familia Peralta. Tuve la suerte de vivir en Paso Córdoba, de conocer a doña María, la mamá de Carlos, y de compartir mates amigables con ellos y Bernabé (los del barrio saben de quién hablo).

Los más veteranos saben también que mientras el puente se construía en la mismísima casa de los Peralta funcionaba una especie de “gamela”, donde María, desinteresadamente, le daba de comer a los obreros. En ese ambiente solidario creció Carlos Peralta.

A modo de testimonio indeleble de los tiempos ya idos, entre su casa y “el playón” han quedado vestigios pétreos de la vieja balsa que cruzaba el río a pesar de los vientos sesgados y las crecidas incontrolables de aquél entonces.

El antiguo barrio que creció abrazado al río se llama Paso Córdoba, y nosotros, por mero acostumbramiento, le hemos otorgado identidad a la enorme estructura de cemento que atraviesa el río Negro.

No me parece nada mal, entonces, que de esa misma barriada costera y laburante salga el nombre del puente, encontrando destino final en el apellido de un hombre salido de sus mismas entrañas.

Mario Álvarez

Concejal

“Los más veteranos saben también que mientras el puente se construía en la mismísima casa de los Peralta funcionaba una especie de ‘gamela’”.

Mario Álvarez

Concejal

Datos

“Los más veteranos saben también que mientras el puente se construía en la mismísima casa de los Peralta funcionaba una especie de ‘gamela’”.

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