La segunda ola de Vaca Muerta impulsa la producción

La formación no convencional volvió a batir los récords de generación de gas y petróleo de la mano no solo de los grandes yacimientos sino también de un puñado de áreas nuevas que crecen a paso acelerado.

La curva de aprendizaje, es un término que habitualmente se menciona al hablar de Vaca Muerta, y resume el proceso que tomó entender cómo encarar la roca madre para, literalmente, sacarle petróleo y gas a las piedras. Ese proceso es el que permitió que actualmente Vaca Muerta experimente su segunda ola, un fenómeno de crecimiento acelerado de la producción en el que junto a los grandes yacimientos, un puñado de nuevas áreas avanza a paso veloz y explica que en julio se hayan batido nuevamente todos los récords.

Los datos fríos, pero dulces, de la producción de julio reflejaron que los rindes del shale siguieron en alza y traccionaron al total de la producción del país y niveles no vistos en más de una década. Concretamente, las áreas de Vaca Muerta generaron en julio una producción de 240.000 barriles de petróleo por día, que representa el 40,85% del total de crudo que se extrajo en el mes en todo el país y que llegó a los 587.377 barriles por día.

Estos valores marcan que el shale oil tuvo un incremento interanual de nada menos que el 49%, en contraposición al alza general del sector nacional que fue del 12,52%, también en términos interanuales.

En el caso del gas natural la producción de los bloques de Vaca Muerta arrojó en julio un total de 55,12 millones de metros cúbicos por día, y no solo superó por mucho los niveles de producción de toda Bolivia, sino que representó casi el 40% (39,44%) del total de gas extraído en todo el país que fue de 139,49 millones de metros cúbicos por día.

Este auge productivo, que hoy depende para su continuidad más de la ampliación de la capacidad de transporte que de otra cosa, encuentra en la segunda ola de Vaca Muerta la razón de una buena parte de sus números. Estos elevados niveles de producción se deben a dos factores, o como se mencionó, a las dos olas de Vaca Muerta.


La ola forjadora de Vaca Muerta


La primera ola corresponde a los grandes desarrollos masivos que en la poco más de una década de perforar la roca madre se han realizado como son Loma Campana, y la trinidad de áreas de YPF; El Orejano y Fortín de Piedra, en el segmento del gas, y los grandes desarrollos de Shell y otras firmas como Vista.

Con más o menos años, estos bloques que forman la primera ola productiva de Vaca Muerta fueron los que marcaron la curva de aprendizaje que comenzó hace poco más de una década con los primeros pozos verticales.

Áreas que hoy concentran enormes producciones como Loma Campana, que en julio sumó 67.015 barriles de petróleo y 2,4 millones de metros cúbicos de gas por día, tomaron largos años en transitar esa curva, a la que llegan hoy, en el caso del bloque insignia de YPF, con la colosal cantidad de 588 pozos en producción.

El avance en la curva de aprendizaje hecho por la industria permite que las nuevas áreas avancen rápidamente.

En la rama del gas, Fortín de Piedra se erige como el bloque con mayor producción con 20,6 millones de metros cúbicos expresados en 9.300 kilocalorías y 5.599 barriles de crudo diarios, con 107 pozos en marcha.

La Amarga Chica, operada por YPF, llegó a los 40.615 barriles por día en julio, con 115 pozos conectados. Y Bandurria Sur completa la trinidad con 57 pozos y rindes por 26.458 barriles diarios.

Pero a este grupo de una docena de bloques fuertes de la formación shale, se suman hoy lo que se resume como la segunda ola en la producción de Vaca Muerta.


La segunda ola


Se trata de un grupo de áreas, algunas un tanto periféricas y otras desarrollas por operadoras que no son de las grandes ligas, en donde la actividad acaba de empezar hace apenas unos meses, pero que gracias a esta curva de aprendizaje ya alcanzada por la industria en general, están logrando producciones de miles de barriles diarios.

Un claro caso de esto es Mata Mora Norte, el bloque operado por Phoenix Global Resources (PGR) que con apenas 5 pozos conectados tiene en estos días una producción de 4.700 barriles por día.

En mayo pasado, esta área ubicada en medio de la “zona caliente” de Vaca Muerta, tenía una producción de apenas 340 barriles por día.

Algo similar ocurre con Aguada Federal, en donde el cambio de manos de operador y dueño marcó un quiebre en el bloque que por años solo arrojó promesas. El área hoy operada por Vista tenía en mayo una producción prácticamente nula, de 17 barriles por día.

Los nuevos desarrollos redujeron al mínimo la etapa piloto o de exploración y en pocos meses multiplican sus rindes.

La petrolera del “mago” Miguel Galuccio, conectó dos pozos que Wintershall DEA había dejado sin completar y el mes pasado el bloque ya llegó a los 2.699 barriles diarios. Y se prepara para seguir creciendo con otros 4 pozos a conectar antes de fin de año.

En el norte de la formación, Chevron avanza con su desarrollo shale en El Trapial, en donde en menos de un año lleva conectados 7 pozos que le dieron en julio una producción de casi 2.000 barriles al día.

Con un año de actividad a toda máquina, Pluspetrol logró colocar al área La Calera dentro de las que más gas extraen de Vaca Muerta y el mes pasado ya llegó a los 4,24 millones de metros cúbicos y 5.848 barriles de petróleo por día.

Shell está haciendo lo propio con Bajada de Añelo que ya brinda 2.394 barriles diarios, mientras que YPF no se queda atrás en Aguada de la Arena donde ya produce nada menos que 2,93 millones de metros cúbicos de gas natural por día.

Estas áreas de la segunda ola acortaron el camino con la experiencia ganada de los grandes desarrollos, redujeron al mínimo las etapas piloto y maximizaron su producción desde un inicio, con un diseño de pozos desarrollado y probado ya en otros bloques.

Esta segunda ola productiva no sorprende en la industria, desde donde se señala que los niveles productivos logrados por los pozos de las nuevas áreas se enmarcan dentro de lo que actualmente se espera de un pozo de Vaca Muerta.

Pero sí marcan un quiebre en el ritmo de crecimiento y expansión de la formación shale que se prepara para en pocas semanas sumar la concesión no convencional número 46.

Desde el gobierno neuquino no solo se presentó hace pocos días el documento Perspectivas 2030, una hoja de ruta para los próximos 8 años en los que esperan que la producción llegue a los 140 millones de metros cúbicos de gas y 750.000 barriles diarios de petróleo.

En números

40%
de la producción nacional de petróleo y de gas provinieron en julio de las áreas de Vaca Muerta.

Antes de esto, el gobierno neuquino le puso un número al cierre de este mismo año, en nada menos que 308.000 barriles de petróleo por día.

La cifra podría parecer antojadiza, pero no lo es. Se trata de la producción récord histórica que alcanzó Neuquén en 1998, de la mano de los grandes desarrollos del crudo convencional.

Y en función al ritmo de crecimiento que hoy tiene el sector, que entre junio y julio fue del 2,8%, se perfila como una meta histórica que efectivamente podría ser superada a fin de año, siempre y cuando las condiciones de transporte lo permitan.

De cara a la meta del 2030, ese brillante escenario de una Vaca Muerta exportadora, los desafíos de infraestructura son condición sine qua non para su éxito, pero también su claro talón de Aquiles.


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