ENFOQUE: Massera, un dictador que pretendía ser Perón

A Emilio Eduardo Massera, que murió hoy en esta ciudad, le caben todos los calificativos por haber compartido una junta militar que se apoderó del gobierno en 1976 y trastocó en forma estructural a toda la sociedad argentina.

A Massera la justicia lo había condenado a reclusión perpetua en 1985 por crímenes de lesa humanidad y Carlos Menem lo indultó en 1990, aunque la Corte Suprema de Justicia resolvió anular ese beneficio y se le puede endilgar que el gobierno dictatorial produjo desaparecidos y quiebre del aparato industrial del país.

Sin embargo, Massera se proponía algo más. Pretendía trascender al autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, porque quería incursionar en la política una vez que las urnas dejasen de estar guardadas.

Tampoco se puede omitir que junto a Jorge Videla y Orlando Agosti integró la primera junta de 1976 y además que fue el responsable directo del centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA y se lo relacionó con asesinatos de diplomáticos del mismo Proceso.

Para ir preparando el terreno y transitar los caminos de la política, de la mano de la democracia que algún momento resurgiría, había costeado un diario: ‘Convicción’.

Al proyecto había sumado también un partido político: el ‘Partido para la Democracia Social’. Como se ve, el nombre de la fuerza política no le faltaba énfasis y menos ecos de amplitud.

A pesar de la fuerza simbólica que tenía el nombre del medio de prensa que se proponía ser vocero del masserismo, el jefe de la Marina parecía no tener eso porque jamás pudo despegarse de lo hecho por la dictadura y nunca pudo presentarse a ningún cargo electivo.

En eso, Antonio Domingo Bussi le ganó: Pudo ser gobernador de Tucumán electo por el voto popular de la provincia en la que había arrasado con vidas y haciendas. Así es una parte de la sociedad argentina.

En definitiva, Massera quería ser Perón, pero no tenía el favor popular ni había tenido su 17 de octubre. Fue el miembro más temible entre los temibles de la última dictadura militar. No tendría que haber muerto porque tenía que enfrentar a la justicia.

Por Horacio Raúl Campos


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