Enredo tanguero

No habrá contemplaciones para los que delinquen, advirtió Kirchner por los sobornos. Esta semana Servini de Cubría procesó a 4 personas por el fraude con el "Tango 01". Hubo, además, un nuevo roce con el FMI: el presidente dijo que no aceptará "aprietes".

Por Redacción

De domingo a domingo

En una Argentina donde muchos se ufanan de que «hecha la ley, hecha la trampa», uno va comprobando, lamentablemente, que los hechos de corrupción venían (¿vienen?) siendo la regla, y la decencia un artículo de lujo de poco valor para la clase dirigente. Así, las investigaciones de la era K, fueron letales por ejemplo para el jefe de la Policía Federal, Roberto Giacomino y otros altos comisarios de la conocida como «la maldita bonaerense», acusados de enriquecerse ilícitamente a costa del Estado.

El escándalo por los sobornos en el Senado durante la fallida presidencia de Fernando De la Rúa -que el juez Rodolfo Canicoba Corral se apresuró a dar por comprobados a partir de los verosímiles dichos del arrepentido ex secretario parlamentario Mario Pontaquarto-, y el procesamiento por fraude en perjuicio de la administración pública del comandante del avión presidencial Tango 01 y de tres directivos de la empresa de mantenimiento Sky Support, tienden a marcar un hito histórico: la lucha desigual entre los viejos y arraigados métodos deshonestos que no trepidan en rifar con egoísmo los bienes nacionales para obtener migajas personales, y la construcción de una nueva Argentina sin bandas mafiosas.

«En este país, los más peligrosos y que se las arreglan para no aparecer en los primeros planos de las noticias delictivas, son los más inteligentes e h… de p…». Dispuestos, por orden de Néstor Kirchner, a «no dar protección a nadie que sea descubierto con las manos en la masa» (en clara alusión al actual gobernador José Luis Gioja, el ex senador también sospechado de coimero), los seguidores del Presidente llegado de la Patagonia, se refieren de esa manera a personajes como Roberto Dromi, arquitecto de las privatizaciones en la primera época de Carlos Menem, y Enrique Nosiglia, un radical al que le gusta manejarse en las sombras, aprovechándose de las debilidades humanas menos espirituales a las que son tan proclives los argentinos.

El santacruceño ha «parado en seco» varias veces a los kirchneristas exitistas. Si bien K parece volar cuando pregona estar dispuesto a enfrentar «el apriete» del FMI (lo acaba de acusar de violar el reciente acuerdo por el que su gobierno se comprometió a destinar al pago de sus deudas externas hasta el 3 por ciento del superávit), es el que tiene más los pies sobre la tierra. «No se siente un cowboy», aseguró uno de sus espadachines, en el medio del fragor oficial, para que las protestas piqueteras del 19 y 20 de diciembre pasado, culminaran con el menor grado de conflicto posible.

El neuquino Oscar Parrilli, quien con su denuncia ante la jueza María Servini de Cubría, posibilitó constatar con pruebas cómo se venía estafando al Tesoro nacional con el Tango 01 -no eran ajenos oficiales de la Fuerza Aérea-, contó que no habrá ninguna contemplación para los que delinquen.

«Kirchner -dijo- nos dio pautas para que hagamos de determinados temas cuestiones de Estado. No queremos abrir heridas por lo que pasó en materia de derechos humanos, pero debemos actuar con verdad y justicia ante las torturas y asesinatos. Buscamos insertar nuevamente a la Argentina en el mundo, a partir de la inclusión social y dar una batalla sin cuartel a la corrupción», enumeró.

«Decían que nos iban a quebrar el brazo en dos o tres meses -recordó- , pero con dignidad estamos poniendo en caja a la partidocracia, al establishment, a los Estados Unidos…»

Luego del incidente con Uruguay y en la antesala de un año en el que la reforma política será una de las prioridades, los propulsores de la transversalidad a partir del kirchnerismo reconocen que en el gobierno no todos son santos y que la renovación llevará su tiempo.

Los estrategas -que juegan por dentro del PJ y también por fuera mordiéndole los talones y ladrando un poco a los vitalicios-, son conscientes de que el alto grado de aceptación popular de Kirchner no hace olvidar que electoralmente sólo obtuvo el 22 por ciento de los votos, en abril de este año. Por eso, buscarán revalidar títulos en los comicios del 2005.

«Seguimos en un escenario precario, con un peronismo inmovilizado por el debate interno. Esto -explicó un dirigente K del norte- dificulta la construcción de consensos, pero cuando el peronismo se ponga en marcha será el hecho maldito para este país burgués, para bien o para mal».

Hoy la relación entre Kirchner y Duhalde pasa por un idilio también tanguero, sin que ello signifique paralizar el hostigamiento de los cuadros duhaldistas, acostumbrados a las prebendas que el patagónico irá desterrando, según jura y rejura.

«No vamos a reeditar las viejas antinomias. Para terminar con la fragmentación, tenemos que recrear un proyecto nacional esperanzador», recitó el embajador Marcelo Fuentes quien, dando muestras del pragmatismo de Kirchner, se reunió con Ramón Puerta, flamante titular de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. Kirchner subió al Tango que fue a Uruguay al misionero al que parecía haber estigmatizado por siempre por haber enfrentado a su candidato Carlos Rovira.

El kirchnerismo, en apariencia, está en contra de los «aparatos», pero como su origen es movimientista, no desconoce que «el aparato en contra te acuesta». Y, vale la pena destacarlo, el apoyo de los punteros bonaerenses fue fundamental en el otoño de este año para relegar a Carlos Menem y a Ricardo López Murphy.

La reconstrucción de las instituciones es una tarea difícil. Pulula el oportunismo y la desconfianza. K apuesta a un liderazgo de gestión: ya poco importan -expresa- los discursos elocuentes, con palabras seductoras y comportamientos reprobables.

 

Arnaldo Paganetti

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar


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